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Estaba sentada en las sillas del hospital de fuera, esperando a que mispadres viniesen porque mi hermano les avisó hace unos minutos de donde estábamos. Era de noche ya y todavía tengo el teléfono en el auto.
Suspiré y eché mi cabeza hacia atrás hasta encontrarme con la pared, apoyándola ahí, cerrando los ojos para recordar todo lo que había pasado. Por suerte, mi hermano ya se podía ir del hospital porque no era tan grave como para estar siquiera una noche en el hospital. Pero, había perdido el viaje con Mauro después incluso de atreverme a ello, de decidir que era momento de hacer algo juntos, algo más que sólo vernos en la misma ciudad y en los mismos sitios.
Tenía todo preparado, menos lo que pasó a última hora y yo no podía dejar a mi hermano atrás. Sabía que significaba esto, sabía que no me hablará hasta que vuelva o más, quizás hasta este sea el fin de nuestra relación.
- ¿Todo bien?-al abrir mis ojos lentamente me encontré con Bruno, sentado a mi lado, mirando hacia el frente.
- No, nada está bien.
- Bueno...tu hermano estará bien, esto no es nada para él.
- Ya...¿Pero y yo?
- ¿Qué pasa con vos?
- ¡Brisa!- cuando abrí mi boca apara responderle, justo aparecieron mis padres por la puerta del hospital, corriendo y con cara de preocupados.- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Lautaro?
- Está en su habitación, está bien.
- Dime dónde.
- Yo te acompaño.
Dijo Bruno, anticipándose a mí para ir con mi madre, dándome una última sonrisa antes de desaparecer. Suspiré y bajé mi mirada, notando la presencia de mi padre delante, ya que él no se había ido con ellos.
- ¿Qué ha pasado, Brisa.?
- Es largo de explicar.
- Queda mucha noche.- suspiré una vez más y levanté mi mirada para recibir la suya, seria.
- Lautaro quería contároslo mejor que yo, así que...
- Pero Lautaro no necesita contarme nada.
- A él es al que le ha pasado esto.
- Sí, pero sos vos la hermana mayor.
- Por minutos.
- Vos lo encontraste.
- Me llamó él...
- Brisa, me fío de vos y no me voy a molestar, sólo quiero saber qué ha pasado.
- Es que...es mejor que te lo diga él, de verdad.
Chasqueó la lengua, negó con la cabeza y quitó sus manos de sus costados para sentarse a mi lado, justo donde antes estaba Bruno. Yo, desvié mi mirada para no verlo, levando mis ojos a cualquier otro lugar del hospital.
- ¿Quién fue?
- Un chico con el que a veces se veía.
- ¿Y qué pasa con ese pibe?
- Pues...Lautaro le daba dinero para que nos ayudase a entrar en carreras menos ilegales de las que ya estábamos.
- ¿Cómo?-cerré mis ojos por un instante y llevé mi mirada al suelo al abrirlos, apoyando mis codos sobre mis rodillas, echándome hacia delante.- ¿Cómo que carreras ilegales, Brisa?
- Él...ya sabés que le gustan muchos los autos y las carreras y...bueno, un día se compró un auto.
- Sin saber manejar.
- Sí, sin saber, porque no lo quería para él.
- ¿Entonces?
- Me llamó ese día y me dijo que estaba cansado de su vida, que le parecía demasiado normal y aburrida y que ya no había nada que le gustase, sólo las carreras. Yo...bueno, muchas veces intenté que se diese cuenta de que no eran tan importantes, que a veces le hacían despistarse de lo que de verdad importaba y él...me ignoraba siempre.
- ¿Y qué pasó?
- Me pidió ayuda, me dijo que necesitaba alguien para manejar ese auto y que yo lo hacía bien, tan sólo tendría que mejorar con el tiempo. Me lo dijo con tanta...pena, necesidad de algo nuevo en su vida que yo...acepté.
- Ya...
- Después de eso él comenzó a mejorar el auto junto a Bruno y un par de chicos del barrio más, aparte de sus amigos. Hicimos un pequeño circuito y...a veces iba a manejar ese auto, a entrenarme para cuando llegase el momento.
- Y llegó.- asentí y le miré de reojo. No tenía ninguna expresión en su rostro.
- A partir de ahí, no dejamos de ir a ninguna carrera que se hacían en otros barrios parte del nuestro y...bueno, él quería más, ya sabés cómo es.
- Sí lo sé, sí.
- Eso le llevó a ese chico y a darle dinero a cambio de que nos colocase en alguna carrera de más...no sé, calidad. Yo sabía que hablaban, pero Lautaro siempre me lo ocultaba porque sabía que no me gustaba, hasta hoy, que no tuvo otra opción que contarme todo.
- ¿Y por qué le han hecho esto?
- Porque el auto que era para las carreras acabó algo destrozado cuando Bruno tuvo un accidente con él y...sin auto, no había carreras y ese chico en vez de decirle a Lautaro que no le iba  ayudar prefirió reventarle una botella en la cabeza y cagarlo a piñas.
- Dios...
- Lo siento, papá, intenté evitarlo, ayudarlo, pero sabés lo difícil que se hace cuando ni él quiere que lo ayudes.
- Lo sé, lo sé, hiciste lo máximo que pudiste.- me puso la mano en el hombro y apretó levemente, sonriéndome mientras que yo suspiraba y me colocaba mejor, dejando de estar apoyada en mis codos.- Al menos ha aprendido.
- Bonita forma, sí.
- A veces es la única que hay.- sonrió y después él suspiró.- Bueno...¿Vos no tenías que estar lejos de acá?
- Se me olvidó con todo esto.
- Pues...creo que ya es hora de que te vayas, has hecho mucho ya, Brisa.
- He hecho lo que una hermana tiene que hacer.
- Y lo has hecho bien, ve a casa y descansa o habla con Mauro, quizás...
- Crep que esta ve no hay quizás, papá.
- Pues...entonces descansa, ¿Vale?
Asentí lentamente y me levanté de la silla de la misma forma, bajo su mirada. Entonces, de lejos vinieron Lautaro, Bruno y mi madre, que ya parecía menos preocupado.
- Yo me marcho ya.
- Sí, todos lo vamos a hacer.
- Chao.
- Chao.
Lautaro me sonrió levantando su mano un poco para despedirse y yo le devolví la sonrisa antes de ir hacia mi auto. No estaba triste, tampoco preocupada o agobiada. Simplemente, estaba. Quizás era que todavía no me había hecho a la idea de todo esto.
Llegué a mi auto y suspiré, agarrando el volante con las dos manos, quedándome un tiempo mirando hacia el frente sin pensar en nada. Hasta que me giré y de los asientos de atrás agarré mi bolso, sacando mi teléfono con cuidado. Lo único que tenía eran sus llamadas perdidas, 20 para ser exactos. Y después, miré los mensajes.
Mauro❤️
¿Dónde estás?
¿Brisa?
¿Brisa?
¿Dónde estás?
¿Te has olvidado de esto?
Brisa.
Podés contestarme por favor.
¿Te ha pasado algo?
Brisaaa.
Necesito que me contestes.
Me estoy yendo sin vos.
Amor.
¿Qué ha pasado?
Brisa.
Por favor.
Está bien.
Creo que ya está todo dicho y hecho.
Supongo que sólo me mentiste.
Otra vez.
Bueno.
Que te vaya bien entonces.
Y como pensaba en el hospital, era la definitiva. Dejé el teléfono de vuelta en el bolso, en el asiento del copiloto, apoyé mi frente en el volante sin soltarlo con mis manos y tomé aire lo más que podía, notando la presión en el pecho, el nudo en la garganta mientras mi estómago se revolvía y mis ojos se llenaban de lágrimas. Cerré mis ojos, soltando el aire lo más despacio que podía, hasta que cayó la primera lágrima y con ellas vinieron todas, ahogándome yo sola en mi auto.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora