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¿Qué haces con ese pendejo?

– ¿Cómo? ¿Me estás espiando?– dice molesta pero con voz baja.

¿Qué tienes con él?

– Ay, ya, José Luis. Adiós.

La doña cuelga el teléfono y lo apaga de inmediato. Conociendo al empresario, iba a llamar hasta el cansancio.

Vuelve a la mesa y toma asiento.

– ¿Todo bien?

– Todo bien– le sonríe.

– ¿Era trabajo?

– No, era por otra cosa, pero no te preocupes.

– Espero no sea alguien intentando conquistarte también– bromea. 

– Aurelio...

– Dime, Altagracia.

– Necesito que seas claro conmigo– lo mira– Quiero que me digas exactamente qué buscas de mi.

– Seré muy sincero contigo, Altagracia– se levanta de la silla y se mueve a la que está al costado de la doña– Yo no sé que tienes, pero desde el día en el que te conocí que me tienes bien pendejo.

Provoca una pequeña sonrisa en la rubia.

– Me gusta como eres, me gustan tus ojos– acaricia su mejilla mientras se va a aproximando lentamente a sus labios– Me encantó ese beso que me diste ese día...

– ¿Pero tienes claro que no puedo confiar en ti?

– Lo sé, pero quiero ganarme tu confianza y quién sabe, de paso algo de tu cariño.

– Aurelio Casillas pidiendo cariño...– ríe y lo aleja.

– Pos si, algo así.

– Bueno, luego veremos si yo decido darte algo de mí.

Altagracia toma el tenedor y se mete comida a la boca mientras el queda completamente embobado a su lado. La mira y sonríe para luego ir a su silla.

El resto de la cena se desarrolla con naturalidad. A pesar de que la rubia no podía verlo seriamente para una relación, se sentía a gusto con él. Casillas se había encargado de divertirla y hacerla sentir cómoda.

Pasan un par de horas y Altagracia ya comienza a sentirse cansada. La cena llega a su fin.

– Fue una velada muy agradable– le dice la rubia con una sonrisa– La disfruté bastante.

– Me alegra que te haya gustado– sonríe y se levanta de la mesa extendiéndole la mano para ayudarla– Aunque si quieres, no es necesario darla por terminada...

La doña le sonríe y toma su mano para ponerse de pie, pero antes de tomar sus cosas e irse del lugar, se acerca a él con una sensualidad imposible de resistir. Posa su mano sobre la mejilla de Casillas y aproxima sus labios a los de el dejando un suave beso. Aurelio la toma firmemente de la cintura para pegarla más a su cuerpo mientras su boca se apodera de la de ella.

– Ya me voy...– dice soltando los labios de Aurelio.

– Vente conmigo esta noche– dice sin soltar su cuerpo.

– No, Aurelio– ríe– Me esperan en casa– le da un beso corto– Nos vemos.

Se suelta de su agarre y toma sus cosas para salir del lugar.

Apenas cruza las enormes cortinas que dividían su mesa del resto se encuentra a José Luis impaciente bebiendo a pocos metros de donde ellos se encontraban. Cuando los ojos del empresario se encuentran con los de ella, Altagracia, en un acto de provocación, se limpia la comisura de los labios con los dedos haciéndole saber así que había besado a Casillas. Inmediatamente puede ver como las pupilas de José Luis se agrandan llenos de ira al entender el mensaje.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora