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Altagracia suelta lentamente los labios de José Luis y se separa un poco de él. Lo mira a los ojos intentando entender su actuar hasta que decide hablar.

– ¿Por qué hiciste eso?– pregunta en voz baja.

– Porque...– aparta un mechón de cabello de su cuello– Nos están mirando– dice en un susurro.

– Ah...cierto– dice algo desencantada.

– ¿Ya se arreglaron?– pregunta Hans al verlos tan cariñosos.

– Eh, si– dice José Luis mirándolo– Gracias por el consejo.

– ¿Consejo?– pregunta Altagracia.

– Luego te cuento...amor– dice el empresario.

– Ustedes si que se ven enamorados– dice Fernanda– Si parecen recién casados ¿Cuánto tiempo llevan juntos?

– Veinti...– intenta recordar José Luis.

– Llevamos más de veinte años juntos– dice Altagracia tampoco acordándose el tiempo acordado.

– Nosotros llevamos 27 años juntos, pero hemos tenido muchos problemas– dice la mujer del alemán.

– Como todos, yo creo– dice Hans.

De pronto, el teléfono de Altagracia comienza a sonar y al verlo nota que es su socia.

– Disculpen, tengo que contestar está llamada.

La rubia se pone de pie y sale al pasillo para hablar.

– ¿Felina?– contesta en voz baja.

Altagracia, corazón ¿Cómo va todo?

– Bien, bien...

¿Segura?

– Si, aunque es tan...extraño.

¿Estar con Navarrete?

– Si, es que estuvimos todo el camino enojados. Se comporta como un idiota a veces, pero estábamos aquí y de pronto llega y me da un beso de la nada.

¿Qué?– ríe– ¿Te besó?

– No fue nada– dice paseándose de un lado a otro por el pasillo– fue un beso sin importancia, pero...

Pero te confunde.

– Un poco...

Yo sigo diciendo Altagracia, no sigas el juego de Amado. Vas a terminar muy mal con Navarrete si haces eso.

– Lo sé. La verdad es que no estoy muy segura de querer hacerlo, aunque ahora tenemos otro problema.

¿Qué problema?

– Aurelio.

¿Aurelio? Creo que él no será realmente un problema, porque no lo vi contento de que hicieras ese plan absurdo.

– No, ese no es el tema. Hoy en la mañana llegó a mi edificio y me hizo saber que yo le intereso de otra manera, ya sabes.

Cuidado ahí, Altagracia. Aurelio es muy atento con las mujeres, pero cuando alguna no hace lo que el quiere, termina muerta.

– Lo sé, lo tengo muy claro, pero es que no sé cómo sacármelo de encima ahora. 

Eso está complicado, pero vamos a ver cómo le hacemos. No estas sola, Altagracia, ya no...

– Gracias– dice con una sonrisa– Felina, te quería pedir un favor.

A ver, contame.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora