52.

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Resoplé cansada, girándome en mi cama para agarrar mi teléfono y mirar la hora. De un segundo a otro, me desperté completamente, saltando fuera de la cama para correr hacia la cocina y hacerme un café rápido.
Mientras éste se hacía, fui a mi había de nuevo para agarrar lo primero que veía y vestirme de la peor forma posible. De repente, cuando iba a ir a la cocina a desayunar rápido, mi teléfono comenzó a sonar.
Me tiré encima de la cama para poder llegar al teléfono, que estaba allá. De la misma forma que me tiré, mientras aceptaba la llamada sin mirar la pantalla, me levantaba e iba a la cocina.
- ¿Sí?
- Estoy fuera, ¿Estás?
- ¿Eh? ¿Quién sos?
- ¿Mauro?
- Ah, Dios, espera.- agarré la taza y sin pensarlo me bebí el café, quemándome pero aguantando para llega rápido al laburo.- ¿Qué pasa?
- ¿Todo bien?
- Espera, ¿Estás fuera?
- Te dije que iba a buscar tiempo.
- ¿Has madrugado?
- Por vos, sentite especial.
- ¿Lo soy?- pregunté mientras agarraba mis cosas y las guardaba rápido.
- Abrí la puerta y tenés la respuesta.
- Voy.
Terminé la llamada y guardé el teléfono rápido junto a mis otras cosas en el bolso que ya tenía colgado sobre mi hombro. Abrí la puerta y antes de salir agarré las llaves del auto, saliendo dando un gran golpe a la puerta al cerrarla a mis espaldas.
- Mauro.
- Uh, ¿Qué pasó? ¿Con te peleaste?
- ¿Es joda?- le miré seria y él sonrió.- Me levanté tarde.
- ¿Ahora?- asentí yendo  a dónde el auto con él.- Bueno, todavía tenés tiempo.
- Tengo que ir a por mí hermano.
- ¿Le llevás a los sitios?- preguntó sonriendo, ya los dos dentro del auto.
- Al laburo y sólo porque le queda lejos.
- ¿Y no puede buscarse la vida?
- Lo hizo y yo fui su solución, así es él.
Negó con la cabeza sonriendo y yo le fin arranqué, manejando lo más rápido y tranquila a la vez que podía hacia la casa de mis padres, donde mi hermano ya me esperaba.
- Atrás.
Le avisé, estando Mauro en el asiento de copiloto. Frunció el ceño mirándonos y después entró atrás como le dije, resoplando una vez ya estaba sentado. Arranqué y comencé a manejar al taller.
- ¿Todo bien?
- ¿Me preguntas en serio?
- No sé, ¿También te levantaste tarde?- pregunté mientras que él me miraba y Mauro estaba entretenido con su celular.
- Que boluda que sos.
- Ché, ¿Qué hice ahora?
- Ayer, ¿Te acordás?
- Sí, ¿Qué? ¿Te salió caro el taxi? ¿Dónde estabas?
- Fui a para, Bri, a para hasta acá.
- Bueno...
- Estaba al otro lado de la ciudad, fui andando de noche. Luego me pasa algo y lloras.
- Dejate de joder, Lautaro, sabés defenderte.
- Si supieras...
Susurró desviando su mirada de mí a la ventanilla, pero yo pude escucharlo, mirándolo por unos segundos por uno de los espejos del auto, confundida por lo que había dicho.
Sí, siempre había sido un chico bastante perdido. Desde joven, cuando los dos estábamos estudiando en el mismo instituto, era uno de los peores de la clase y yo siempre lo intentaba mantener en el "lado bueno", pero era imposible.
Solía meterse en peleas y en general siempre está a buscando quilombo con alguien. Pero todo fue a peor cuando yo me cambié de instituto y nos separamos, entonces ya no sólo era de los peores de la clase sino que llegaba tarde a casa, siempre iba de fiesta, suspendía todas, comenzó a beber demasiado y a fumar hasta no saber en qué día estaba.
Cuando nos dimos cuenta de que estaba a punto de ser algo más serio, dejó los estudios y se fijó en cuidarse mientras que yo ya pasaba a la universidad. Entonces, mi padre habló con el que ahora era su jefe y tras un gran curso, a pesar de no tener estudios, hizo como si nada y lo contrató, obviamente con lo mínimo que le podía pagar.
Fue ahí cuando perdió la mitad de sus amistades porque la mayoría eran malas influencias y se fue con mis amigos hasta que finalmente pudo encontrar su propio grupo de amigos en el barrio de nuevo, con Bruno en él. Y comenzó el tema de las carreras, lo único que lo acercaba de nuevo al que era.
Por eso, solía ser tan responsable cuando se trata de él. Siempre lo había hecho, intentaba calmarlo, hacer que pensará más y dejase de seré tan impulsivo. Pocas veces lo he conseguido.
Por fin, llegamos al taller, bajándose con una rápida despedida. Le vi entrar y chasqueé mi lengua, arrancando de nuevo.
- ¿Todo bien?- preguntó Mauro mirándome y yo negué con la cabeza.- ¿Él?
- Le pasa algo.
- Ya fue, está molesto, nada más.
- No lo conocés como yo.
- Brisa, tranquila, el pibe es mayor.
- Ya...lo sé.
- Dejá que haga lo suyo, va a estar bien.
Miré a Mauro unos segundos y él sonrió. Asentí con la cabeza y para hacer que dejase de pensar en todo aquello, comenzó a hablarme de lo que iba a hacer hoy hora por hora hasta que llegamos al hospital.
- ¿Y ahora?
- ¿Ahora qué?
- ¿Cómo volvés a casa?- pregunté aún los dos en el auto.
- Ya me buscaré la vida.
- No sé para qué venís si luego tenés que gastar plata en volver a casa.
- Por vos, ya te lo dije.
- ¿Tanto?
- ¿Por vos? Obvio y más.- negué con la cabeza levemente a la vez que sonreía mirándole y él sonrió también.- A la noche te llamo.
- No lo vas a hacer.
- ¿No?
- Te vas a ir de joda, me lo acabas de decir.
- Bueno, pero puedo ir de joda y llamarte antes o después.
- Ya...
- Verás como sí.
- Te vas a olvidar.
- No.- levanté una ceja y él sonrió de nuevo, acercándose a mí.- Eso significa que me olvido de vos.
- ¿Y?
- Dudo que pase.
- ¿Seguro?
Asintió mirándome a los ojos y yo sonreí, terminando por romper la distancia, olvidándome que llegaba tarde al laburo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora