Capítulo 67

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Jungkook abre sus ojos atónito por mi pregunta, noto su nuez de adán descender con brusquedad en cuanto pasa saliva y las minúsculas gotas de sudor formándose en su frente a medida que transcurren los segundos de silencio entre nosotros.

—¿Qué…qué quieres decir con eso? Claro que es mi verdadero nombre.—confirma y de forma ansiosa retira mi mano de su brazo.

—¿Estás seguro?

—Bueno ¿Quieres ver mi jodida acta de nacimiento también o qué?—espeta con rudeza en mi dirección y yo aparto la mirada cohibida por su cortante tono de voz. Es la primera vez que me trata de esta forma desde que estamos juntos.

—Lo siento, fue una pregunta estúpida…—me giro dándole la espalda para colocar la clave en la puerta y terminar con esto de una vez.

—No…yo lo siento.—se apresura a responder con un frustrado suspiro de por medio.—No debí hablarte así…

—Da igual, es mi culpa por ver siempre sombras donde no las hay.

—Eun Mi...

—Nos vemos en un rato.—sin dejarle aportar algo más, abro la puerta y entro cerrándola justamente frente a su rostro.

Mentiría si dijese que no me ha dolido su trato, y mentiría también si afirmase que su respuesta no me ha decepcionado un poco.

Claro que ese es su nombre real… ¿En qué estaba pensando?

Obviamente no podría ser él, estoy segura de que me habría dado cuenta hace mucho. Ni siquiera sus nombres coinciden. Tal vez mi problema esté en intentar relacionarlo con todo lo que ocurre a mi alrededor. Tengo que dejarlo ir de una vez y resignarme a que jamás volveré a verle.

—Con que ya estás aquí.—apenas entro al lugar diviso a Kwan Chul sentado en su sillón con un vaso de alcohol en su mano.

Ni siquiera pregunta cómo he estado, simplemente me observa fijamente desde su posición mientras bebe.

—No por mucho tiempo, voy a irme con Seokjin.—al escucharme, chasquea su lengua y comienza a negar con su cabeza con desaprobación.

—Eun Mi, Eun Mi…¿Qué fue lo que dije sobre esa estúpida idea?—se coloca de pie con amenazante parsimonia mientras habla.—No vas a ningún lado, tu lugar es aquí.

—Mi lugar es donde pueda recibir la atención que necesito mientras esté convaleciente.—espeto cruzándome de brazos, sé que solo tiento al caos, pero ya no le tengo miedo.

Aprendí que siempre que se quiere se puede.

—Al parecer el golpe en tu cabeza te ha hecho olvidar cómo son las cosas por aquí…—masculla y da un último trago a su bebida.—Déjame recordártelo…

Ahogo un grito cuando repentinamente lanza el vaso de cristal y este se hace añicos contra la pared justo a mi costado. Incluso cuando tal acto me ha sorprendido y los vidrios se han fragmentado a escasos centímetros de mi rostro, no me amedranto. No voy a demostrarle debilidad alguna.

—¿Qué sucede?—justo en ese instante Jae Sook hace acto de presencia bajando las escaleras, el ruido parece haber llamado su atención.—¿Eun Mi?

—No vas a ir a ningún lado, maldita perra.—ruge Kwan Chul acercándose e ignorando la llegada  de su hijo.—Te quedarás aquí y harás todo lo que yo te diga, ese es tu puto lugar.

—Ya no más.—profiero con seguridad y él suelta una sarcástica risa carente de humor por completo.

—Tu amnesia parece ser más grave de lo que pensaba, quizás debería hacerte recordar de una forma más concisa.—apresura sus pasos y eleva su puño en mi dirección, justo cuando se prepara para hacerlo impactar contra mi mentón, una figura se interpone entre nosotros.

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