Capítulo 28

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La campana suena en cuanto abro la puerta y el dulce aroma del café inunda mis fosas nasales al entrar. La cafetería está en su máximo apogeo a pesar de que casi oscurece por completo, dando mérito a su servicio de 24 horas, una de las razones por las que Seok Jin y yo escogimos este lugar para encontrarnos siempre que es posible.

Y es que Kwan Chul pocas veces me permite salir y han sido cuantiosos los casos es los que he tenido que escabullirme con la excusa de buscar el correo o sacar la basura para poder venir a este lugar. La mayoría del tiempo ocurre en las tardes o algunas veces en la madrugada, cuando Kwan Chul y Jae Sook duermen, una grandiosa suerte es que este sitio quede bastante cerca del complejo.

Obvio que Seok Jin no tiene idea de que escogí este lugar por dichas razones, él simplemente asume que la causa es que la mayoría de las veces regreso tarde de la escuela o de alguna salida.

—¡Señorita Sang!—Uno de los empleados me reconoce por la frecuencia con la que he visitado el lugar. Lo saludo con una reverencia y me acerco para buscar a Jin.

—¿El señor Kim aún no ha llegado?—Le pregunto al no tener éxito.

—Sí, él está aquí. Sígame Señorita Sang, él la está esperando.

Acato la orden del camarero y le sigo a través de las mesas y mostradores que hay en el lugar. No es necesario que el joven me indique el sitio correcto, basta solo con ver los anchos hombros de SeokJin y su cabeza sumergida en un enorme plato de fideos para saber que se trata de él.

Le agradezco al empleado y avanzo hacia la mesa, solo para verla repleta de pequeños platillos desbordados de verduras, carnes, y para complementar, la gran cacerola de fideos a su lado.

Le agradezco al empleado y avanzo hacia la mesa, solo para verla repleta de pequeños platillos desbordados de verduras, carnes, y para complementar, la gran cacerola de fideos a su lado

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—¿Por qué no me sorprende encontrarte así? —Río a su costado y él se gira en mi dirección con sus palillos en la boca para luego sonreír.

—¡Viniste!—Mueve sus manos incitándome a tomar asiento mientras aparta unos cuantos platos para darme un poco de espacio.

—Claro que sí, dijiste que era algo urgente…pero veo que no pudiste contener al enorme agujero negro en tu estómago. —Murmuro escudriñando la excesiva cantidad de comida que aún continúa devorando.

—He pasado todo el día en el hospital con apenas tiempo para comer algo, me han dado unas horas de descanso así que tenía que saciar mi hambre.—Explica sirviéndose más carne sin siquiera ofrecer un poco, supongo que la necesidad no le cede espacio a la educación. Ay, SeokJin.

—No entiendo cómo logras verte siempre tan genial si comes como cerdo.

—Es un don, querida. No todos pueden ser tan perfectos como yo.—Se encoge de hombros y yo ruedo mis ojos mofándome por su constante narcisismo.

Si fuera otra persona esa actitud claramente me molestaría, pero viniendo de SeokJin no hace más que divertirme.

—Bueno, cuando termines de atiborrarte de harina puedes decirme la razón por la que me llamaste.—Me burlo al verlo prácticamente en un intento de comer un pedazo de pan y una cucharada de fideos a la vez.

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