2.

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- ¿Me veo bien?
- Vos siempre.
- Dale, Bruno, no sos objetivo.
- Estás bien, Bri, dale, vamos a llegar tarde.
- Que pelotudo que sos...
Abrió la puerta de la entrada y esperó ahí a que por fin saliese de mi casa sin antes no fulminarlo con la mirada.
Al final, pude cambiar mi turno como dije, quedándome por la mañana y por la tarde para hacer el turno de uno de mis compañeros y que él pudiese hacer el mío nocturno.
Hacía unos minutos que Bruno me vino a buscar para ir a la previa, pero obviamente me duché más tarde de lo que debía e iba demasiado apurada, tanto que no terminé de arreglarme completamente hasta la mitad del camino a la casa de uno de nuestros amigos, donde hacíamos la previa hoy.
Cuando llegamos, Bruno puse su brazo alrededor de mis hombros y caminamos juntos hasta la casa, abriendo él.
- Al final la parejita.
- No empecemos, Thiago.
Él rió y nos saludó a los míos antes de dejarnos pasar. Allá, estaban todos mis amigos más los de Bruno y otros más.
Saludé a todos los que pude antes de que por fin tuviese un vaso en mi mano y me dedicase a beber y reír mientras hablaba con la gente, esperando el momento para subirnos al auto e irnos al boliche.
No tenía muchas ganas de ir a Colta, solía estar lleno de gente y sobre todo de famosos que atraían más gente, lo que al final me acababa agobiando y acababa o yéndome a otro lugar o quedándome fuera más tranquila. Pero, cuando iba con Bruno la mitad de las veces íbamos allá.
Unas cortas horas después, cuando ya nos quedamos casi sin bebida, cada uno fue en un auto o en taxi hasta el club.
En mi caso, acabé en el auto de Bruno junto a mi mejor amigo Thiago, el duelo de la casa, y Martina. A Thiago lo conocía desde chicos por pelearse con mi hermano nada más conocerse, aunque ahora ya se llevaban bien. Él tenía el pelo y los ojos negros además de que era bastante más alto que yo, incluso que Bruno. A Martina, en cambio, la conocí ya en la facultad con distintas carreras las dos. Ella era de pelo castaño pero tenía los ojos azules. Por suerte, tenía la misma altura que yo, así que no me sentía tan pequeña junto a ellos.
Llegamos después de unos minutos al boliche, aparcando donde pudimos antes de salir y esperar a entrar. Como siempre, fuimos primero a la barra a por las bebidas y después a la pista a bailar.
Perdí de vista a Bruno al principio, ya que él prefirió quedarse en la barra. Después, Thiago también desapareció junto a Benjamín, otro amigo mío de pelo negro, ojos azules y alto y robusto. Finalmente, acabé quedándome bailando y bebiendo con Martina y mis otras dos amigas, Valentina y Sofía.
Valentina era rubia, tenía los ojos negros, era alta y más morena que yo, además de delgada. En cambio, Sofía era rubia, tenía los ojos marrones, era baja y además su piel era más blanca que la nuestra. De las tres, mi mejor amiga era Sofía, aunque todas estábamos siempre para las otras.
Cuando me cansé de bailar, fui a la barra para beber más mientras que Benjamín me daba conversación con ya signos de estar escabiado. Había sido el único que se quedó allá, así que no hizo otra cosa que beber hasta que yo salí a bailar un rato más por él, así dejaba de estar tan mareado y luego estaría mejor.
Al volver de nuevo a la barra, nos encontramos allá a Martina con un chico bastante ocupada, así que yo seguí bebiendo y Benjamín mientras tanto se relajaba.
- Voy afuera a fumar y despejarme, ¿Venís?
- Alta paja.
- Dale, vení, si me caigo está en tu conciencia, enfermera.
- Que boludo que sos.
Rió y lo acompañé como me pidió. Yo antes fumaba, pero lo dejé para simplemente ser la que les acompañaba.
Mientras él encendía su cigarro, yo me apoyaba en la fachada y veía mi celular para ver si tenía algún mensaje de Bruno, ya que desde el principio de la noche acá que no lo veo. Pero parecía que no, que todo andaba bien, así que dejé el celular y simplemente me puse a hablar con mi amigo.
Cuando su cigarro terminó, volvimos adentro, perdiéndolo al poco tiempo para acabar sola en mitad de la pista. Sin nada que hacer y un vaso en mi mano, bebí y seguí bailando, ya que había venido a eso y como no veía que alguien me avisase por el teléfono donde estaba, simplemente seguí bailando hasta cansarme y volver a la barra a beber y relajarme por unos minutos.
Mirando la hora, vi que ya eran las siete de la madrugada y yo esta tarde tenía otro turno, así que me tenía que ir.
Resoplé y le mandé un mensaje a Bruno y alguno de mis amigos para avisarles de que me marchaba en taxi, así sabían dónde estaba.
Salí del boliche cansada y casi sin aire por la gran cantidad de gente que tuve que esquivar hasta llegar a la entrada.
Como les dije, llamé a un taxi y me quedé esperando cerca de la puerta, que estaba llena también de gente. Poco a poco, comenzaba a hacer frío, pero yo lo aguanté teniendo mis brazos cruzados, aunque seguía sintiendo el aire en mis piernas descubiertas por mí corta falda.
- Ché, wacha, ¿Te llevamos?
- Eh...no.- sonreí nerviosa ante la proposición de aquellos chicos que se habían parado con su auto delante de mí.
- Dale, vení, así no pasas frío.
- Claro, al after.- dijo otro.
- No, no...
Miré hacia atrás para ver si alguien de todos los que estaban por ahí nos miraba, pero parecíamos invisible para los borrachos, drogados, amigos o parejas que habían allá.
- Sos difícil eh.
- Las mejores son esas.- dijo otro entre risas.- Dale, vamos a dar un paseo, va.
- Que no, no, gracias.- di un paso hacia atrás, pero parecía que no se querían ir.
- ¿Me vas a hacer bajar para ir a por vos?- preguntó de nuevo el del principio, abriendo la puerta. Yo ya no sabía que más hacer.
- Dale, váyanse, ya dije que no.
- Uh, dijo que no.- un par de ellos se rieron y entonces el chico puso un pie fuera del auto y se levantó, dejando el otro adentro.- Dale, vení o voy yo.
- No, no.- di otro paso más sin saber cómo actuar ante eso, paralizada. Y de repente, me choqué con alguien, asustandome.
- ¿Te están molestando?- cuando le vi quedé todavía más paralizada.- ¿Qué onda? ¿Qué están haciendo?
- ¿Y a vos qué te importa?
- No hinches las bolas y tomate al palo, wacho, dale.
Después de eso, se miraron por unos segundos en un silencio incómodo, desafiante, hasta que el chico del auto se acabó por sentar y cerrar la puerta, arrancando más tarde.
- ¿Estás bien?- preguntó entonces, girándose a vermem- ¿Te hicieron algo esos giles?
- No, no...todo bien.
- Cheto.- sonrió y yo también, aún más nerviosa ahora por tenerle en frente.- No me hace falta decir mi nombre, ¿No?
- Mauro, Mauro Lombardo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora