11.

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Hacía unos segundos que Thiago no daba más de él, así que se marchó junto a Benjamín a la barra para dejarme a mí bailando con Martina, que volvió al grupo cuando nosotros dos todavía estábamos fuera.
Me quedé con ella bailando hasta agotarme y al final, nos unimos a los chicos para seguir tomando, aunque con más tranquilidad. Intentábamos hablar por encima de la música, aunque a veces se perdía alguna conversación.
Cuando por fin parecía que mi mejor amigo estaba recuperado, fue él quien me llevó a bailar esta vez, siendo yo ahora quién no quería.
Pero, no le importó y seguimos bailando hasta que mi bebida de acabó y su vaso estaba casi vacío por compartirlos los dos. Entonces, me agarró de la mano y tiró de mí hacia la barra para no perderme de vista.
De repente, sentí una vibración en el teléfono, por lo que pensé que sería algún mensaje de alguno de mis amigos o a lo mejor de Bruno o Thiago. Sin dejar de caminar, saqué el celular del bolso y vi quién era.
Mauro.
En media hora en la puerta.
Me sonaba extraño aquel mensaje, sobretodo al no saber por qué me lo había mandado. Cuando llegamos a la barra ya había leído esa frase varias veces intentando buscarle un significado que no era más que ese: me esperaba en media hora en la puerta.
Decidí guardar el teléfono y estar un poco más atenta a la hora para que, una vez pase esa media hora, decidir si me iba a ver qué pasaba o decidía quedarme con mis amigos y olvidarme de que un famoso me acababa de mandar un mensaje en mitad de una fiesta.
Seguí tomando con mis amigos como si nada, volviendo a nosotros Joaquín, quedando sólo Sofía sin saber dónde estaba. Algunos le mandaron mensajes para ver si estaba todo bien y al parecer, no estaba sola, así que seguimos bebiendo y hablando a veces con ella.
Cuando volví a mirar la hora, vi que esa media hora ya había pasado junto dos minutos atrás. Suspiré y miré a mis amigos, pensando qué hacer.
- ¿Todo bien?- preguntó Benjamín por encima de la música.
- Sí, sí, todo bien, es sólo...- él y más tarde los demás, me miraron esperando una respuesta.- Me tengo que ir.
- ¿A dónde?
- Vuelvo enseguida, se lo aseguro.
- ¿Pero está todo bien?
- Todo piola, posta, ahora nos vemos.
- Bueno, está bien, si pasa algo dinos.
- Sí, sí, tranquilos, chao.
- Chao.
Y me despedí de ellos para hacerme hueco entre la gente y esquivarla hasta llegar a la puerta con un retraso de algunos minutos. Ya fuera, pude recobrar el aire que había perdido pegada a tanta gente.
- ¿Cansada?- su voz sonó detrás de mí, asustandome levemente.
- No, no...un poco sólo.- sonrió y yo también.- ¿Y ese mensaje?
- No venías al VIP.
- Estaba con mis amigos.
- Bueno, pero te estuve esperando.- le miré confundida y él volvió a sonreír.- Así qué fui yo a por vos.
- En realidad me has dicho que venga así que...
- ¿Si te hubiera dicho que ir al VIP lo hubieras hecho?- negué con la cabeza y sonrió aún más.- ¿Viste? Tenía razón.
- Está bien, está bien, ¿Pero ahora qué? ¿Querés que vaya con vos al VIP?
- No, no...ya fue.
- ¿Entonces?
- Vamos a Colta ahora, un poco solo así que pensé en vos.
- En mi.
- En ir con vos.
- Pero...
- Ya sé, estás con tus amigos, pero bueno, sólo lo pensé.
Me quedé mirándole mientras que intentaba buscar algo para decirles a mis amigos que me diese la confianza de ir con él a Colta. Obviamente, quería ir, pero todo era tan raro y la noche podía ser tan larga que no sabía cómo actuar ante alguien que, aunque yo lo empezase a ver por fuera de su imagen de famoso, siempre sería reconocido.
- Bueno, dale, sí, voy con vos.
- ¿Sí?
- Sí, pero no tengo auto ni...
- No importa, yo me encargo de eso.- respondió sonriendo tras interrumpirme.
Sin saber que más responder, asentí y saqué mi teléfono para mandarle un par de mensajes a Thiago con alguna escusa buena de que me tenía que marchar cuando, en realidad, después de escribirle me subí a un auto de uno de los que parecía amigo de Mauro y en el asiento de atrás, a su derecha, me llevaron hasta Colta.
Una vez salimos del auto, mientras estábamos caminando, de repente puso su brazo alrededor de mis hombros como si nada, fumando con su otra mano mientras hablaba con uno de sus amigos. Le miré con algo de sorpresa, ya que no me esperaba eso, pero al entrar él se giró por fin a verme y sonrió.
- Así nadie sospecha de que no venís conmigo y podés entrar.
- Pelotudo...
Rió y yo sonreí mientras me apartaba el brazo para después agarrarme de la mano y llevarme por el boliche hasta entrar en la zona VIP. No me quejaba, es decir, estaba agarrada de la mano de alguien que hace días veía inalcanzable y se sentía bien y sobretodo, no era por su fama.
Sin soltarme, fuimos hasta la barra para que pidiese sin decirme nada. Segundos después, me dio un vaso para mí y mientras daba el primer trago, me seguía llevando por la Zona VIP para ahora estar juntos en una conservación en la que poco tenía que ver.
- Ché, Bri, ¿Sos buena bailando?
- Más o menos.
- Dale, bailamos.
- Si hago alguna boludez perdón.
Rió y me llevó a bailar. Se sentía extraño, pero bueno, divertido. Bailábamos mientras reíamos, haciendo alguna boludez por el medio hasta acabar abrazados, un gran paso en lo que parecía una amistad de pocos días.
Cuando nos cansamos, me dejó con un grupo de chicas que eran del grupo con los que vino y me quedé hablando con ellas y bailando hasta que fui yo misma a buscarle al ser mi contacto directo con todo esto, sintiéndome algo perdido.
Cuando lo encontré, bebí un poco de vaso por tener el mío vacío y me acompañó más tarde a rellenarlo para seguir fumando con su brazo alrededor de mis hombros de nuevo, hablando con sus amigos mientras que yo sólo escuchaba.
- Vamos a ir al after.
- ¿Ya?
- Si querés más...
- No, no, por mí bien.- sonreí y él también.- ¿Dónde?
- Yo me encargo.
Asentí y como hizo antes, me agarró de la mano y estuvimos así hasta que salimos del boliche y entramos en el auto.
No fue hasta que me senté con la ventanilla abierta, con todo el viento frío dándome en la cara que sentí todo el cansancio de lo que en principio no iba ser una noche tan loca. Suspiré y lentamente, me fui recostando en el asiento hasta quedar con la cabeza apoyada levemente en su hombro mientras fumaba, esta vez tabaco por lo que olía.
Llegamos por fin a un departamento, medio cansada por toda la fiesta a la que no estaba tan acostumbrada. Me senté en el sofá, suspirando de nuevo para relajarme allá mientras algunos bailaban, otros hablaban con la música un poco más baja que en el boliche y los demás, como yo, bebíamos mirando a la gente de allá.
Con el tiempo, mientras estaba por cerrar los ojos, volvió a aparecer con otro cigarro nuevo que no era de tabaco ahora. Se sentó a mi lado, dejando que volviese a apoyar mi cabeza en su hombro y agarrase su brazo levemente para descansar así.
- Bri.
- ¿Mmmm?
- ¿Querés que te lleve a casa?
- No sabés manejar.
- Bueno, un amigo sí.- le miré y sonrió.- Dale, te vas a acabar durmiendo.
- Demasiado por hoy.
Rió levemente y se levantó para ayudarme a levantar, despidiéndose de todos rápido. Fui con él a hablar con un amigo para que nos llevase en su auto y así fue, con él de copiloto y yo atrás dando la dirección de donde vivía.
Me llevaron hasta allá, saliendo tanto yo como Mauro del auto. Me acompañó entonces hasta la puerta con sus manos en los bolsillos de su campera.
- ¿Todo bien?- preguntó cuando ya abría la puerta.
- Gracias por lo de hoy, posta.- sonrió y yo suspiré, entrando en la casa por fin.- La próxima decime que me traiga una campera porque alto frío.
- Tomá, tarada.- y ahí fue cuando se quitó la suya para dármela a mí, poniéndomela en los hombros.- Cuídala eh, vendré a por ella.
- Y acá estará, conmigo.- sonreímos y así nos quedamos por unos cortos segundos.- Bueno... gracias.
- Nos vemos otra día si querés.
- Sí, obvio.
- Bueno, entonces chao.
- Chao.
Sin dejar de sonreír, nos despedimos y se acabó marchando de vuelta al auto de su amigo. Cuando los vi irse, cerré la puerta y con los pies arrastrando, fui hasta mi habitación para caer a mi cama demasiado cansada para quitarme nada.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora