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Llevaba tiempo en la cama a pesar de que acabase de sonar la alarma hace unos minutos. Estaba cansada y sin ganas de levantarme, tanto que llamé nada más me desperté para avisar de que estaba enferma, aunque fuese mentira.
No sabía por qué, pero en general tenía el ánimo bajo. Mi cabeza volvía a no tener nada, estaba completamente vacía. Sólo miraba al techo blanco de mi habitación como si esperase en él una respuesta a este agotamiento.
Suspiré y volví a cerrar los ojos, esperando a que me pudiese dormir. Esta madrugada me desperté y estaba en el sofá, recordando que me había quedado dormida nada más me senté, así que tuve que ir a la cama y sin cambiarme, dormí.
Cuando volví a abrir mis ojos, sabiendo que ya no me iba a dormir como esperaba, suspiré una vez más, recordando que seguía con la misma ropa que ayer. Me fui incorporando hasta que, al fin, me quedé sentada en la cama y pude quitarme la ropa poco a poco, quedándome en ropa interior.
Miré al armario, pero no tenía ganas o fuerzas de ir y vestirme con cualquier cosa, así que simplemente me volví acostar y respiré profundamente debajo de mis sábanas, manteniendo el calor en mi cuerpo de esa forma.
Me giré y quedé de lado, haciendo posición fetal para tener aún más calor, abrazando mis rodillas mientras dejaba mi cabeza descansar de aquello que me cansaba tanto, durmiéndome por fin.
Cuando me volvía  despertar, la luz hacía daño a mis recién despertados ojos, entrecerrándolos un poco para ver que ni siquiera había quitado la ropa de mi cama, simplemente la había dejado ahí tras quitármela. Suspiré y en ese momento, sonó mi teléfono desde la mesa de luz.
- Lautaro.
- Hoy no venís a por mí eh.
- No, no...hoy no.
- ¿Y esa voz? ¿Pasó algo?
- Nada, me acabo de despertar.
- ¿Ahora?
- Sí, ahora.
- ¿Pasó algo?
- Estoy un poco cansada, nada más.
- ¿No tenés turno de mañana?
- Sí, pero he dicho que estoy enferma.
- Ya...como cuando había que ir a clases eh.
- Igual, sí.
- ¿Te parece si luego voy a verte?
- ¿Luego?
- Sí, para comer.
- ¿No tenés que laburar vos?
- Puedo ponerme enfermo también.- sonreí.- ¿Qué decís?
- Está bien, vení si querés.
- Listo, creo que ya empiezo a tener fiebre.
- Pelotudo.
- Dale, luego te llamo o lo que sea, ¿Sí?
- Vale, nos vemos luego.
- Chao.
- Chao.
Terminé la llamada y dejé el teléfono en la cama, suspirando una vez más para dejarme dormir otra vez, dándole la espalda a la ventana para evitar un poco la luz, escondiendo mi cabeza en la almohada lo suficiente para poder respirar también.
Cuando me cansé de estar acostada sin ni siquiera poder dormir bien, me terminé por levantar, guardando la ropa de ayer y vistiéndome con un simple buzo y un pantalón deportivo ancho, yendo a la cocina a comer algo. Finalmente, me hice un poco de café y fui al sofá para poner la televisión de fondo mientras me lo tomaba.
Cuando terminé, limpié el vaso y después apagué la televisión para poner algo de música y limpiar la casa en general, ya que tampoco tenía mucho que hacer. Me acosté en el sofá cuando terminé, con mi teléfono en la mano, mirando mis redes sociales.
Estando en Twitter, la curiosidad se adueñó de mí, pensando si alguien hablaría de cualquier cosa de ayer, si la gente comenzaba a preguntarse si él seguía soltero o no. Resoplé y aunque sabía que estaba mal, que no hacía más que alimentar mis miedos, los que se suponen que ya están fuera de mí, busqué su nombre para ver que había.
No encontré nada más que algunas personas extrañando las fotos de él con alguna de sus ex, por lo que supongo que todavía nadie sabía nada. No iba a terminar mi relación con él ni ahora ni cuando se sepa que somos pareja, menos ahora que realmente sé y siento que estoy enamorada de él. Pero no podía evitar que esta situación me diese algo de vértigo, sin saber a qué me iba a enfrentar realmente. Por suerte, mi hermano me llamó de nuevo.
- Dime.
- Ya voy para allá.
- Ok.
- ¿Todo bien?
- Sí, sí, acá te espero.
- Listo, nos vemos ahora, chao.
- Chao.
Terminé la llamada y dejé el teléfono a mi lado derecho del sofá, esperándolo de esta forma. Y por fin, sonó la puerta y fui a abrir, abrazándome con él nada más lo vi.
- ¿De verdad que no pasa nada?- preguntó entrando a casa.
- No, no, sólo estoy algo cansada.
- ¿Segura? Tenés mal aspecto.
- Gracias eh.
- Bueno, perdón por ser sincero.- levantó sus manos en defensa.- ¿No está Mauro?
- Sí, pero no hemos hablado ni nada.
- Ya, discutieron.
- No.
- ¿Entonces?
- Nada, no hace falta hablar todos los días.
- No hace falta, no, pero te hace bien.
- ¿Todos los días?
- Bueno, si te hace olvidarte de todo...
- ¿Lo hace?
- Vos sabés que si, sino no aguantarías todo lo que pensás.
- Sos demasiado listo cuando querés.
- Exacto, cuando quiero, pero también te conozco.
- Somos hermanos, normal.
- Ya, mellizos, que es algo más que eso.- negué con la cabeza mirándolo, sonriendo.- ¿Qué? Es verdad, somos especiales.
- Sí, especialmente boludos.
- Sobre todo vos.
Fruncí el ceño mirándolo y rió. Cambiamos de conversación y me estuvo contando un poco de su mañana hasta decidir cocinar juntos, preparando luego la mesa para seguir la conversación mientras comíamos.
- ¿Y por qué no lo llamás?
- ¿A quién?
- A Mauro.
- ¿Para qué?
- Para sentirte mejor.
- Estoy bien, Lau.
- Ya, bien.- sonrió y yo fruncí el ceño.- No me engañas, Bri.
- Bueno, pero es que lo estoy de verdad.
- Nunca faltás a laburar si no pasa algo.
- Faltaba a clases cuando iba.
- Era distinto.
- ¿Así?- asintió y sonreí.- ¿Por qué?
- Porque lo hacías por mí, para cuidarme a mí.- sonrió levemente y yo suspiré.- ¿Qué? ¿Seguís pensando en lo mismo de siempre?
- Ayer...bueno, estaba con el y vinieron unos chicos  a pedirle fotos, preguntándose luego quién era yo.
- ¿Y?
- Que por mucho que digamos que no, al final se sabrá de mí.
- Repito, ¿Y?
- Bueno...ya sabés.
- Ya, la fama.- asentí y sonrió de nuevo.- Bri, no sabrán nada de vos si vos querés. Igual que Mauro. No va a pasar nada, de verdad, ¿O vas a dejar que eso te separe de él?
- No.
- ¿Entonces? Hoy date tu tiempo, pero mañana nos olvidamos de esto y seguimos con nuestras vidas, ¿Sí?
Asentí sonriendo levemente y terminamos de comer por fin, limpiando todo después para luego pasar este día con él, viendo alguna película o jugando a cualquier cosa hasta que se hiciese de noche y tuviese que ir. Al final, yo era la mayor, pero por minutos.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora