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Salí de mi casa para subirme a mí auto y manejar hasta la casa de Mauro cómo habíamos quedado para comenzar nuestro día juntos. Por suerte, le había pedido a uno de mis compañeros que me tomase los turnos y yo después haría los suyos de mañana, así que hoy tenía el día libre para estar todo el tiempo con él sin escusas.
Cuando llegué a su casa, recibí una llamada de mi hermano, pero preferí dejar el teléfono en el auto e ir directa a la puerta para llamar y esperarlo.
- Bri.- sonrió al verme y yo hice lo mismo, besándonos segundos después por un corto tiempo como saludo.- ¿Lista?
- ¿Para qué mañana ya no estés? Lo estoy deseando.
- Pelotuda.
Reí y él volvió a sonreír, acercándose de nuevo para besarme una vez más, esta vez con más tiempo que antes.
Después de eso, entré junto a él a su casa para saludar a un amigo que había allá antes de que yo llegase pero que no tardó en irse y dejarnos solos.
- ¿Tenés que laburar hoy?
- Sólo un poco, como mañana me voy...me dejan descansar hoy.
- Ni que no te gustase laburar.
- Me gusta, pero me gusta más estar con vos.- sonreí y él se acercó para poner sus manos en mi cintura y acercarme a él hasta chocar nuestros cuerpos.-¿Nos vamos?
- Vos decís dónde.
- Bueno, a casa de mis viejos.- fruncí el ceño y sonrió.- Comemos con ello.
- ¿Y luego?
- Luego nos vamos a casa de Marto.
- ¿Coscu?- asentí y levanté mis cejas sorprendida.- Día completo eh.
- Y a la noche de joda hasta que mañana me tenga que ir.
Negué con la cabeza sin dejar de sonreír y él me dio un corto beso antes de agarrar mi mano y salir juntos a mi auto. Nos subimos y comencé a manejar a donde me dijo.
Íbamos tranquilos, con la música que puso a todo volumen y mi ventanilla bajada levemente para estar completamente relajada, sintiendo como el aire tocaba mi casa suavemente y sin soltar la mano de él ni para cambiar de marcha.
Llegamos a la casa de sus padres y bajamos juntos, volviendo a estar de la mano hasta el camino a la puerta. Llamamos y esperamos.
Cuando su madre nos abrió, los dos le saludamos con un abrazo como si nada y entré la última, cerrando la puerta mientras Mauro tiraba de mí hacia el interior de la casa levemente.
En el salón me encontré con su hermana, pero también había otros familiares que solo había visto en pocas fotos, pero que todavía no conocía.
Mauro quiso presentarme, pero me adelanté para hacerlo yo mismo y él mientras sonreía viendo cómo me saludaba con cada uno de la misma forma que hice con su madre.
Todavía no había pasado mucho tiempo con ellos, la verdad, sólo los conocía de aquella vez que llegué acá sin saber que los iba a ver. Pero me sentía cercana a ellos, quizás porque los conocía de antes, al igual que me pasó con Mauro, pero ya no me sentía tan acobardada como antes, ahora no estaba tan vergonzosa y no hice tanto desastre porno nerviosismo mientras comíamos juntos.
Después de comer, también aparecieron otros familiares desconocidos a los que me tuve que presentar junto a su padre. A partir de ahí, hablé lo necesario y sólo me dedicaba a observarlos a todos como familia, sonriendo al ver como Mauro cambiaba levemente al estar con ellos.
No era un cambio radical, no se le veía de otra forma completamente diferente. Pero, en ningún momento dejaba de sonreír y había algo extraño en su mirada que podía transmitirme la misma paz que yo sentía cuando estaba con mi familia, así que podía entenderlo más y no podía evitar dejar de sonreír al verlo de esa forma.
- Bueno, nosotros nos tenemos que ir.
- ¿Ya?
- Si no nos vamos ya, no nos vamos nunca.
- Dale, nadie se lo cree eso.- rieron y yo sonreí sin soltar la mano de Mauro, ya los dos de pie para irnos.
- No te lo creas, pero luego lloras cuando me voy.
- Porque sos mi niño siempre.
Sonreí viendo a madre e hijo y finalmente, nos despedimos los dos para subirnos al auto y ahora manejar a otra dirección, a casa de Coscu.
Cuando llegamos, sí que estaba más nerviosa que antes. Todavía no había conocido a nadie de este entorno y entrar en su casa sin conocerlo, como si nada y solo por estar con quién estaba, me parecía algo... extraño.
Aún así, agarrada a la mano de Mauro en todo momento, tomé la poca valentía que tenía y saludé a todos como si los conociese de toda la vida para después irme a hablar con ellos, sobre todo porque algunas preguntas eran directas a mí para conocerme algo más. Por suerte, cuando mi nerviosismo me había perderme en la conversación, ahí estaba Mauro para responder, ya que me conocía lo suficiente para hacerlo.
Unas horas después, cuando ya comenzaba a anochecer, cenamos allá para luego volver a su casa. Me despedí de él para ir un momento a mi casa y cambiarme de ropa lo más rápido posible para volver a su lado.
- Vos tranquila, tenemos todo el tiempo del mundo.
- ¿Estás seguro?- pregunté a la vez que arrancaba el auto con algo de torpeza por mí rapidez.
- ¿Para ir a una joda? Sí, posta, no hace falta que vayas tan rápido.
- Bueno, bueno, nunca se sabe.
Negó sin dejar de sonreír ni de mirarme y yo conseguí por fin salir del aparcamiento para ir junto a él, que fumaba con la ventanilla bajada, al boliche donde había quedado con sus amigos.
Llegamos y en unos segundos ya estábamos dentro con toda la música invadiendo mis oídos y en un ambiente caluroso.
Mauro fue a por algo para beber para traerme también algo a mí, bebiendo juntos mientras hablábamos con tres de sus amigos con su brazo alrededor de mis hombros.
Después de eso, le dejé solo para irme yo sola a hablar con algunos, intentando integrarme más hasta que finalmente fui a bailar con dos amigas y un amigo.
De repente, al cerrar y abrir mis ojos unos segundos mientras bebía de lo poco que había ya en mi vaso, ya no estaba bailando con ellos sino que mi cuerpo estaba pegado por atrás con él de Mauro, que también estaba bebiendo sin dejar de sonreír y con un cigarro en su otra mano. Sonreí y seguí bailando como si nada con él para pasarnos la noche así, bebiendo, riendo, hablando por encima de la música y bailando tan pegados que por poco no nos caíamos uno encima del otro.
Hasta que finalmente, comenzaba a a hacerse de día y él en unas horas se tenía que ir, así que tuve que hacer de taxi con él y sus amigos, llevándolos a todos a sus casas para acabar en la de Mauro.
- Estoy re piola.
- Sí, sí, dale, te ayudo.
- No, no, no hace falta.- negó mientras bajaba del auto. Sonreí mirándolo ya también fuera.- ¿Cómo haces para beber y seguir así?
- No bebo mucho en realidad, pero...¿Así como?
- Así de linda.
Sonreí aún más y él me acercó a él poniendo sus manos en mi cintura para abrazarme por unos segundos por ahí hasta atreverse a besarme por un largo tiempo, hasta que nuestras respiraciones se acabaron.
- ¿Y ahora?- pregunté a pocos centímetros de él.
- Acabamos esto, ¿No?
Sonreí y un segundo después sus labios volvían a estar junto a los míos, atrayendome más a su cuerpo hasta comenzar a andar lentamente hacia su casa, chocando mi espalda en su puerta.
Si separarnos, como pudo, agarró sus llaves del bolsillo de su pantalón y abrió la puerta para entrar juntos y acabar con torpeza caminando por su casa hasta acabar cayendo en la cama.
Con desesperación, comenzó a buscar rápido el final de mi top para tirar de él hacia arriba. En ese momento, aproveché para hacer lo mismo y quitarle su chomba para tirarla lejos, dejando que se deshaciera de mi sostén segundos después, comenzando a bajar sus besos por mi cuello hasta mi vientre y ahí comenzó a bajarme la falda.
Cuando sus labios volvieron a los míos, en un rápido movimiento, estuve encima de él para dejar marcas en su cuello sin dejar de ocuparme del broche de su pantalón, quitandoselos. Estuvimos así un tiempo, con sus manos pasando por todo mi cuerpo hasta volver de nuevo a estar él arriba, acabando yo primero desnuda para dejar que sus manos y sus labios se ocuparán de mi por unos segundos hasta decidir quitarse él su boxer.
Sonreí levemente a la vez que me separaba de sus labios mordiendo el inferior levemente, volviendo al poco tiempo a sus besos mientras que se hacía hueco entre mis piernas.
La habitación dejó de estar en silencio, nuestros cuerpos más pegados que nunca, despidiendonos de la mejor forma posible por unos días.
Perdía mis dedos en su pelo y él no dejaba hueco de mi cuerpo sin acariciar a la vez que el ritmo aumentaba. Sin poder aguantar más los resoplos y suspiros, mordí mi labio inferior y eché mi cabeza hacia atrás para dejarle más lugar en mi cuello por besar.
Mis manos bajaron hacia su nuca para acabar agarrándome a su espalda, moviendo levemente mi cintura mientras que él llegaba al máximo ritmo que podía.
- Mauro...
Susurré su nombre en una leve súplica en su oído mientras que él escondía su cara entre mi hombro y mi cuello. Apreté mi mandíbula y dejé que la corriente eléctrica pasase por toda mi espina dorsal hasta paralizar por unos segundos mis piernas para luego dejarlas temblando, echando mi cabeza levemente hacia atrás y arqueando mi espalda.
Cerré mis ojos con fuerza, dejando de ver cómo apretaba las sábanas con sus manos a mis lados y olvidándome por unos segundos de que mordía levemente mi cuello para evitar gritar mi nombre con fuerza.
Lentamente, su cuerpo fue cayendo encima del mío hasta resbalarse al lado, teniendo su brazo bajo mi cuello, mirando los dos hacia arriba con la respiración agitada.
Sonreí levemente, mirándolo de reojo, y me acerqué para terminar de quedar abrazada a él, durmiendome a los pocos segundos, sintiéndome más segura de lo que antes había estado.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora