49

1.1K 102 197
                                    

Durante gran parte de la noche, ni la doña ni el empresario José Luis Navarrete lograron dormir. Sus labios tenían las huellas del otro como si se tratara de un tatuaje permanente. Cada roce entre ellos quedaba grabado en sus almas y no existía manera posible de eliminar el recuerdo. Sus corazones tenían esa sensación de adrenalina que se tiene cuando encuentras a alguien que remueve todos tus sentidos, alguien que te hace perder la cordura por completo y en solo segundos logra llevarte al cielo y dejarte caer en una nube de placer en el más amplio sentido de la palabra. Los suspiros se hicieron presentes durante toda la noche y las sonrisas nerviosas no estuvieron ausentes.

¿Acaso era posible que la pareja de empresarios se hallara en una profunda hipnosis de amor? ¿Enamorados? ¿Atraídos el uno por el otro como dos fuertes imanes? Todo era posible, y no encontraban como hacer que las horas pasaran con rapidez para verse nuevamente y liberar esas tormentosas ganas de sentirse.

11:40AM

Altagracia, a causa del insomnio que le había provocado José Luis, se durmió mucho más tarde de lo esperado y por el mismo motivo despertó con varias horas de retraso.

– ¡Dios!– dice al ver la hora.

Se levanta rápidamente despertando sin querer a su hija.

– ¿Mamá?– se rasca los ojos.

– Mónica, me quedé dormida– se pone las zapatillas de descanso para ir al baño y ducharse.

Algunos minutos después aparece en el cuarto yendo hecha humo a buscar su ropa y así estar lista cuanto antes.

– ¿Alcanzas a comer algo?– pregunta su hija al verla tan apurada.

– No creo, comeré en la oficina– dice subiéndose la falda.

– Bueno, yo voy a bajar a comer, pero si necesitas algo me dices ¿Bueno?

– Gracias, corazón.

Le regala una sonrisa y luego termina de prepararse.

Al cabo de una hora ya estaba dentro de la empresa y subiendo por el elevador para ir a su oficina.

Llega a su lugar de trabajo y deja sus cosas sobre el escritorio, toma asiento y se prepara para empezar a hacer sus labores.

– Doña...– dice su secretaria tocando la puerta.

– ¿Si?– la mira.

– El señor Navarrete dijo en la mañana que cuando usted llegara fuera a verlo a la oficina.

– Okey, ya voy– dice volviendo a mirar la pantalla de su laptop.

Espera unos minutos más y luego sale de su oficina para ir a la de José Luis. La secretaria del empresario la deja pasar sin problemas, ya que de temprano se le había dado instrucciones de hacerla entrar sin preguntas.

Altagracia abre la puerta.

– José Luis, disculpa por...

Queda inmóvil ante la imagen de Navarrete abrazando a una mujer de la cual se separa apenas oye su voz.

– Altagracia...– la mira.

– Ay, hasta que al fin se me hace conocerte– dice Eleonora viendo a la rubia con una sonrisa de falso agrado.

La esposa del empresario realizaba cada 3 semanas un taller para motivar a los trabajadores de la constructora. Ese día le había tocado ir y luego de encerrarse por un largo rato con el moreno discutiendo a causa del mal cumpleaños que le hizo pasar, el cedió y le pidió disculpas por su comportamiento. Pero Altagracia no tenía conocimiento alguno de lo que estaba ocurriendo.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora