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– Buenas noches, Altagracia.

La doña observa como el empresario se acerca a ella para saludarla. Llega hasta la rubia y deja un suave beso en su mejilla, algo que por primera vez hacía, y luego se posiciona detrás de ella para hablarle en el oído.

– Sácalo de aquí, no confío en él– le dice en voz baja mirando al policía.

Altagracia duda un instante, pero finalmente mira a Cisco y le habla.

– Cisco, déjanos solos, por favor.

El policía mira a José Luis con desprecio y finalmente sale dejando sola a la pareja de empresarios.

– ¿Cómo va todo con Matamoros?– se gira para mirarlo.

– Mañana mismo estará libre. He estado hablando con el fiscal y pagué una gran suma de dinero para que lo saquen de la cárcel sin levantar ningún tipo de comentario para evitar que ahora él vaya a juicio.

– Perfecto...

José Luis se acerca unos centímetros más a ella provocando una pequeña incomodidad en su interior.

– ¿Tú cómo te sientes?

– Eso da igual. Dime ¿tu mandaste a modificar el informe del policía ese?

– Por supuesto– sonríe– Te dije que cumpliría.

– Lo hiciste muy bien, te lo agradezco...Ahora necesito pedirte otro favor...

– Claro, dime, todo va dentro de la misma deuda– sonríe.

– Necesito que cuando Matamoros salga me busque un departamento para cuando me toque a mí ser libre.

– Pero eso puedo hacerlo yo mismo, no ten...

– No– dice interrumpiéndolo– Quiero que Matamoros se haga cargo de mis cosas personales. Además, no pretendo que tú estés enterado de dónde vivo. No quiero tenerte metido ahí todo el tiempo.

– Tranquila, Altagracia– ríe– Yo no busco acosarte de ninguna manera.

– Eso espero– dice con seriedad.

– Bueno, te dejo. Mañana te espera un largo día y solo venía a ver cómo iba todo...y a contarte lo de tu guarura– se da la media vuelta para retirarse.

– ¡Navarrete!– dice haciendo que se gire– ¿Tu...crees que me liberen pronto?

José Luis le sonríe y se acerca a ella para poder mirarla mejor a los ojos.

– Estoy más que seguro– dice intentando darle seguridad– Saldrás más rápido de lo que imaginas. Yo mismo me encargaré de eso.

Altagracia le entrega una leve sonrisa mientras sus miradas se conectan por más tiempo de lo que acostumbraban a verse a los ojos. José Luis no sabía que sentir o pensar cuando lograba ver a la verdadera Altagracia detrás de la máscara de la doña, aunque fuera por solo unos segundos. Sentía ganas de dejar de ser tan duro con ella, pero no podía dejarse llevar, no podía permitirse confiar en ella.

– Bueno, ahora sí me voy. Que descanses.

Rápidamente se gira y camina hacia la puerta tratando de cancelar cualquier tipo de sensación positiva hacia la rubia.

– Buenas noches– dice antes de verlo cruzar la puerta.

[...]

El empresario llega luego de media hora a su casa y ahí se encontraba su esposa viendo el noticiero junto a su hijo en la sala.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora