Capítulo 64

397 55 123
                                    

Maratón 2/3
.
.
.

Unas suaves caricias en mi cabello comienzan a desperezar mis sentidos lentamente. Poco a poco percibo los sonidos a mi alrededor, la voz que a mi lado llama mi nombre con serenidad, su tacto más preciso sobre la piel de mi frente y mejillas, el pitido constante a mi costado y los pasos en el exterior de la habitación.

A medida que vuelvo a ser consciente de cada detalle a mi alrededor, dentro de lo que me permiten mis limitados sentidos, mis párpados nuevamente aletean por inercia, en busca de la claridad…porque sé que estoy viva y despierta, mas no puedo exteriorizarlo o reaccionar del todo.

Comienzo a recordar cuál es mi condición postrada en esta cama, cuál es el precio injusto que estoy pagando al no poder abrir mis ojos, mover mis dedos siquiera o responderle a aquel llamado que continúa ejecutándose a mi lado. Y cuando la desesperación y la tristeza vuelven a nublar mi juicio, un diminuto rayo de luz se cuela a través de mis pestañas. Una mínima esencia de luz, que lucha por llegar a mis pupilas tras la piel acorazada de mis párpados. Y así comienza todo...

Nunca me he sentido tan feliz de ver la luz como en este momento, como en esta ocasión en la que mis ojos parecen responder a los estímulos y abrirse por su cuenta lentamente…con dificultad y cansancio, pero cada vez el haz de luz se hace más nítido e intenso. Cuando la borrosa y confusa imagen de lo que debería ser mi entorno comienza a dibujarse a líneas errantes frente a mi mirada, uno de mis dedos golpea con delicadeza la piel de la persona mi lado que sostiene mi mano. Seguido de otro, y otro…y por último mi mano entera se aventura a darle un apretón a la suya.

—Eso es Eun Mi, ya casi lo logras.—me anima con serenidad devolviéndome el apretón.

De reojo noto que se coloca de pie y presiona unos cuanto botones al costado de mi cama para que el colchón se eleve levemente y mi torso se curve un poco hacia adelante. Entonces toma uno de mis brazos y lo levanta tanteando la articulación que se conecta con mi codo, repite el proceso con el segundo brazo y para mi sorpresa logro mantenerlo en alto por breves segundos.

—¿Recuerdas cómo te llamas?—sus dedos se afianzan alrededor de mis ojos y en un molesto gesto fuerzan mis párpados a abrirse para iluminarlos con una pequeña e irritante luz que retira al instante antes repetir el proceso en mi otro ojo.

—Sang Eun Mi.—respondo con dificultad en apenas un rasposo y ronco susurro que me hace toser levemente.

—¿Qué edad tienes?—continúa preguntando mientras tantea mis rodillas y tobillos, incitándome a mover mis articulaciones. Aún mi visibilidad es demasiado borrosa como para distinguir algo más allá de su voz con claridad.

—Diecisiete años.

—¿Sabes por qué estás aquí?—recuerdo a la perfección todo lo sucedido antes de este momento, incluso cada sueño y pensamiento que he tenido en medio de mi estado de semiinconsciencia. Sin embargo, solamente me limito a asentir.

—Gracias a dios.—suspira con alivio.—No hay señales de amnesia, su ritmo cardíaco es estable y no presenta ningún daño osteomioarticular.—justo cuando termina la última oración noto que a su lado hay otra persona tomando nota de todo lo que este dice.

—Hemos disminuido a la mínima cantidad la dosis de pentobarbital, pero aún no se le ha retirado por completo así que es probable que se mantenga un poco somnolienta y confusa.—reconozco la voz de la mujer que viene todos los días a la habitación, supongo que se trata de la enfermera.—Pero si sus signos continúan así de estables podrá irse pronto, por el momento continuaremos suministrándole algunos suplementos.

—Gracias, enfermera Kyeon.—contesta el hombre y en cuanto se acerca nuevamente a revisar mi pulso, es que me percato de una vez por todas de quién se trata.—Me quedaré un rato más con ella hasta que reaccione del todo.

PillowTalk⚾JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora