Capítulo 2

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Lo agarro del brazo con fuerza y lo tironeo, alejándonos unos metros del depósito.

- Oye, me haces mal. - se queja.

- Dime por favor que no compraste a esa chica. - digo molesto.

- No compré a esa chica. - dice. Lo miro levantando una ceja. - Ahora que te dije lo que querías oír, ¿puedo irme?

- No hasta que me digas que carajo hiciste. - digo.

- Para ser honesto, no lo recuerdo bien. - dice. - En la sala VIP, Leo nos mostró su nueva "sección", así lo llamó él, y detrás de un vidrio, en una habitación, estaba lleno de chicas. Puede que haya hecho un chiste o dos sobre que te vendría bien una novia paga y... y bueno. Una cosa llevo a la otra, fue una especie de subasta de mujeres...

- ¿¡Es que has perdido la cabeza!? - grito enojado.

- Kian, te juro por dios, que no pensé que iban enserio.

- ¡Eres ateo!

- ¡Es una expresión! - dice. - Ponte en mi lugar. Ebrio y drogado. ¿Cómo pasa un bar de venderte tragos a venderte mujeres? Para cuando se me fue el efecto y reaccioné que iba enserio ya no había marcha atrás.

- Voy a matarte. - digo. - Y no es una expresión.

- Me dieron una especie de certificado, que prueba que es de tu propiedad.

- No sigas dando detalles, que lo único que haces es empeorarla. - digo. Saco el arma que tenia enganchada en el elástico de mis boxers.

- Wow, no pensé que ibas en serio. - dice Hayes en shock.

Levanto hacia el costado el brazo donde tenia el arma y disparo. Miro en esa dirección.

- Fue un tiro de advertencia. - le digo, mirándola a los ojos, que me miraban con miedo y sorpresa, ya que la bala pasó a su lado. - El segundo ira directo a tu frente si tratas de huir de nuevo. - queda petrificada en el lugar. - ¡Clayton!

A los segundos aparece uno de los guardias. Lo miro. - Clayton, lleva a la señorita a una de las habitaciones del segundo piso.

- Si, señor Marshall. - dice. - Acompáñeme, por favor.

Ella sigue inmóvil en el lugar. -¿Es que tengo que dispararte a los pies para que los muevas? - digo. Niega con la cabeza y camina hacia Clayton. - Y quiero que te quedes afuera de la habitación. - él asiente. Ambos entran a la casa. Miro a Hayes. - A mi oficina, ahora.

Entramos y nos dirigimos hacia mi oficina, que está en una de las habitaciones de la planta baja.

Al entrar me siento en mi silla y prendo un habano. Hayes se sienta en una de las sillas de enfrente.

- Tendría que pegarte un tiro en la frente ahora mismo. - digo luego de darle una calada. - Tienes suerte que me sirves más vivo que muerto.

- Enserio lo lamento.

- ¡Eso no basta! - grito. - Somos lo peor de lo peor, lo sé. Matamos, extorsionamos, chantajeamos, intimidamos, sobornamos, herimos, pero... ¡NO COMPRAMOS SERES HUMANOS!

- Kian...

- ¡No terminé! - digo apuntándolo con mi dedo. - Esa barbarie del siglo XIX no la tolero.

- La devuelvo, si es eso lo que quieres. - dice.

- ¡No es un paquete que puedes devolver! - digo. - Además, si puede haber una chica menos en ese sucio negocio mejor.

- ¿¡Te la quedarás!? - dice con sorpresa.

- ¡Claro que no! - digo. - Lo que menos necesito es otro problema y mucho menos ocasionado por una mujer. Dejaré que se vaya, seguro debe tener a alguien que la espera.

No Puedes Comprar Mi Amor (Mafia Marshall I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora