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Por vídeos y fotos ya sabía que hacía un día que había vuelto, pero como esperaba, no me había mandado ningún mensaje ni me había llamado en todo este tiempo. Con mi hermano no había vuelto a hablar desde entonces, prefería que quedase así, que si alguien tuviese que hablar con el otro fuese él, dándose cuenta de todo lo que le dije, que necesitaba de verdad ser más independiente.
Sí había hablado con mis amigos, volviendo  a verlos, quedando hoy también para ver una película juntos. Pero, no podía evitar tener en mi cabeza su imagen, pensar en él siempre. Aunque intentase evitarlo trabajando o dando vueltas por la ciudad con mi auto, no podía dejar de recordar todo.
Me venían a la mente nuestros momentos juntos, cuando iba a su casa por la tarde, estando siempre juntos. Cuando venía a mi casa por las mañanas de sorpresa o aparecía al lado de mi auto al salir de laburar, tan tranquilo como siempre, fumando relajado, con la mirada perdida pero atento a cuando yo venía. Cuando cenábamos juntos en algún restaurante o le acompañaba todo el día a las grabaciones de sus canciones o él me veía en alguna carrera. Pocas ahora que no le tengo. Ojalá hubiesen sido más.
Pero, de nada servía ya recordar cuando todo estaba perdido. Ya no tenía esperanzas en que volviésemos a estar juntos a pesar de que hace unos días intentase pensar que cuando volviese podríamos hablar y arreglarlo, pero ya no.
No me dejaba de echar la culpa sólo a mí, porque sólo yo tuve la culpa de dejarme cegar por aquella imagen que tenía de él antes de conocerlo, engañándome a mi misma diciéndome que ya no le veía sólo por ese lado. En realidad, me dejé llevar por todos los pensamientos y miedos que tenía, tan sólo fiándome de esa imagen que ya tenía, sin tener en cuenta la que él me enseñaba cada día, haciéndose ver de verdad sin tanto foco fijo en él.
Aún así, era en aquellos momentos cuando más lo quería, cuando nadie lo veía. Cuando no tenía por qué, pero sonreía o al revés, cuando no aguantaba y se rompía por cualquier cosa. Cuando era él de verdad y yo, aunque lo viese, no sabía tomarlo en cuenta.
Suspiré y me eché hacia atrás, recostándome en el respaldo del asiento, mirando hacia la carretera mojada. Recién había salido del hospital, terminando mi turno, y justo en el camino a casa había comenzado a llover por un corto tiempo, así que podía ver el reflejo del cielo en los charcos que se habían formado en la carretera. Y yo, que no tenía nada que hacer, me había quedado dentro del auto, delante de mi casa, mirando aquellos charcos mientras pensaba o más bien, recordaba.
Seguramente, si le decía a mis padres algo de esto, intentarían que Lautaro y yo hablásemos sobre lo ocurrido y así no estaríamos tan distantes, pero era lo que menos quería hacer ahora mismo. Sólo quería verlo a él.
Chasqueé la lengua y resignada, abrí finalmente la puerta, saliendo del auto para agarrar mi bolso y cerrar la puerta, yendo hacia m casa. Dejé mis cosas en la habitación, exactamente en la cama y me fui a duchar para relajarme y cambiarme de ropa. Fui de vuelta a mi habitación, guardé un par de cosas y salí de mi casa, volviendo a mi auto una vez más.
A veces, supongo que por lo pequeño que era, me sentía más tranquila en él que en mi casa, incluso a veces tengo ganas de quedarme a dormir si no fuese por la incomodidad. Finalmente, arranqué y fui a donde habíamos quedado.
Aparqué y salí del auto, mirando mi teléfono mientras caminaba hacia la casa. Esperaba algún mensaje por su parte, pero no había nada. Lo guardé y llamé a la puerta, esperando unos segundos hasta que Benjamín me abrió la puerta.
Nos saludamos y entramos juntos, yo yendo detrás de él hacia el salón. Al entrar, me encontré con los demás, menos Valentina, que todavía no había llegado. Les saludé a todos y me senté en el primer hueco libre que vi, uniéndome a la conversación que tenían antes de que yo llegase.
- ¿Y vos qué tal?- preguntó Joaquín
- ¿Yo? Bien, todo bien.
- ¿Tu hermano?
- Bien.
- ¿No sabéis nada de el otro pibe?- preguntó ahora Sofía.
- Que yo sepa, no.
- Que vos sepas.- dijo Martina confundida.
- Bueno, no he estado hablando con él últimamente.
- ¿Y eso?- preguntó Thiago.
- Han pasado cosas...pero no importa.
- ¿Qué cosas?
- Sí, porque si has dejado de hablar con tu hermano tiene que ser grave.- Benjamín miró a Thiago, que había preguntado antes y luego a mí.
- Nada, nada, no ha pasado nada.
- Brisa.- mi mejor amigo sonrió y yo suspiré.
- Está bien, es Mauro y yo, bueno, lo nuestro.
- ¿Qué pasa?
- Que ya no estamos juntos.
- ¿Cómo que no?- Joaquín frunció el ceño, aún más confundido que antes.
- Tenía que viajar con él, pero me fui a ayudar a mi hermano y acabé olvidándome.
- Y por eso no hablas con tu hermano.
- Si no se hubiera metido en tantos quilombos...
- Bueno, él que sabía.- Sofía sonrió levemente, pero al ver que yo no lo hacía, que mantenía mi rostro serio y mi mirada baja, dejó de sonreír segundos después.
- Sí, seguro que si hubiera sabido que ha pasado con Mauro no lo hubiera hecho.
- Ya, pero ya es tarde, pasó y yo perdí.
- ¿Vos sola?
- Bueno, él también, pero perdí a Mauro cuando todo estaba yendo bien, mejor que nunca.
- Volveréis, haceme caso.- Thiago me sonrió, pero yo negué con la cabeza levemente.
- Sabés que no.
- No seas tan negativa.
- Se fue y no me dijo nada, llevo desde entonces sin saber nada de él.
- Necesitará tiempo.- afirmó Benjamín.
- No es tiempo lo que necesita, me necesita lejos.
- No seas así.
- Ya está, es así, ha pasado y ya.
- ¿Tan poca fé tenés?- Sofía me miró con pena, supongo que por verme tan derrotada.
- Ahora sí, el primer día todavía pensaba que me iba a decir algo, que había esperanzas en que podamos hablarlo pero...ya no, es mejor hacerse a la idea y...bueno, olvidarse.
- ¿Le contaste lo que pasó?
- Sí, pero se ha cansado, Thiago, se cansó de esperar a que diese algo por él.
- Has dado mucho.
- No, no he dado nada y él y yo lo sabemos, por eso ha acabado, porque se cansó de esperar algo bueno por mi.
- Pues...no sé, Bri, seguro que todo se arreglará.
- Sí, seguro.
- Tendrías que hablar con tu hermano igual.- me dijo ahora Joaquín.
- ¿Para qué? Ya lo he hecho, miles de veces, le he dicho que lo entiendo pero que las cosas no pueden ser así más, no puede siempre pensar que voy a estar yo o la familia para ayudarlo.
- Entonces...sólo deja que lo piense mejor, que reflexione y...y cuando vuelva a hablarte entonces es que algo habrá cambiado.
- Espero, aunque lo que menos quiero hacer ahora es hablar con él o verlo directamente.
- Tiempo al tiempo.
- A mí hace mucho que se me acabó ese tiempo.
Thiago suspiró, negando con la cabeza mientras que los demás se quedaron callados por unos segundos hasta que Joaquín quiso cambiar de tema de conversación, volviendo todos ha habar como si nada. Cuando Valentina llegó, pusimos aquella película que habíamos elegido para ver hoy.
Al terminarla, seguimos juntos en la casa de Benjamín, bebiendo y riendo mientras hablábamos para que, poco a poco, se fueran yendo todos cuanto más tarde se hacía. Cuando miré la hora, decidí que yo también tenía que irme y me despedí de Valentina, Thiago y Benjamín, los únicos que quedaban.
Me levanté del sofá y fui a la entrada sin darme cuenta que Thiago iba detrás de mí, hasta que abrí la puerta y al girarme, el estaba con su mano en el marco de la puerta, apoyándose así, sonriendo levemente.
- ¿Qué?
- Todo saldrá bien, posta.
- Dios te oiga.- sonrió aún más y yo suspiré.
- Mañana nos vamos de joda, así te olvidás de todo.
Asentí con la cabeza y él hizo lo mismo, despidiéndonos así, dejándome de nuevo ir sola a mi casa. Sin él.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora