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La pareja llega de la mano a la terraza donde todos se encontraban.

– Siéntense aquí con nosotros– dice la esposa del empresario alemán.

Ambos le sonríen aceptando así su invitación. José Luis suelta la mano de la rubia y la posiciona en su espalda baja mientras caminan hasta la mesa donde estaba el matrimonio.

– Creí que se habían ido hasta que Hans decidió llamarlos– dice la mujer.

– Si, es que estuvimos algo ocupados– dice José Luis.

– Así veo...– dice Zimmermann con una sonrisa pícara mientras mira a Altagracia.

Su esposa, al ver a Hans observando a Altagracia, dirige su mirada hacia ella y nota unas marcas en el cuello de la doña.

– Eem...Altagracia– le habla– Tienes...– se toca el cuello señalandole– t-tienes...

– ¿Qué cosa?– se toca sin entender.

José Luis la mira y nota lo mismo que el matrimonio estaba observando.

– Es que tienes un... una pequeña marca en el cuello... amor– dice el moreno a la rubia.

Inmediatamente las mejillas de la doña se tornan de un tono rojizo y no logra despegar sus ojos de los del empresario.

– Con un poco de maquillaje no se notará– agrega Fernanda.

Altagracia la mira.

– Parece que los interrumpí hace un rato– ríe el alemán.

– Un poco, si– responde José Luis.

– ¡José Luis!– lo reprende la rubia.

– No, no pasa nada– dice Zimmermann– No te sientas apenada, yo entiendo que ustedes deben de tener una vida sexual muy... activa.

– ¿Cómo lo hacen para mantener la llama encendida a pesar de los años?– pregunta su mujer.

En ese instante, la doña sentía ganas de que la tierra la tragara. Se sentía expuesta e incómoda. José Luis lo nota y decide hablar él para evitar que ella tuviera que decir algo.

– La verdad es que ¿Quien no sentiría deseos de estar con la mujer que ama?– la mira– Ella despierta todos mis sentidos– acaricia su cuello con delicadeza– Sabe muy bien cómo mirarme con esos ojos verdes y volverme loco– le sonríe– La veo y quiero tenerla conmigo todo el tiempo. La manera en la que me besa, la manera en la que me toca, la manera en la que me habla y con ese humor de la chingada que tiene– ambos ríen– Con todo eso y más es que ella logra que la desee sin medida.

Se continúan mirando a los ojos como si de esa manera pudieran comunicarse. Altagracia estaba sorprendida por como él le hablaba y por como la hacia ver frente a los demás, aunque claro, para ella, el solo estaba haciendo una perfecta actuación.

– Es impresionante como se aman– dice Fernanda luego de oírlo.

– Mm– afirma Altagracia haciendo una pequeña mueca.

Luego de esa pequeña conversación, los matrimonios empiezan a comer.

Al finalizar, todos se fueron a sus respectivas habitaciones para poder arreglar sus maletas, así, la pareja de empresarios, en aproximadamente cinco horas estarían de vuelta en Ciudad de México, otra vez con sus vidas complejas y lejos del otro.

– ¿No se te queda nada?– pregunta al verla intentar cerrar su maleta.

– No– dice aún luchando.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora