5.

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Frené justo delante de ellos, suspirando una vez el auto se paró. Abrí la puerta y salí para ver cómo mi hermano pequeño se acercaba y mi novio se quedaba mirándonos de lejos con sus manos en los bolsillos.
- ¿Y? ¿Qué tal ahora?
- Bien, mejor.
- Se nota, hiciste diez esta vez.
- Algo es algo.
- Dale, vamos a dejarlo por hoy, hiciste mucho ya.
Asentí con la cabeza y él sonrió, subiéndose al auto para ir a aparcarlo y dejarme ir con Bruno.
- ¿Qué te pareció?
- Que sos la mejor.
- Objetividad, por favor.- sonrió y sacó sus manos de los bolsillos para llevarlas a mí cintura, acercándome a él.
- Sos la mejor, estoy siendo objetivo.
- Te tendré que creer.
Sonrió aún más antes de darme un beso y después abrazarnos, dándonos la mano al separarnos.
- Unas ganas de irme a casa...
- Pues va a ser que no.- afirmó de repente mi hermano, que ya había vuelto.- Tenemos cena hoy.
- ¿Y a mí por qué no me avisa nadie?
- Porque mamá me dijo que lo hiciera, pero no lo hice hasta ahora.- sonrió y yo resoplé, haciendo reír a Bruno.
- Bueno, yo sí que me voy a casa.
- ¿Nos veremos mañana sin autos de por medio?
- Quitando que vas a venir a vernos laburar... sí, nos veremos sin autos de por medio.
Sonreí y él también, besándome por última vez antes de dejarnos e irse a su auto y marcharse a casa. A mí no me quedó otra que subirme en el mío con Lautaro.
- Aún no sé porque no tenés uno tuyo.
- Fácil, la plata.
- Dale, si tenés ese.
- Pero es distinto, ese es un sueño, el otro...mientras te tenga a vos.
- Yo no voy a estar siempre.
- Tenés 23 años, Bri, no sos una anciana.
- Nunca se sabe.- puso los ojos en blanco y yo reí sin quitar mis ojos de la carretera.- ¿Y vas a cenar con toda esa grasa en la cara?
- ¿Sos pelotuda? Me presento así y nuestro viejo me deja sin cenar.
- No sería la primera vez.
- Y prefiero que no sea.
Reí de nuevo y él desvió su mirada a la ventanilla hasta que llegamos a casa. Aparqué y salimos juntos, caminando uno al lado del otro hasta llegar a la puerta, dejando que él abriese y así poder pasar sin llamar.
- Ya estamos acá.
- Al fin.
De la cocina apareció mi padre con un mate en la mano, sonriendo nada más nos vio. Se acercó primero a Lautaro y después me abrazó a mí.
- Andá a ducharte, pibe.
- Sí, pa.- Lautaro resopló y se fue como le dijo.
- ¿Qué tal? ¿Cómo va todo?
- Bien, todo bien.
- ¿El laburo?
- Por ahora bien.
- Y por mucho tiempo.
- Esperemos, ¿Vos?
- Bien, bien... tu madre está con Isabel en su habitación.
Asentí y me volvió a abrazar antes de dejarme que fuese a dónde estaban mi madre y mi hermana pequeña.
- Ya estoy acá.
- ¡Bri!- Isabel, mi hermana pequeña, corrió a abrazarme.- ¿Y Lau?
- Está duchandose.
- Ma, ¿Puedo salir ya o tengo que seguir estudiando?
- Está bien, andá a ver los dibujos con tu padre.
- ¡Chao, Bri!
Se despidió, saliendo de su habitación casi tropezandose con la puerta de lo rápido que iba. Sonreí mirando por donde se fue y después desvié mi mirada a mi madre.
- ¿Qué tal?
- Suspendió dos así que acá estamos.
- Bueno, ya las sacará.
- Seguro.- suspiró y me abrazó, sonriendo después.- ¿Vos qué tal? ¿Todo bien con Bruno?
- Bien, bien...como siempre.
- ¿Te pasa algo?
- No, ¿Por qué?
- No sé, te notaba rara, serán cosas mías.
Sonreí y ella también, volviendo a abrazarme para ir juntas al salón. Nos quedamos sentadas en el sofá hasta que Lautaro salió de la ducha.
Entonces, nos levantamos y junto a él terminamos la cena, yendo a la mesa que ya había preparado mi padre mientras tanto.
Nos sentamos a cenar todos con los dibujos de fondo, desviando la atención de Isabel de nuestras conversaciones normales y sin mucha diversión.
Con mis padres no hablábamos de las carreras que hacia mi hermano en el barrio, mayormente porque sabíamos que no les gustaría y para molestarles, preferíamos no decirles nada. Aunque al principio, yo quería hacerlo, pero Lautaro me convenció.
Yo no tenía mucho que decirles. Les contaba alguna anécdota del trabajo, mi día a día con Lautaro y con Bruno y al final, no había mucho. En realidad, mi vida era monótona, no tenía mucha diferencia un día del otro. Pero, era estable y eso era lo único que me consolaba.
Lautaro sí contaba más cosas, ya que él veía más a sus amigos y yo, en cambio, tenía que esperar a los fines de semana para hacerlo porque todos menos Benjamín estábamos trabajando.
Acabamos de cenar y mis padres limpiaron la mesa mientras que mi hermano y yo lavamos las cosas en la cocina, dejando que Isabel siguiese en el sofá tirada y viendo una película de Disney.
Cuando terminamos, nos sentamos a seguir hablando en el salón a veces, aunque la mayoría sólo nos quedábamos en silencio viendo también la película.
Poco a poco, se fue haciendo tarde, así que decidí quedarme acá a dormir en vez de volver a mí casa. Mis padres y mi hermana pequeña se fueron antes a dormir, así que Lautaro y yo nos quedamos en silencio en el salón, con el televisor de fondo y los dos entretenidos con nuestros celulares.
Cuando yo, cansada, me levanto para irme a dormir, Lautaro se levantó y me comenzó a seguir hasta que finalmente los dos entramos en la habitación que compartimos desde pequeños.
Como siempre, yo me quedé en la litera de abajo y él en la de arriba. Pero, cuando estaba casi dormida, le vi asomarse.
- Bri.
- ¿Qué?- pregunté en un susurro sin abrir los ojos.
- ¿Volviste a ver a Duki?
- ¿Eh?
- ¿Te hiciste una foto o algo?
- ¿Me levantas para eso?- ya con los ojos abiertos, le miré con el ceño fruncido.
- Y...era una curiosidad, ¿Qué querés?
- Solo lo vi unos segundos, Lau, deja de romper las bolas y andate a dormir, pelotudo.
- Bueno, bueno...- y como le dije, desapareció.- ¿Y le contaste a Bruno?- preguntó de nuevo, asomándose otra vez.
- ¿El qué?
- Que le viste, ¿Qué va a ser?
- ¿Y para qué iba a hacer eso?- pregunté ahora yo, levantando un poco la voz porque no me dejaba dormir.
- Es su fan, ¿No? Le haría ilusión.
- No sé, Lau, ya fue, dejá de pensar en eso y andate a dormir.
- Bueno, bueno...que ortiva que sos.
Resoplé ya sin su cabeza asomada y volví a cerrar los ojos para ignorar aquel tema y dormir.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora