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Altagracia siente la piel descubierta del empresario que acababa de salir del baño semidesnudo. El la sostiene con su brazo rodeando aquella pequeña cintura que lo enloquecía día tras día.

– ¿Pero qué haces aquí?

– Vine a cuidarte...– dice viendo directamente a sus labios con una sonrisa de lado.

– ¿No habías enviado para eso a tus guaruras?– dice intentando sonar lo más distante posible.

El sube la mirada hacia sus ojos.

– Si...– la presiona a su cuerpo– pero necesitaba asegurarme que estuvieras bien. Quería verte.

– Ya, José Luis. No...no hagas eso– sostiene sus fornidos brazos.

– Agradable bienvenida me diste– dice con algo de picardía mientras sus manos se deslizan por la curvatura de su trasero.

– Aléjate...por favor– dice al sentir que el contacto físico con el empresario la incitan a olvidar sus recientes decisiones.

– Solo dime porqué quieres que me aleje una vez más y lo hago...

– Oye mamá...

La voz de Mónica entrando en el cuarto provoca que se separen de con suma rapidez. Altagracia se voltea y la mira.

– Mónica...

Su hija queda sorprendida al ver a José Luis en el cuarto de su madre, pero luego sonríe divertida ante la situación que estaba presenciando. Sabía muy bien que su mamá no podría aguantar mucho tiempo sin estar con el.

– Ah no, pos...– se encoge de hombros y ríe– si quieren los dejo solos.

– ¡No!– dice Altagracia– No ha pasado nada, yo...– mira a José Luis– lo encontré aquí y ya.

– Ajá– ríe.

– Mónica, es en serio. No ha pasado nada entre el y yo.

– Créele a tu mamá– dice el empresario– Ella te está diciendo la verdad. Yo aparecí así nada más.

– Mamá, no necesito explicaciones– ríe– ¿Pero cómo entraste?– pregunta mirando a José Luis– Está lleno de guardias afuera.

– Los guaruras son de él– rueda los ojos.

– Entré mientras dormían. Solo quería cerciorarme que estuvieran bien y ahora me fui a dar una ducha, pero tú mamá se despertó. Me encontró aquí, no sabía que yo pase la noche en su cuarto– aclara.

– Ah, en su cuarto– se burla– Ustedes dos son muy extraños. Quieren estar juntos, pero no se atreven– sale del cuarto–Se quieren más de lo que creen...– logra apenas oírse a lo lejos.

La pareja de empresarios se mira.

– Bueno...yo me voy a duchar– frunce el ceño y camina por el lado de Navarrete hacia el baño– Por favor vístete y espérame abajo.

– Claro, no te preocupes.

Altagracia desaparece por la puerta del baño y José Luis sonríe como un niño que acababa de recibir su regalo de navidad. Estaba verdaderamente loco por la rubia, tan loco que era capaz de negarse a sus instintos masculinos por respetar su decisión de mantener la distancia. En otra ocasión hubiera entrado a ese baño y la hubiese hecho suya sabiendo que ella no sería capaz de resistirse, pero no, no quería incomodarla más.

Al cabo de un rato, la rubia sale del baño y José Luis ya no se encontraba ahí, por lo que simplemente se dispone a terminar de arreglarse y luego bajar a desayunar con su hija, pero para su sorpresa, el moreno ya estaba comiendo junto a la joven mientras las risas iban y venían. Se acerca a ellos y toma asiento a la cabeza de ésta.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora