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Saúl, al ver al empresario entrar, suelta a la doña y camina furioso hacia él.

– ¡Y yo quería aclarar algunas cosas contigo!– dice el abogado dirigiéndose a José Luis.

– ¿Ah si?– ríe– Miren al pendejo este, quiere hacerse hombre de una vez.

– ¿Quién te dio algún tipo de potestad para prohibirme ver a mi mujer?

– ¿Tu mujer?– ríe mofándose de él.

– ¡A ver! Saúl, yo no soy tu mujer– dice la doña acercándose a ambos.

– ¿Ya ves? No quiere estar contigo, así es que o te me largas por las buenas o te me largas por las malas– dice sacando un arma de su cinturón. 

El empresario, sorpresivamente, apunta a Aguirre haciéndolo retroceder algunos pasos.

– ¿Esta es la clase de imbécil por el que me pides que me aleje?–mira a Altagracia.

– ¿Qué?– lo mira desconcertada– José Luis, ya suelta eso– lo mira.

– No hasta que este vato se vaya– la mira directo a los ojos. 

– José Luis– se acerca a él y toma su mano con delicadeza sobre el arma– No hagas una locura.

Sus ojos se conectan y el empresario comienza a descender su mano convencido por la rubia.

– No puedo creer que este sea el tipo por el cual tu dejas tu dignidad...

José Luis al oír eso, vuelve a sentir que la sangre se le va a la cabeza y lo apunta otra vez.

– ¡Tu no te vas de aquí contándola otra vez, pendejo!– dice el moreno.

– ¡Altagracia, dile algo!– dice Aguirre.

– Vete– mira al abogado– Y por favor, Saúl, no quiero volver a verte o de verdad no saldrás de aquí. 

– ¡Ah, cabrón! Ya la oíste.

– ¿Vas a dejar que me dispare?– pregunta sin entender nada.

– No.

Rápidamente la doña le quita el arma a José Luis y ahora es ella quien apunta a su ex gran amor.

– Si no te largas ahorita, la que te va a disparar soy yo– lo mira desafiante– Yo no necesito de terceros para matar a alguien. Al fin y al cabo, tu siempre dudaste de mí ¿No? Desconfiaste de mi palabra mil veces. Pues ahora ya me ves, soy capaz de hacerlo con mis propias manos y así ya te quitas de dudas.

Altagracia quita el seguro del arma y le apunta cada segundo con más determinación al abogado. Saúl no podía creer lo que estaba ocurriendo. La mujer a la que el "amaba" hoy lo estaba apuntando con un arma y lo echaba por completo de su vida. Sin embargo, la doña solo estaba imitando su comportamiento tiempo atrás cuando él fue quien la apuntaba a ella por su increíble desconfianza.

Por otro lado, el empresario la miraba con asombro. Sabía que la rubia era de armas tomar, pero nunca espero que reaccionara así con el abogado.

– ¿Qué esperas, Saúl?– insiste– ¡Ya, vete!

– ¡Ya, órale!– dice José Luis reaccionando– ¡Fuera!

El moreno lo jala del brazo y prácticamente a patadas lo saca de la oficina de la doña. Ella no voltea a ver, se queda inmóvil con el arma en las manos hasta que siente que la puerta se cierra con fuerza. Exhala y baja sus brazos. José Luis llega detrás de ella y le quita con suavidad el arma dejándola sobre un mueble.

– Altagracia– vuelve a posicionarse detrás de ella y acaricia sus brazos– ¿Estás bien?

– Gracias...– es lo único que sale de su boca.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora