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– Tu si me importas, Altagracia. No es que quiera tenerte en mi cama y ya.

– Pero tampoco puedes mantener una relación conmigo. Estás casado.

– Si, pero podría...

– Y además, yo estoy iniciando algo con Aurelio– lo interrumpe.

– ¿Lo amas?

– Es muy pronto para decir algo así...– le da la espalda– Además, una mujer como yo no se enamora, José Luis.

Durante semana y media, Altagracia había tenido más acercamientos con Casillas. Lo había comenzado a ver con más cariño, aunque no lo suficiente para enamorarse de él.

Solían cenar juntos algunas noches y el sabía muy bien cómo sorprenderla con detalles, sin embargo, aún no se habían dado la oportunidad de conocerse más "a fondo". Altagracia temía acercarse demás y aún así no ser capaz de olvidar lo vivido con el empresario.

– Altagracia– se acerca a ella y acaricia sus brazos– Por favor, cuídate de él– ella se gira para mirarlo– Me preocupa que te veas luego atrapada en una relación que no te conviene.

– ¿Y tú si me convienes?– dice en un tono irónico.

– Probablemente más que él– dice de una vez– Pero no te voy a obligar a nada, solo quiero asegurarme que estés bien, que nadie te complique la vida. Sacamos al pendejo ese de Saúl de en medio, no me hagas sacar también a ese otro cabrón.

– Yo no te pido que me andes cuidando, José Luis. Ahora lo único que necesito es que no te me acerques demás.

– Y no lo haré. Voy a tratar de mantenerme al margen, solo te pido una cosa.

– ¿Qué?

– Que me des un último beso– le sonríe– No pido nada más.

Altagracia sonríe y sin chistar, le toma la mejilla con dulzura y se acerca a sus labios para dejar un suave beso sobre ellos.

El empresario aprovecha para volver a pegarla a su cuerpo y profundizar un poco más con aquel beso que poco a poco los conectaba más.

– Ya...– dice la doña al separarse de él.

– Bueno– sonríe desganado– Te suelto de una vez y así ya vamos.

Ella asiente con la cabeza y luego salen juntos de la oficina para dirigirse a la de José Luis, dónde el empresario alemán ya se encontraba esperándolos.

– Hans– dice José Luis entrando– Disculpa la tardanza– le extiende la mano– Estábamos ocupados.

– No se preocupen. Ya se cómo es dirigir una empresa y el poco tiempo que queda.

– Ven, siéntate aquí– dice José Luis a la rubia señalándole la silla del escritorio.

– Gracias– toma asiento.

– ¿Cómo andan las cosas entre ustedes?– pregunta el alemán.

– Bien– dice José Luis con una sonrisa– Cada día mejor– la mira.

– Me alegra oír eso.

– Bueno, pues ¿Cómo será el proyecto?– pregunta Altagracia intentando cambiar el tema.

– Miren, lo que quiero pedirles es algo complicado, pero sé que ustedes pueden hacerlo– apoya las manos sobre el escritorio– Mi idea es que este proyecto sea rápido, porque si todo sale bien, quiero que hagamos más negocios juntos.

– ¿Y cuál es tu plan para que esto sea rápido?– pregunta la doña.

– Pues, quiero que hagamos ambos centros comerciales simultáneamente.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora