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Vamos ¿qué dices? ¿Paso por ti?

– Mmm...Está bien, tienes una hora– cuelga la llamada.

La doña no sabía si estaba haciendo lo correcto en ese momento, pero quería salir a despejarse un poco. Además, le enviaría su ubicación a Matamoros por si algo salía mal. No sacaba nada quedándose encerrada en ese cuarto de hotel, que aunque era maravillosamente hermoso, prefería salir a conocer la ciudad.

Busca en su armario algún vestido que resalte su figura sin parecer demasiado "desesperada por sexo" y lo tira sobre la cama mientras busca unos zapatos que le combinen. Toma luego su teléfono y le marca a Matamoros.

– Matamoros, saldré esta noche. Si tú quieres puedes salir a divertirte por otro lado. Solo pido que estés atento por si necesito tu ayuda. Te voy a mandar mi ubicación mientras esté afuera. Es todo lo que necesito.

Está bien doña ¿Va a salir con el tipo de la mañana?

– Mmhh, me invitó a salir y acepté.

Bueno doña, cualquier cosa estaré atento a usted. Páselo bien, disfrute.

– Gracias Matamoros.

Altagracia termina la llamada y comienza a arreglarse para salir. Se perfuma y maquilla para dar la mejor impresión posible. No pretendía pasar una noche con Rafael, pero no iba a permitir que nadie la viera mal arreglada. Pasan menos de 40 minutos cuando tocan su puerta. Se acerca a ella y la abre.

– Matamoros ¿Qué suce....?

– Parece ser que a ti te encanta cambiarme el nombre eh– dice con una sonrisa.

– Rafael...

– ¿Puedo pasar?

– Claro, pasa– lo hace entrar.

– Bonita habitación– dice mirando a su alrededor– Bastante lujosa, elegante.

– Me gustan las cosas con clase– dice tomando su bolso.

– Pero no es más elegante ni más hermosa que tú, Leticia...

Y Rafael estaba en lo cierto. Altagracia se veía resplandeciente, extremadamente hermosa con ese vestido color beige que permitía ver su hombro al descubierto, lo cual era una verdadera tentación para el mexicano.

– Gracias– lo mira a los ojos– Bueno ¿vamos?

– Vamos– posa su mano en su cintura y la doña para llevarla fuera del cuarto.

Bajan y se dirigen a la entrada del hotel donde tenían listo el carro de Rafael para salir. En un acto de caballerosidad le abre la puerta y toma de su mano para ayudarla a subirse en el coche.

– Muchas gracias– dice al sentarse.

Rafael se monta también en el carro y comienza a conducir en dirección al lugar donde quería llevar a Altagracia...o Leticia.

– ¿Dónde me llevas?

– ¿Cenaste?

– Claro– ríe– Es bastante tarde ya ¿no crees?

– Entonces vamos a un bar que conozco que está increíble.

La llevó a un lugar llamado Windo. Era un ambiente lleno de clase. La gente estaba repartida entre las mesas y la barra sirviéndose uno que otro trago mientras tenían alguna charla. Rafael se acerca a la barra y Altagracia lo sigue.

– ¿Qué te gustaría beber?– dice una vez teniéndola en frente.

– Se me antoja un margarita.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora