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La doña se sorprende ante la presencia de Casillas en el lugar. En realidad, tanto la Felina como ella quedaron perplejas. Nadie esperaba que luego de haber estado tan grave, tuviera una recuperación así de rápida.

– ¿Qué pasa? Pareciera que vieron un fantasma– ríe.

– Que bueno verte bien, Aurelio– dice la Felina poniéndose de pie para ir a saludarlo.

– ¿Y la güerita?– le dice a Altagracia– ¿No viene a saludar a su socio?

Altagracia sonríe y niega con la cabeza para luego mirarlo desde la mesa donde se encontraba de pie.

– En primer lugar, yo no soy "la güerita", Aurelio. Para ti soy Altagracia Sandoval o si lo prefieres, soy La Doña– sonríe– Y en segundo lugar, el que viene llegando eres tú. El gesto de acercarse debería ser tuyo ¿No crees?

Casillas mira a Amado y sonríe. Pocas mujeres se habían atrevido a llevarle la contraria así y en el fondo era algo que le encantaba. Finalmente, se acerca a paso lento y llega hasta la doña, se aproxima a ella y deja un beso suave en su mejilla.

– Un gusto...doña– la mira.

– Espero luego decir lo mismo.

– Bueno, tomemos asiento entonces– dice Felina intentando cortar el ambiente.

– Me parece bien– dice la doña con seriedad.

Los cuatro toman asiento. Amado se sienta al lado de Altagracia mientras Aurelio se acomoda frente a ella junto a la Felina.

– Bueno ¿Van a decir algo?– dice la rubia– No tengo toda la noche.

– Ay pero que desesperada, güerita– dice Aurelio con humor, pero al encontrarse con la mirada fría de la rubia, se retracta– Digo, doña Altagracia Sandoval– le sonríe.

La empresaria sonríe levemente ante el comentario de Casillas y luego mira a Amado.

– Amado, no tengo tanto tiempo, por favor, ya empiecen.

– Bueno, es Aurelio el que quería verlas– lo mira– Es el quien hablará.

– ¿Y bueno?– dice la doña mirando al hombre que se encontraba frente a ella.

– Pues que quería ver a la Felina– le sonríe– Y conocerte a ti– dice posando su mirada en los ojos de Altagracia– Me dijeron que eras muy buena en estos negocios, que tienes muy buen ojo para...

– Para la construcción– lo interrumpe– No me meto en nada más que el lavado de dinero, Aurelio. Que quede claro.

– Ta bien– sonríe– ¿En qué estás trabajando ahora?

– En la constructora Navarrete.

– Era la constructora Sandoval antes– le informa la Felina.

– ¿Cómo? ¿Era tuya?

– Si, la perdí por problemas con la ley.

– Pero la va a recuperar muy pronto– aclara Amado.

– Amado, no creo que...– intenta hablarle la doña.

– ¿Cómo la va a recuperar?– pregunta Casillas.

– Estamos planeando que seduzca a este tipo, el nuevo dueño, y se la quite para que así produzcamos más.

Altagracia y la Felina se miran con complicidad cuando Amado le cuenta de sus planes no muy gratos a Aurelio.

– A ver ¿Como que lo va a seducir?– pregunta Casillas.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora