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Desperté poco a poco sin necesidad de una alarma, mirando al techo en el instante en que mis ojos estaban completamente abiertos.
Suspiré y recordé lo que pasó ayer. Laburé y fui con mi hermano y Bruno para terminar llorando en casa porque Mauro estaba tan cansado que no pudo verme aún cuando ya estaba acá.
Resoplé y negué con la cabeza, poniendo mis manos en mi cara para taparla sin dejar de negar. Después, aparté los mechones de mi pelo que estaban en mi cara al mismo tiempo que quitaba mis manos, quedándome quieta y mirando el techo.
- Podría haber ido a su casa a verlo...- susurré, pero al segundo después chasqueé la lengua.- Igual no, quizás ya estaba dormido o no quería verme, sin más.
Volví a resoplar y me senté en la cama, abrazando mis rodillas para calmarme mirando a un punto fijo de mi habitación.
Finalmente, decidí levantarme e ignorar mis ganas de quedarme en la cama. Fui a la cocina y me hice el café, quedándome de nuevo mirando a un punto fijo.
Cuando el café ya estaba hecho, lo bebí con pocos tragos y después fui a vestirme, acabando por agarrar mis cosas e ir a mi auto. Arranqué y comencé a manejar hacia casa de mis padres.
Miré la hora y luego a la entrada, viendo que no estaba Lautaro allá a pesar de que solía estar a estas horas. Fruncí el ceño y confundida, arranqué de vuelta para manejar más lento, queriendo buscarlo por si estaba andando por la calle pensando que no vendría.
Y en efecto, andando estaba escuchando música y cabizbajo. Hasta que oyó el claxon de mi auto, entonces me miró confundido y entró sin dejar de mirarme de esa forma
- ¿Pensabas que no vendría?
- A ver...gracias por tu parte, pero sí, pensaba que no vendrías.
- Me levanté temprano y pensé en venir, sin más.
- Ya...muy feliz estás.
- No estoy feliz, pero ahora que no voy con el tiempo justo para laburar puedo venir.
- ¿No que hoy no laburabas?- frené de golpe y le miré confundida.- Brisa, es miércoles, me dijiste que no tenías turno de mañana hoy, me lo dijiste ayer mientras cenábamos.
- No me lo puedo creer...
Mientras que yo llevaba mi frente al volante él comenzó a reír sin dejar de mirarme y de moverse en el asiento. Hasta que le fulminé con la mirada.
- Da igual, ya que estoy despierta no me importa.
- Te podrías haber quedado dormida en casa.
- Me desperté antes de una alarma.
- Pero podrías haberte vuelto a dormir.
- No tenía ganas de dormir exactamente.
- ¿Qué tal Mauro?- preguntó de repente y evité mirarlo.- Ya...
- ¿Te dijo algo Bruno?
- ¿Tendría que haberlo hecho?
- No sé, decime vos.
- No me dijo nada, pero no sé qué puede saber el que yo no.
- No sabe nada, lo mismo que vos.
- Bueno...sería raro que tu ex supiese más que tú mellizo eh.
- Pues no sabe nada.
Asintió y desvió su mirada a la ventanilla para mantenernos callados durante el camino hasta llegar al taller. Nos despedimos y cuando se fue, volví a manejar hacia mi casa.
Pero, ¿Realmente quería ir allá? No tenía nada que hacer ni ver, sólo iría porque no tendría ningún sitio más a dónde ir. O quizás sí tenía dónde ir pero no pensaba en ese lugar porque no lo vería como buena opción.
Aún así, giré el volante y cambié de dirección, acelerando un poco por si al pensarlo dos veces decidía no ir y no hacer nada más que esperar tumbada en mi cama sin ni siquiera dormirme porque no tenía ganas.
Cuando llegué a su barrio, bajé la velocidad hasta encontrarme con su casa y frenar delante, quedándome mirando a la puerta sin saber si bajar o irme ahora que ya estaba acá.
Exacto, ya estaba acá, había dado el paso después de todo para decidir que era mejor ir a verlo a esperar en mi casa a que fuese él quien viniese a mí como de costumbre.
Tomé aire y decidí abrir la puerta, bajando decidida de mi auto para ir a por mis cosas a la puerta del copiloto para comenzar después a ir a su puerta, ignorando las dudas para pensar que ya no había vuelta atrás. Hasta que llamé a su puerta y quise salir corriendo, pero ahora sí que no había vuelta atrás.
- Brisa.
Me miró confundido con el pelo despeinado y su remera y pantalones arrugados. Más que cara de cansado, parecía tener cara de recién haber llegado de fiesta.
- Mauro.- fruncí el ceño mirándolo y al instante sonrió.
- ¿Qué hacés acá?- preguntó antes de abrazarme. Sí, olía a alcohol, pero preferí ignorarlo.
- Venir a verte, ¿A qué si no?
- Podrías haber esperado a que te llamase.
- Mucho he estado esperando estos día a que me llames.
- Ya... perdón por eso, no tenía mucho tiempo.
- No importa, al menos ya estás acá, ¿No?
Sonrió y asintió con la cabeza antes de besarme. Sonreí entre el beso, ignorando el gusto a tabaco y marihuana que percibí.
Después de eso, me agarró de la mano y tiró de mí hacia dentro de su casa. Al menos la fiesta no fue en su casa.
- ¿Qué tal estos días?
- Sin más, supongo que vos mejor que yo.
- Bueno, sin más también.
- Dale, no te hagas el pelotudo, has estado haciendo conciertos y jodas a dónde has ido.
- Y así de cansado llegué ayer, desde por la mañana en el sofá.
- ¿Por la mañana? ¿No dijiste que venías a la noche?- le miré confundida y él abrió sus ojos al instante.
- No, sí, claro, vine por la noche, me refería al sofá de dónde estábamos antes de venir para acá.- sonrió nervioso pero disimulé lo mal que había mentido.- Bueno, aunque lo haya pasado bien no estabas vos.
- Da igual, te lo pasaste bien y es lo bueno.
- Pero sin vos.
- Ya habrá otra oportunidad.
- ¿Te parece si me ducho y demás y pasamos el día juntos? Así arreglamos todo el tiempo que hemos estado separados.
- Me parece.
Sonrió y se volvió a acercar a mí para besarme. Le sonreí de vuelta cuando se separó y después se fue a la ducha como dijo. Suspiré y saqué el teléfono para entretenerme mientras.
Parece que no era la única que mentía y ocultaba cosas como me dijo Bruno.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora