25.

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- Brisa.
- No.
- Dale, seguro que no está ya enojado con vos.
- ¿Te lo dijo él?
- No seas pelotuda, dale.
- Gano la carrera y me voy.
- ¿Tenés algo mejor que hacer?
- ¿Algo mejor que estar discutiendo con Bruno? Sí, seguro que sí.
- Brisa, no seas dramática.
- No quiero discutir y ya está, Lautaro, no pasa nada si no voy con vosotros y los pibes a un bar después.
Chasqueó su lengua, pero acabó desistiendo para dar, finalmente, la vuelta al auto y subirse a este conmigo. Entonces, arranqué y comencé a manejar para ir hacia donde iba a ser la carrera y dónde nos esperaban los demás, incluido Bruno.
Desde aquel encuentro en el taller, no le dije nada y él a mi tampoco, así que no hablamos desde entonces. Si no me hubiera dicho que no quería hablarme, hubiera intentado arreglarlo, pero ya que parecía no querer ni verme pues lo dejé estar y decidí esperar a que finalmente lo hablemos y acabemos por arreglarlo. Pero, no quería que nuestra discusión me hiciese mal todos los días y sentir más culpable por no hablarle.
Mientras manejaba, Lautaro limpiaba los espejos y se aseguraba que todo estuviera correcto antes de que llegásemos, saliendo los dos del auto para saludar a los que estaban más cerca. Tanta gente al final me acababa agobiando.
Siempre le había dicho a Lautaro que me gustaban las carreras, que las disfrutaba, pero sólo lo hacía cuando estaba yo sola en el auto manejando y no cuando tenía que estar con todos, saludar, competir o simplemente ir algunos días a probar el auto. Pero, no podía decirle a mi hermano que su hermana no lo apoyaba y dejaba de seguirle, así que, acá estaba, saludando a gente que sólo veía en estas carreras y después alguna vez en el barrio cuando iba, pero nada más.
Cuando ya todos los pilotos estaban allá, pude volver adentro del auto y respirar tranquila, ya en mi espacio.
- Brisa.- miré a mi hermano que estaba apoyado en el techo para asomarse por la ventanilla por fuera.- Suerte, seguro que ganás hoy.
- Por vos, pelotudo.
Sonrió y se alejó del auto para irse con los demás, dejándome por fin cerrar la ventanilla y concentrarme.
Cuando se dio la salida, me coloqué la tercera de cinco autos que competían. Era la carrera más grande que se había hecho hasta ahora en el barrio sobretodo porque en donde se hacía casi ni sitio había para cinco autos, pero, aún así, acá estábamos.
Pronto, pude adelantar al segundo y acercarme al primero, quedándome detrás de él hasta la segunda vuelta. No solían ser muchas vueltas, en este caso cuatro eran las máximas que daban y sólo cuando había más autos, sino solía ser dos o sólo una para complicarlo más, aunque esto sólo pasaba cuando sólo había dos autos en la pista.
Finalmente, antes de pasar a la tercera vuelta, pude adelantar al auto para ponerme por delante y entonces aceleré para seguir manteniéndome así las dos vueltas que quedaban, cosa que era difícil. Por los retrovisores podía ver cómo se adelantaban detrás de mí, por lo que no estaba todavía muy alejada.
Ya en la cuarta vuelta y última, estaba un poco más distante de los demás, por lo que me pude relajar, aunque eso no me hacía desconcentrarme del todo.
No era por el puesto, tampoco por si me adelantan o freno, sino por los accidentes. Era lo que más miedo me daba de esto y lo que más me hacía dudar de seguir a mi hermano. No ha habido muchos accidentes en estas carreras y la mayoría han sido muy leves, pero aún así, no podía evitar tenerle respeto.
Hasta que, por fin, pude soltar el pedal de acelerar cuando terminé la carrera primera con el segundo pegado a mi parte de atrás, pero, ya podía descansar al fin.
Poco a poco, el auto fue frenando hasta que finalmente, pude frenarlo del todo y salir de él, respirando tranquila al fin. Aún así, en unos segundos ya estaba rodeada de la gente que celebraba mi victoria, haciéndose paso entre ellos Lautaro.
- ¡Te lo dije pelotuda!
- Bueno, bueno... tranquilo.
- Primera por dos vueltas, sos la mejor, posta.
- Que pelotudo que sos.- reí y él sonrió, abrazándome hasta levantarme del suelo.
- Felicidades.
Le sonreí por no quedarme quieta sin hacer nada ante lo único que se había atrevido a decir Bruno, que había llegado ahora al lado de Lautaro para verme, aunque no sirviese para nada.
Poco a poco, nos hicimos paso por la gente y yo acabé de nuevo subida al auto y llevando a mi hermano de vuelta a dónde lo dejábamos aparcado.
- ¿Segura que no querés venir con nosotros?- preguntó saliendo del auto y yo negué con la cabeza.
- Estoy cansada para eso, Lau.
- Bueno, pero algún día me vas a tener que presentar a Duki o Mauro, como le digas.
- ¿A qué viene eso?- pregunté confundida y sonrió. Pelotudo.- Bueno, sí, ¿Y?
- No, nada, vos podés ir a ver a cualquiera, pero elegirlo antes que tú novio...
- Estamos enfadados, Lau, y además, sólo voy a verlo un rato y ya.
- Soy el menor, no tenés por qué darme explicaciones, Bri.
Sonrió y nos acabamos por abrazar para despedirnos antes de que cada uno se separase para yo finalmente ir en colectivo hasta el barrio de Mauro. No, no iba en mi auto porque después de las carreras necesitaba un descanso de tanto manejar, así que prefería ir en el colectivo como ahora o en taxi o Uber.
Cuando llegamos a la parada, bajé y sólo tuve que andar un poco hasta llegar a su casa y terminar por tocar su puerta para luego esperarlo y segundos después, verlo de nuevo.
- ¿Qué tal la carrera? Era hoy, ¿No?
- Bien, gané.
- ¿Posta?- sonrió y yo asentí. De repente, rió y me volvió a abrazar como hace dos segundos al saludarnos, sólo que más fuerte.- Felicidades, wacha.
- Bueno, bueno, ya fue, no es más que una carrera.
- Cualquiera diría que te gusta.
- Sin más.
Negó con la cabeza sonriendo y me acabó por dejar pasar, yendo los dos al salón para esta vez quedarnos solos porque no vendrían sus amigos.
Cómo me dijo que haría, pidió cena a domicilio y ahora estábamos comiendo y hablando con alguna risa entre medio que me acabó por relajar después de la carrera y todo lo demás, sintiéndome más segura con él que entre tanta gente.
Después de cenar, aunque ya era tarde para alguien como yo que tenía turno para la mañana, decidí quedarme y verme una película a su lado.
Al final, la única que atendía a la trama de la película era yo, mientras que él sólo fumaba, escuchaba audios a poco volumen pegando su celular a su oreja y en general estando con el teléfono.
Poco a poco, gracias a la poca luz de la película y de su celular, además del poco volumen que le habíamos puesto para relajarnos más, fui poco a poco durmiendome hasta acabar cerrando los ojos apoyada en su hombro, olvidándome de todos y todo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora