Capítulo 27

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Kian

Lo que sucedió con Olivia me afecto más de lo que creí. Ella siempre ha tenido un carácter fuerte y nada parece derribarla. Así que verla tan frágil y desolada hizo que algo dentro de mi se derribara también. 

Alguien más a quien tengo que agregar a la lista de personas a las que les he jodido la vida.  

Encimas estás fechas no ayudan mucho... diciembre... navidad. El whisky me ayuda a pasar el resto de los días del año, pero diciembre siempre cuesta más, por lo que bebo el doble y trato de evitar estar en la casa. 

Cuando tuve el dinero y compre la casa de mi infancia, Hayes me dijo que era un masoquista por hacerlo, sobre todo que la volviera a restaurar, pero para mi servía de una especie de recordatorio de por que hago esto. Un recordatorio de quién soy. 

Mis pensamientos se dispersan cuando veo a Hardy entrar a la oficina. Se para frente a mi escritorio y me mira. 

Suspiro. 

- ¿Quién te ha llamado? - pregunto. 

- Alessio. - dice. - Me ha dicho que no te has movido del asilo en toda la semana.

- ¿Por qué diablos ese chico se preocupa tanto por todos? - digo. - Es como si fuera la madre por aquí. 

- Porque es nuevo, por eso. - dice. Se sienta en una de las sillas que están frente. Me sigue mirando en silencio, cruzado de piernas.

- Sabes que me pongo nervioso cuando me miras así. - digo. 

- Sabes, apostaría mi apartamento a que estás ebrio. - dice. 

- No estoy ebrio. 

- Conozco todos tus estados de ebriedad, ahora eres el ebrio melancólico. - dice. - Por eso no me has gritado ni una vez desde que entre, sobre todo cuando pase sin tocar la puerta. Anda, pregunta lo que me quieres preguntar. 

Nos quedamos en silencio, mirándonos. Viéndolo a esos mismos ojos celestes que conozco de toda mi vida. Ahora que lo pienso, no creo que haya alguien que me conozca mejor que Hardy, ni siquiera Olivia o Hayes.  Aún recuerdo cuando se apareció en donde en aquel entonces era nuestro "cuartel", hace 10 atrás y me dijo: "Soy el mejor y seré tú abogado. Te seré caro, pero te defenderé de todo." 

- ¿Has hablado con ella? - le pregunto. 

- Pues claro que si, por algo soy el mejor amigo gay. - dice, no puedo evitar lanzar una pequeña risa. - Ella va a estar bien, siempre lo está. Es como tú en eso.

- Eso dices porque no la viste ese día. - digo. 

- Puede que no la haya visto, pero se lo que significo para ella. Fue como si hubiera abortado los sueños que tenía contigo. - dice. - La conozco desde que tengo memoria, la he visto dibujarte a ti con crayones, mientras con una mano le tomas la de ella y con la otra la de su hijo. 

- Ella está enamorada de otro Kian. - digo con tristeza. - Uno que murió hace mucho. 

- No murió, solo está muy escondido porque aún tiene miedo. - dice. - Y ella creyó que podría traerlo. 

- ¿Para que lo quiere de vuelta? Solo pasan cosas malas cuando él está cerca. 

- ¿Acaso puedes culparla por aferrarse a algo que alguna vez la hizo más feliz que nada? - dice. - ¿Acaso no es por eso que aún sigues viviendo en esa casa? En el fondo quieres volver a llenarla de buenos recuerdos.

- Yo no soy de los que olvidan las cosas, sino de los que recuerdan para...

- Si, si, si, para vengarse a la larga, ya he oído ese discurso tuyo. - dice. - Es noche buena, pasemos por los chicos y vamos a mi casa. He encargado comida, vino y whisky para ti. Seremos pocos, mis padres ni siquiera la pasan conmigo. Anda. 

No Puedes Comprar Mi Amor (Mafia Marshall I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora