Capítulo 8

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Maratón 2/3

Definitivamente esta es la mejor parte de todo el lugar. Si algo ha caracterizado durante años los condominios Sang son sus peculiaridades, este hospital es diferente a cualquiera que podrías encontrar en Seúl y eso es lo que lo hace tan prestigioso y especial después de todo.

Y no me refiero solamente a su excelente personal y a la efectividad de sus tratamientos, sino también a su arquitectura…empezando por este hermoso jardín.

Recuerdo que lloré aquí muchas veces, cuando mamá y papá murieron, venía aquí a desahogarme de vez en cuando. Aunque nunca estuve sola.

También sonreí y me divertía mucho corriendo entre los arbustos mientras que él me perseguía fingiendo ser una bestia como las de las caricaturas que solía mirar. Quizás mi infancia no fue tan triste, me pregunto a partir de qué momento aquello cambio.

¿Sera cuando murió el abuelo?

¿Cuándo él desapareció?

Era temprano en la mañana y el abuelo me había traído nuevamente al hospital, estaba feliz de venir…pero no me gustaba estar sola y él tenía una importante reunión con la mayoría del personal. Ni siquiera la enfermera Choi estaba disponible para conversar un rato.

Había bajado al jardín, este es mi lugar favorito de todos. El abuelo lo había diseñado años atrás para que los pacientes pudieran mejorar sus ánimos y disfrutar de una caminata en las tardes, debe ser muy frustrante estar horas enteras recostado en una cama.

También en horario de almuerzo los doctores venían a pasar su tiempo aquí, a relajar el estrés, y no los culpo, este sitio realmente es tranquilizador.

—¿Eun Mi? – escucho mi nombre armonizado con esa voz que tanto conozco y me giro confusa en su dirección.

—¿Qué haces aquí? –pregunto una vez lo tengo en frente.

—No sabía que estabas hoy aquí.–responde él sonriente.

—El abuelo me trajo…¿Y tú?

—Mi mamá…quiere que hable con el interno pero yo realmente no quiero.

Observo cómo se coloca a mi lado en el pequeño banco y me entretengo con el vaivén de su oscuro cabello sobre su frente al pasar la brisa. Sus ojos cafés me miran y una pequeña sonrisa se extiende por sus comisuras, ha pasado un tiempo, y aún me sigue recordando a aquella tarde en el cementerio cuando lo vi por primera vez.

—Dile que no quieres entonces y listo. —le sugiero.

—No es tan fácil como eso
tontita.—golpea levemente su dedo en mi frente y yo río un poco.

Antes me molestaba que me llamara de esa forma, pero luego comprendí que era solo un seudónimo de cariño y entonces me acostumbré a ello.

—Ella me obligará de todas formas…está muy sensible desde que lo que pasó. – Su semblante se entristece y la sonrisa desaparece de forma gradual dando paso a una expresión acongojada.

No me gusta verle así. Creo que es hora de actuar como una buena amiga y hacerlo olvidar sus problemas.

—Entonces escondámonos, se cansará de buscarnos y no tendrás que hablar con el interno.

Él se carcajea por mi disparatada idea y luego me mira con seriedad ladeando su cabeza.

—Muy madura , Eun Mi. –murmura con sarcasmo.

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