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– ¿Cómo llegaste aquí?

– Es un cuento largo...– dice con seriedad.

– Que me gustaría escuchar.

– Pues entonces, empecemos. Porque a mí también me gustaría saber porqué me dejaste abandonada corriendo peligro ¿Quieres que hablemos aquí?– mira a la gente que estaba con ellos– ¿En frente de todos?

–No, bueno, pues, me imagino que ustedes tienen tienen que hablar de muchas cosas ¿no?– dice la güera que se encontraba al lado de Amado– Así que...mejor ¿por qué no nos vamos y los dejamos solos...?

–No, no– dice Amado– Ustedes se quedan aquí, yo me voy con...

– No, Amado. Faltaba más– dice Alba, la mujer de más edad– Nos vamos nosotros, las visitas se quedan. Con permiso– dice mirando a Altagracia. 

– Así es. Las visitas se quedan– dice la güera con desagrado mientras se retira junto con el resto de la sala. 

Cuando todos se van del lugar, Altagracia le hace un gesto a Matamoros y el también se retira dejándolos a solas. La pareja tenía muchas cosas de las cuales hablar, muchas explicaciones que darse.

La doña toma asiento en un sofá mientras Amado le sirve un shot de tequila. Se acerca a ella y le entrega el vaso para luego tomar asiento frente a ella.

– Gracias– le sonríe.

– ¿Quién te dijo dónde encontrarme?

– Ryan, antes de que lo abandonaras como a mi.

– Leticia...O Altagracia Sandoval– la mira– Yo no quería abandonarte.

– No fue lo que me hiciste entender, Rafael Mussi– bebe un sorbo de tequila– Me sentí traicionada.

– Fuiste tú quien se llevó el dinero, no yo.

– Y te lo traje de vuelta, Amado. No pretendo quedarme con algo que no es mío.

– ¿Por eso viniste?

– Por eso y por dos motivos más.

– Bueno, dime.

– Quiero volver a abrir mi caso. Quiero recuperar mi vida, mi familia, mis propiedades.

– Eso va a estar bien difícil, Altagracia– niega con la cabeza– Mataste a todos esos tipos a sangre fría.

– Y se lo merecían, cada uno de ellos– dice con frialdad– No me arrepiento de haberlo hecho.

– ¿Y cómo se supone que puedo ayudarte?

– Tú debes de tener contactos ¿no? Águila azul– le sonríe.

– ¿Cómo sabes eso?

– Bueno, yo también tengo mis maneras de averiguar las cosas, agente.

– Está bien– sonríe al ver su astucia– Creo que sé con quien puedes hablar.

– Gracias.

– De antes de saber quién eras tenía claro que tú eras una mujer distinta al resto...

– Y te la perdiste– dice sin quitarle los ojos de encima– De no haberme dejado sola te habrías ido conmigo a disfrutar de las delicias de Marbella.

– Contigo no se necesita un lugar espectacular para disfrutar de delicias, Altagracia– le sonríe.

– Al menos eso lo tienes claro– deja el vaso en la mesa de centro.

– Bueno– dice imitándola– ¿Qué más necesitas?

– Cuando te fuiste me dejaste un problema, Amado. Baltazar Ojeda ¿te suena ese nombre?

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora