Capítulo 80

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Kian

Pasaron los días y seguíamos en la casa.

Hardy tenía razón, yo también necesitaba desconectar un poco, para de alguna manera volver a conectar conmigo mismo. Jude y Rocco ayudan con eso, ambos aún son unos niños y viven con esa ligereza y despreocupación que de alguna forma te la contagian. Y Hardy es como otro niño, así que se complementan.

Durante el día tratamos de estar afuera. Trajimos pelotas de futbol y vóley, con lo que jugamos los cuatro juntos. Por la tarde caminamos hacía el lago y aprovechamos para meternos. Ya por la noche, luego de cenar, jugamos a las cartas o a algún otro juego de mesa.

Una parte de mi también se siente como un niño. Todas esas cosas solíamos hacer con Renn, Olivia y Hardy cuando nos quedábamos aquí. Me siento de esa misma forma en la que me sentía en ese momento. Como que nada puede ser tan malo y que a la larga todo va a resultar bien. Eso me llevo a darme cuenta que, en todos estos años, iba perdiendo de a poco mi lado humano. Solía creer que no se podían ser las dos cosas, que una u otra. Pero, desde la llegada de Galadriel, que me volvió a conectar con ese lado que creía perdido, comienzo a creer que no todo tiene que ser blanco o negro. Conecte con Jude, que no sabía cuanto lo necesitaba hasta que paso. Y también con los demás del clan, no solíamos hablar más que de trabajo. Ahora realmente los siento como una familia. Y eso es algo que me dio ella...

Galadriel sigue en su propio mundo, perdida en sus pensamientos y no deja entrar a nadie en ellos. Quisiera saber que es lo que pasa por su bella cabeza. Siento que cada vez se aleja más y eso me asusta, porque temo no recuperarla. 

Es medio día, cuando estamos fuera. Jude está jugando con su casco de astronauta cerca de un árbol, Galadriel está sentada bajo una sombra un poco más alejada y yo con Rocco estamos encima de una colchoneta grande que pusimos, mientras le enseño combate cuerpo a cuerpo. 

Con un solo movimiento vuelve a caer de espalda contra la colchoneta. 

- Mierda... - dice por lo bajo. 

Le extiendo mi mano y él la toma. Lo levanto de un tirón. 

- Anda, no te enojes tanto, que eso te nubla el pensamiento. - digo. - No pienses en vencerme, sino en que tienes que defenderte. 

- Eres el doble que yo. - se queja. 

- El tamaño no importa, no si sabes aplicar bien las técnicas que te enseño. - digo. - Apenas eres un novato, esto lleva tiempo. Ten paciencia y practica. 

Oigo una risa ajena a nosotros dos. 

- Que divertido que tú promuevas la paciencia. - dice Hardy acercándose a nosotros. 

- ¿Qué tú no estabas cocinando? - digo con fastidio. 

- Ah si, quemé el almuerzo. - dice. - Así que ordene algo. 

- ¡Ves! A que accedí a dejar que tú cocines. - digo. 

- Oye, en mi defensa, me distrajeron. 

- ¿Quién? ¡Estabas solo! O que, ¿Ya empezaste a ver fantasmas? 

- No, tus subordinados, quien al parecer no son capaces de tomar una decisión solos. 

Suspiro. - ¿Qué les sucede ahora?

- No lo sé, lo les entendí, hablaban todos a la vez. - dice. - Así que les dije que se vinieran. 

- ¡HARDY! - grito molesto. 

- Solo van a ser dos días.

- ¡Voy a matarte! 

- Tú tranquilo que nada pasara. 

No Puedes Comprar Mi Amor (Mafia Marshall I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora