16.

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Estaba nerviosa. No era la primera vez que iba a su casa, obviamente, pero sí la primera en la que estaba con sus amigos sin estar bebiendo en un boliche.
Suspiré y abrí por fin la puerta de mi auto estacionado desde hace unos minutos delante de su casa. Quería entrar porque en eso habíamos quedado, pero tan sólo de pensar que conocería a sus amigos, algunos de ellos también famosos, me hacía sentir que me estaba adentrando en un mundo tan desconocido que yo no pertenecía a él. Y me sentía un fraude por creer que sí, que también podría ser parte de su mundo aunque no fuese nada famosa y mi único talento sea ayudar en u hospital junto con mis otros compañeros enfermeros.
Pero, ignoré por mí bien todos estos pensamientos y comencé a caminar hasta la puerta, llamando para después esperar a que alguien me abriese a la vez que intentaba controlar todos mis nervios.
- Ya pensaba que no venías.
- Te dije que lo haría.- sonrió y se quitó lo que parecía un porro de su boca, abrazándome después.
- Bueno, no sé si cumplís lo que decís.
- Siempre lo hago.
Él sonrió y yo ignoré las veces que le prometí algo a mi hermano pequeño o a mi novio y no lo cumplí, como ir aquel día a ayudarles con el auto para la carrera.
Después de eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia dentro, dejando que fuese yo quien cerrase la puerta y le siguiese hasta el salón, donde no estaba sólo.
Algunos eran conocidos, como ya me esperaba, otros no los había visto nunca o quizás aquella noche. Estaba Ysy, Neo, Asan, Oro Dembow y Cazzu entre ellos.
- Hola.- saludé tragandome definitivamente todos mis nervios y me senté al lado de Mauro en el sofá.
- Uh, ¿Vos sos Brisa?- asentí y miré a Mauro, que sólo estaba sonriendo mientras fumaba.
- Bri, mejor Bri.- dijo él.
A partir de ahí, todos me saludaron como si nada y luego comenzamos a hablar, conociéndolos un poco hasta que ya comenzaron a levantarse para algunos quedarse de pie, otros fumar tranquilo o ir a buscar algo más de alcohol.
En ese momento, Mauro se separó de mí y me dejó sola con lo mucho que me costaba a veces ser sociable, aunque no se notase mucho porque intentaba que no lo hiciese, pero con gente como ellos era más difícil. Fue ahí cuando Cazzu se acercó y comenzamos a hablar sobre nosotras, conociéndola un poco más que a los demás porque parecía que ella me tenía más interés.
Después de una conversación y algunas risas, me dejó y yo no tuve otra que buscar a Mauro, porque realmente no sabía con quién hablar cuando todos parecían ir a los suyos sin olvidarse de los demás, menos de mí.
Conocía la casa un poco, pero no mucho, aún así a la segunda puerta que abrí me lo encontré casi saliendo de esta, que parecía su habitación.
- Uh, perdón.
- Estaba cargando el celular.- sonrió y yo también, aunque más nerviosa que él.- ¿Todo bien?
- Sí, sí...todo bien.
- ¿Ya me estabas extrañando?- preguntó sonriendo más y yo fruncí el ceño, haciéndole reír.- Joda, joda.
- Bueno, igual me dejaste sola con todos.
- ¿Y? ¿No te gustan o qué?
- Sí, me caen piola, pero bueno...
- Como te cuesta eh.
Dijo entre carcajadas. Yo puse los ojos en blanco para después dejarme que, aún riendo, pasase su brazo alrededor de mis hombros, llevándome de vuelta con los demás.
Con él a mi lado, me sentía más segura para hablar con los demás aún sintiendo a veces que no tendría que estar allá. Pero, con él parecía que sí podía estar, que aunque yo no estuve nunca cerca de ese mundo de dinero, conciertos y fama, también podía socializar con ellos. En definitiva, me sentía mejor si estaba a mi lado.
Estuve conversando con algunos con él a mi lado liandose otro porro hasta que decidió dejarme para prenderselo y hablar y escabiar sólo con sus amigos. Esta vez, sintiendo que al menos estaba en la misma sala que yo, seguí hablando con ellos y no me quedé quieta en un lugar.
Aún así, no podía evitar a veces buscarle con la mirada para ver si acaso estaba solo, así podía hacerle compañía. En cambio, lo único que veía era como él mismo también me estaba mirando, sonriendo sin dejar de fumar y de reír con lo que le decían sus amigos.
Pero, finalmente, se hizo tarde y yo me tenía que marchar a la cena como le dije. Dejé mi vaso en la mesa casi vacío y me acerqué a él para avisarle. Entonces, se ofreció a llevarme como me aseguró que haría y con otro de sus amigos, salimos de su casa para subirnos a un auto, manejando hasta la casa de mis viejos.
Al llegar, salí del auto sin él a mi lado, quedándose en su asiento del copiloto con la ventanilla bajada porque se había pasado el camino fumando, esta vez un cigarro. Y yo, para despedirme, no me fui sin la y di la vuelta al auto para verlo.
- Gracias por traerme.
- ¿Podés dejar de decir gracias cada vez que te lleve a algún lugar?- sonrió y yo resoplé.
- Bueno, entonces espero que nunca lo hagas más, ¿Te sirve así?
- No bueno, re ortiva.- sonreí y él chasqueó su lengua.- Prefiero lo primero si va a ser así.
- Como digas.
- Te hablo luego, ¿Sí?
- ¿Tanto me vas a extrañar?
- Un poco sólo.- los dos sonreímos sin dejar de mirarnos.- Bueno, no escabies mucho eh.
- Habló, el sano.- rió y yo sonreí de nuevo.- Chao, pelotudo.
- Chao.
Y me alejé del auto para que el amigo por fin pudiese irse, dándome la vuelta después para irme a la casa de mis padres. Llamé y unos segundos después, mi madre ya me estaba saludando con uno de sus grandes abrazos.
Entré en la casa, saludando primero a Isabel para luego ir a por mi padre y mi hermano, que estaban en el salón esperando.
- ¿Bruno no está aún?
- Me dijo que llegaría tarde.
- ¿Y por qué no te dijo a ti?- preguntó mi padre confundido.
- Qué sé yo, pa, vamos a cenar que capaz me acabo comiendo la mesa.
- Dale sí, que es tarde.
Se levantó de su sillón y fue hacia la cocina a ayudar a mi madre a terminar de preparar la mesa mientras que nuestra hermana pequeña jugaba por ahí. Entonces, mi hermano también se levantó y se acercó a mí curioso.
- Ché, Bri, ¿Quién era ese tipo que te trajo hasta acá?
- ¿Quién?
- El del auto.
- Ah...un Uber.
- Dale, ¿Me ves cara de pelotudo? Se me hacía conocido pero desde acá lo veía como el orto.
- Está bien...pero no te lo voy a explicar todo hasta que terminemos la cena y nos vayamos.
- Me sirve.
- Era Duki.
Y entonces, viendo cómo cambiaba lentamente su expresión, me arrepentí al momento de contárselo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora