ENCENDIDOS

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Toma el teléfono y contesta.

– ¡Me vas a oír muy bien, cabrón!

– ¿Disculpa? ¿Quien eres? Busco a Altagracia.

– ¡Tu peor pesadilla, pendejo! ¡No vuelvas a marcar ni a buscar a Altagracia! ¿Entendido?

– ¡¿Y tú quién eres?! ¿Tienes algo con ella?

– ¡Ella está muy bien conmigo! ¡Así es que te me largas de su vida, pero ya! ¡Si te vuelves a acercar no lo contarás otra vez, cabrón!

Cuelga la llamada y aprovecha de bloquear de inmediato su número del teléfono de la doña.

– Pendejo...

Estaba furioso, no sabía si Altagracia seguía con él o no, pero lo quería lejos de la rubia. Tira nuevamente el celular sobre la cama y sale aún bastante molesto al salón. Cuando llega, busca con la mirada a la doña y la ve compartiendo con algunos de los invitados de Zimmermann; invitados que asumía eran de su familia, ya que no los había visto antes en el grupo de empresarios.

Se veía tan bella que rápidamente pudo calmar el enojo de José Luis sin siquiera notar que ya se encontraba ahí. Su espalda desnuda ante él era una constante tentación. Camina finalmente hacia ella y Altagracia, como si pudiera sentirlo se voltea lentamente a verlo.

 Camina finalmente hacia ella y Altagracia, como si pudiera sentirlo se voltea lentamente a verlo

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– Buenas noches– dice José Luis al grupo de hombres– Te estaba buscando, amor.

– Preferí venirme antes– lo mira– No quería interrumpir otra llamada.

– ¿Es tu esposo?– pregunta uno de los hombres.

– Si– dice José Luis– Altagracia es mi mujer ¿Por qué?

Altagracia lo mira sin comprender su actitud.

– Tienes una mujer muy guapa– dice el hombre.

El empresario lo aniquila con la mirada y el silencio se apodera del grupo. El comentario del hombre lo había hecho molestar nuevamente.

José Luis pone su mano en el cuello de la doña con delicadeza y acerca su boca a su oído.

– ¿Puedes venir?– le dice en voz baja.

– Disculpen– dice Altagracia poniéndose de pie.

El moreno la guía con su mano sobre la desnuda cintura de la rubia hacia el pasillo y así logran alejarse del ruido de la fiesta.

– ¿Qué sucede, José Luis?

– ¿Tienes algo aún con Saúl?– espeta.

– No– ríe– ¿Por qué lo preguntas?

– Porque te llamó.

– ¿Contestaste?

– Si.

Tu ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora