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Desperté lentamente, suspirando al acordarme de todo lo que le pasó a mi hermano ayer. Chasqueé mi lengua y miré mi teléfono, viendo unos mensajes de mis padres y de Mauro, además de la hora.
Me levanté de la cama y fui a la cocina para hacerme un pequeño desayuna, escuchando los pasos atrás de mi hermano.
- Buen día.
- Ya, buenísimos.
- Brisa.
- Vestite que te llevo a casa, tengo que laburar.
- ¿Vas a ir a la comida?
- Iré, sí.
- Ya sabes, llevate a Mauro.
- Haré lo que pueda y deba, no como otros.
Suspiró y negó con la cabeza, dejándose caer en el sofá para quedarse ahí por unos segundos hasta que decidió irse a vestirse. Mientras, yo seguía desayunando.
Al terminar, fui a mi habitación y me cambié, guardando algunas cosas antes de llamar a Mauro mientras me iba a la entrada a esperar a Lautaro.
- ¿Brisa?
- Buen día.
- Buen día, ¿Qué tal? ¿Todo bien?
- Mucho que contar.
- Y yo muchas ganas de escucharte.
- Bueno, podés hacerlo cuando termine de laburar.
- ¿Quedamos para comer?
- Ya quedé.
- Uh, mal ahí.
- Con mis viejos, podés venirte si querés.
- ¿Posta?
- Comida familiar, no sé si sos familiar pero bueno, mejor forma de descubrirlo no hay.
- Ya...bueno, veo como estoy con el laburo y te digo, ¿Vale?
- Sin problemas.
- Dale, nos vemos luego igual.
- Está bien, chao.
- Chao.
Terminé la llamada y guardé mi teléfono, esperando después unos segundos más hasta que Lautaro estuvo listo y salimos los dos, yendo en mi auto hasta la casa de mis viejos.
- ¿Se lo vas a decir?
- Tendría que contarles todo y la verdad, no es algo que me apetezca ahora mismo.
- Bueno, hacé lo que quieras, es tu vida.
- Y vos mi salvadora.- puse los ojos en blanco y sonrió, besándome después la mejilla.- Gracias por lo de ayer.
- Al final soy la mayor.
- Y menos mal.
Asentí y él sonrió aún más, terminado de despedirse con un simple "chao" y se fue a la casa. Suspiré viéndole irse y volví a arrancar para ir al hospital a laburar.
Ya allá, saludé a mis compañeros y fui a dejar mis cosas antes de comenzar mi turno. Estuve las horas correspondientes, aburrida y hablando con la gente que podía, hasta que por fin pude irme, avisando a mis padres de que iba por si acaso a Lautaro se le había olvidado avisarlos.
Me subí a mí auto, dejé mi bolso en el asiento de copiloto y arranqué al mismo tiempo que comenzó a sonarme el teléfono.
- ¿Sí?
- Voy.
- Mauro.
- Sí, sí, soy yo.
- ¿Y a dónde vas?
- A casa de tus viejos.
- ¿Seguro?
- ¿Son malos?
- No, no lo son
- Entonces nada que temer.
- Bueno, voy a por vos entonces.
- Sí, te espero acá.
- Dale, dejo mis cosas y voy a por vos.
- Vale, te espero.
- Chao.
- Chao.
Terminé la llamada y manejé rápido a mí casa, cambiándome de ropa y dejando algunas cosas antes de subirme al auto y manejar ahora hasta casa de Mauro, intentando que no esperase durante mucho tiempo.
- Ya te extrañaba.
- Nos vimos ayer.- sonreí mirando como se subía al asiento de copiloto.
- Bueno, unos minutos solo.
- Ya, no pudieron ser más.- me sonrió y me besó antes de que arrancase de nuevo.
- ¿Qué tal tu hermano?
- Nada, fue una pelea, se asustó y...en fin.
- El pequeño eh.
- Por minutos.
- Pero es el pequeño, al final tenés que protegerlos.- asentí sin dejar de mirar la carretera.- Entonces no pasa nada malo, ¿No?
- No, por ahora nada aparte de eso.
- Entonces bien.
- ¿Y por qué querés conocer a mis viejos?
- Bueno, conocer, conocer... sí, un poco.- sonreí y él también.- No sé, los suegros son los suegros.
Negué con la cabeza y él rió, desviando su mirada a la ventanilla unos segundos antes de decidir liarse un cigarro.
Llegamos por fin a la casa de mis padres, bajando los dos del auto para caminar de la mano hasta la puerta mientras que él fumaba. Llamé y al mismo tiempo tiró el cigarro y lo pisó con sus zapatillas, evitando que se viese.
- Bri... sa.-mi madre sonrió al verme, pero cuando sus ojos fueron a Mauro tornaron a confundida.
- Hola, ma, este es Mauro.
- Ah, vos sos el cantante.
- Sí, soy yo.
- Tu amigo, ¿No?- mi madre dejó de mirarlo para verme a mí y asentí.
- Más que eso.
- Oh... así que ya son novios por fin.
- ¿Por fin?
- Bueno, tu hermana no paraba de decirlo y...ya sabés.
- Ya, ya sé.
Puse los ojos en blanco y ella sonrió levemente antes de ir de vuelta adentro de la casa, dejando a Mauro algo confundido.
Entré primer yo y detrás de mí él, saludando primero a mí hermano cuando entramos al salón.
- Al fin llegaste.- mi padre dejó de mirar el televisor para saludarme.- Y no sola.
- Es Mauro, mi novio.
- Tu novio...
- ¡Lo sabía, sabía que eran novios!- gritó Isabel detrás nuestra, haciendo que todos nos giraremos a verla.- ¡Cómo lo sabía!
- Isabel, por favor.
- Perdón, perdón, pero no todos los días tu hermana es novia de un famoso.
- Y espero que no sea sólo uno.
Mauro sonrió mirando al suelo al oírme susurrar eso y yo negué con la cabeza mirando a mi hermana.
Después de eso, mi familia se presentó mejor a Mauro y él también, comenzando entonces toda una conversación llena de preguntas para conocerlo como si en vez de en una comida estuviera en un interrogatorio.
Por fin, nos sentamos a la mesa y entonces ya la conversación dejó de ser sólo de él, hablando todos de un poco de cada uno, aunque Mauro prefirió callarse por un tiempo y sólo escuchar y reírse de las anécdotas que, como siempre, a mí madre le gustaba recordar sobre nosotros cuando había algún invitado.
Finalmente, terminamos de comer y nos volvimos a sentar a hablar cada uno en un lugar. Mi padre acabó quedándose dormido en su sillón mientras que mi madre nos prefirió ignorar y seguir leyendo uno de sus libros. Mi hermano hablaba por teléfono y yo miraba a mí hermana cómo hacía millones de preguntas para Mauro.
- Bueno, creo que me tengo que ir ya.- dijo él, mirándome cansado.
- Te llevo si querés.
- Puedo ir en Uber, no hace falta.
Asentí y nos levantamos, despidiéndose de todos antes de irnos los dos a la puerta de la casa.
- ¿Mañana te veo?
- Si puedo sí.
- Se viene el trabajo duro.
- Siempre lo es, pero ahora me estoy enfocando un poco más.- asentí y él sonrió levemente.- Igual siempre voy a tener tiempo para vos.
- Espero, porque Isabel dudo que me deje de preguntar sobre vos.
- Entonces llámame y yo le digo lo que quiera saber.- sonreí y él también, acercándose más a mí.- Te llamo a la noche, ¿Sí?
Asentí y él también antes de terminar por acortar nuestra distancia con un lento beso antes de irse. Suspiré y al girarme, cerrando la puerta a mis espaldas, vi a Isabel asomada en la puerta del salón, sonriendo. Puse los ojos en blanco y volví con mi familia.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora