Capítulo 37

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Maratón 2/3
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Me detengo justo enfrente de la imponente construcción del Condominio Sang, siempre me ha gustado  visitar este lugar, pero no hoy. No cuando vengo por esta razón.

Luego de mi llamada, SeokJin ha pedido vernos aquí puesto que Kwan Chul no se encuentra en el hospital en este momento, cosa que me parece extraña pero no pienso entrometerme en ese asunto. Así que luego de regresar a mi salón para tomar mi mochila, he venido lo más deprisa posible. Ni siquiera me preocupa estarme perdiendo algunas clases, hoy el día ha sido completamente atípico.

—¡Eun Mi!—la enfermera Choi me recibe en la recepción con su característica sonrisa surcando sus regordetas mejillas.

Me aproximo hacia ella para devolverle el saludo, aunque mi gesto carece de emoción y efusividad, lo cual ella parece notar.

—¿Te encuentras bien, linda? —pregunta con preocupación.

—Sí, solo estoy algo cansada de la escuela. Ha sido un día largo.—me excuso y le dedico una pequeña sonrisa para hacer creíble mis palabras.

—Te entiendo ¿Sabes? He hablado con Haneul hace poco, está en tu mismo año, y me ha contado que las clases son agotadoras así que imagino que debes sentirte igual.—ella sonríe y percibo en su mirada ese brillo que siempre descuella cuando habla de su hija.

Por un instante me siento celosa de Haneul, nunca nos hemos visto, pero no puedo pasar desapercibido el hecho de que tenga una madre tan maravillosa que la ame con locura y no esté a su lado aprovechando eso. Algo que yo nunca tendré.

—Pues sí, segundo año es exhaustivo.—concuerdo.

—¿Aún tienes la pulsera que te di?—pregunta escudriñando mi muñeca vacía.

—Está en casa, la guardo para Haneul como acordamos.

—Oh no, cielo. Quería que la usaras tú, puedes tenerla sin limitación alguna. Me gustaría que la llevaras…

Siempre me ha parecido injusta la historia familiar de la enfermera Choi, derrochando amor por una hija que apenas ha visto en los últimos años y sufriendo en silencio el no poder tenerla como quisiera. Y sé bien que ella ve ciertas similitudes entre su hija y yo, que aunque nunca ha intentado sustituir a ninguna, se ha encargado de hacer por mí lo que por ella no puede. Pero aún así soy incapaz de ignorar el hecho de que ella no es mi madre y de que se cariño no es mío por entero, aunque estoy agradecida. Así que no siento que esa pulsera me pertenezca, simplemente la conservo hasta que pueda tenerla su dueña. Por eso mi ahínco en protegerla, no he tenido el valor de usarla.

—Lo haré, pero el acuerdo sigue en pie ¿Eh?—ella ríe y agita su mano restándole importancia a lo que digo.

La frase inscrita en la pulsera es “Siempre a tu lado”.Creí que se refería a una persona, pero si lo vemos desde otra perspectiva se refiere al amor en sí.

Ella no puede siempre estar junto a su hija, pero su amor permanecerá a su lado todo el tiempo. Él no pudo quedarse para siempre junto a mí, pero el amor que me brindó por todos esos años aún lo llevo conmigo.

Viendo el significado de esas palabras y lo mucho que simbolizan, tanto para ella como para mí, creo que debería usar la pulsera. Voy a cuidarla como una promesa para la señora Choi y para él, porque así el recuerdo será más febril.

—Dijo que lo esperases en su despacho. Corredor B, no te desvíes.—me informa al cabo de unos breves minutos de conversación.

—Lo sé, Corredor B.—le sonrío por última vez antes de subir por las escaleras, es menos llamativo que si utilizara el ascensor.

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