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– ¿Por qué te quedas callado? 

– Porque no se que decirte.

– Dime lo que hiciste para estar ocultándote así– se cruza de brazos.

– Leticia– le acaricia el brazo– Si yo te ofreciera un trabajo algo ilegal ¿tu aceptarías?

– Depende de que sea– dice seria– ¿Qué tiene que ver esto con mi pregunta?

– Si yo te dijera que puedes hacer mucho dinero conmigo, tu...

– Rafael, directo al grano, por favor– lo interrumpe– Si es trafico de drogas, blancas o cualquier cosa parecida, olvídalo– le quita el brazo y se pone de pie.

– No se trata de eso– la sigue– Te diré pero necesito que me escuches bien antes de que reacciones tan mal.

– Ya habla antes de que saque mis cosas de aquí y me largue– dice en seco.

– Bueno, aquí voy– la mira– Quiero ofrecerte que te unas a mi para lavar dinero...

Altagracia lo queda mirando sorprendida. No sabía que decirle ni cómo reaccionar al respecto. Si bien es cierto, ella había hecho muchas cosas ilegales en su vida, incluyendo la muerte de gente inocente, pero jamás había hecho algo relacionado con ese tipo de negocios, ni siquiera sabía bien cómo se hacía. 

– ¿Es por eso que andas huyendo?

– Si– la mira– Y estoy depositando mi confianza en ti al decírtelo.

– Lo sé.

– ¿Y? ¿Aceptas?

– Rsfael– se gira y comienza a caminar hacia el dormitorio– Yo no sé si pueda hacer eso. Ni siquiera sé cómo se hace.

– Yo te enseño– la abraza por detrás– Nada malo te va a suceder conmigo– le comienza a besar el cuello– Así recuperarás dinero y disfrutaremos juntos de toda esa fortuna.

– Mm...tu crees que soy como una muchachita boba que cree en el amor– ríe– Que espero que me bajen la luna y las estrellas.

– Y todo lo que tú quieras– continúa enfocado en su cuello repartiendo húmedos besos en él.

– Pues...– se gira y lo mira– Te equivocas corazón– le sonríe y luego lo empuja hacia la cama– Yo sola me puedo bajar la galaxia entera si así lo deseo– se acerca a la puerta y la cierra con seguro– Y ahora lo que quiero es tenerte a ti.

Comienza a quitarse la blusa que llevaba puesta y la tira al piso mientras Rafael la observa con una sonrisa. Cuando ve que ella empieza a quitarse los pantalones, se quita la chaqueta de cuero que llevaba. Altagracia se acerca a él y se sienta a horcajadas sobre el mexicano para luego inclinarse hacia su boca.

– No sé porqué siento que serás mi perdición Leticia.

Altagracia le sonríe y luego comienza a darle pequeños suaves besos en los labios. Lentamente comienza a apoderarse de su boca introduciendo su lengua para acariciar la de él. Su piel estaba ardiendo por el deseo, y cómo no, si el mexicano era realmente atractivo y la manera en la que le hablaba del poder que le podía dar la excitaba aún más.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora