UN MATRIMONIO

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– ¡Altagracia!– le grita José Luis mientras camina hacia ellos– ¿Qué chingados haces aquí con este pendejo?– le reclama– ¡Te dije que no quería que estuvieras sola con él!

– ¡A ver, José Luis!– se pone de pie encarándolo.

– ¡Ah!– dice sorprendido– Ahora entiendo todo. José Luis, discúlpame–  se pone de pie y le da la mano– No hace falta que la celes, es que yo no sabía que ustedes estaban casados.

– ¡¿Cómo?!– dicen los dos al unísono.

La pareja de empresarios queda congelada ante semejante comentario del alemán ¿Casados? Parecía de locos, pero sí, Zimmermann, ante aquella "escena de celos" había quedado más que claro con eso.

– Es que yo pensé que podría conseguir salir con Altagracia, porque déjame decirte que tu mujer es muy bella– la mira– pero respeto que haya un vínculo entre ustedes y no va a volver a ocurrir.

– Pero...– intenta decir José Luis.

– Y sobre lo de tu familia, pues, ahora que sé quién es tu mujer, con mayor razón te aseguro que nunca le pasará nada a ella y será un gusto hacer negocios con un matrimonio tan bonito.

Altagracia y José Luis se miran sin decir una sola palabra, realmente no sabían que hacer ante esa situación tan incómoda.

– Ya arréglate con tu mujer, Navarrete– dice alegre.

– ¿Cómo que me arregle?– dice apenas.

– Pues no sé, un beso, algo.

José Luis mira a la rubia que seguía en shock ante la situación y como un impulso, posa su mano sobre su cintura y besa suavemente la mejilla de Altagracia. Ella lo mira de inmediato y el solo le sonríe intentando disimular.

– Bueno, y ya que están ambos aquí– dice tomando asiento– Hablemos de negocios. A mí realmente me interesa hacer algo con ustedes.

La pareja de empresarios, aún algo sorprendidos decide sentarse frente a el y seguir fingiendo, aún cuando no tuvieron tiempo alguno de ponerse de acuerdo.

– Recuerdo cuando Altagracia era la dueña de la constructora y era la más prestigiosa del país...

– ¿Ves?– le dice la doña a Navarrete– Así se hacen las cosas.

– Y así se pierden también– le responde.

– A ustedes si que les gusta discutir– ríe– Sigue siendo una constructora de renombre, pero si es cierto que ha perdido mucho. Yo no sé bien como fue todo lo del caso de Altagracia, lo digo con todo respeto– la mira– pero por lo que supe, ese asunto legal también está solucionado y me atrevo a arriesgarme con ustedes. Confío en las capacidades de tu mujer, José Luis y yo creo que sí está contigo es porque tú debes de ser de la misma línea.

– Pero el y yo no...

– Claro que sí– la interrumpe el empresario– Es por eso que con esta chulada...– posa su brazo alrededor de la rubia– estamos juntos, y por mucho más que eso, está claro.

Altagracia lo mira bastante confundida, no entendía porqué había mentido así, pero tampoco se sentía capaz de negar lo que el decía, ya que se encontraba bastante sorprendida por todo lo que estaba ocurriendo. Sus planes para hacer enojar a José Luis se le habían volteado y no le gustaba nada.

– ¡Así me gusta oírte hombre! La verdad es que me cayeron re bien ustedes dos.

– Necesito ir al tocador, ya vengo– dice Altagracia parándose de la mesa.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora