12.

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Desperté por la luz del sol dándome justo en la cara. Unos segundos después de girarme para evitar la luz, mi cabeza comenzó a dolerme y sentía todo mi cuerpo cansado.
Resoplé y me volví a girar, esta vez quedándome boca arriba. Fue ahí cuando me di cuenta de que tenía una campera que no era mía, pero estaba en mi habitación y con ropa, es decir, no había pasado nada que lamentar.
Me senté en la cama, quitándome despacio la campera para verla mejor y recordar que pertenecía a Mauro. La dejé a mi lado y me levanté para ir a cerrar la ventana y acabar por fin con esa luz cegadora. Volví a resoplar y me dejé caer una vez más en la cama, quitándome los tacones que aún tenía puestos.
Sin ganas de meterme de verdad en la cama, me acabé arropando otra vez por su campera, volviendo a dormirme otra vez.
Volví a despertarme de nuevo confundida, aunque menos cansada. Miré la hora y decidí levantarme para ir despacio a la cocina a comer algo antes de tomarme la pastilla que me quitase el dolor de cabeza. Después, miré mi teléfono a ver qué tenía en él.
No tenía más que un par de mensaje de Thiago por la noche y uno de Bruno dándome los buenos días y diciendo que vendría acá en unos minutos. Mierda.
Fui a la habitación, guardé su campera en mi armario y me desvestí para ir corriendo a ducharme, cambiando de ropa justo a tiempo de que llamase a la puerta. Fui a abrir y lo siguiente que vi fueron a mí hermano y a mi novio juntos y vestidos como si fuesen al taller.
- Buen día.- Bruno saludó besándome por un corto tiempo y luego pasó, dejando que mi hermano me abrazase
- ¿Van a laburar hoy?
- No, pero tenemos que ver el auto.
- Tenemos.
- Vos también.
- Hoy imposible.
- ¿Por qué?
- Porque...me duele mucho la cabeza.
- Uh, ¿Pasó algo?
- Nada, nada, solo me duele, no sé.
- Bueno, pero es un dolor de cabeza, nada más.
- No me voy a subir a un auto para que su motor me quede peor la cabeza.
- Dale, dejala, ya lo haremos mañana.
- La carrera es hoy.
- Más tarde sino o llamamos a quien lo vaya a manejar hoy.
- ¿Era hoy la carrera?- asintieron y resoplé.- No puedo, de verdad.
- Bueno, no importa, ya buscaremos algo.
Y sin decir más más, se fueron a sentar al salón mientras yo hacía vida normal de mi mañana, desayunando tranquilamente mientras les escuchaba hablar de la fiesta de ayer y yo me inventaba la mía, omitiendo a Mauro, como tenía que ser.
Más tarde, se acabaron por ir ya que tenían que probar el auto antes de esta noche, dejándome sola. Sin el dolor de cabeza y sin tanto cansancio, me senté en el sofá a ver una serie mientras que tenía mi cabeza en la noche anterior.
Me lo pasé bien con mis amigos, aunque no podía mentir y decir que tampoco lo hice con Mauro. Cuando he ido con ellos y Bruno a Colta estuvimos bien, pero ir allá con Mauro era distinto.
Ya no era por estar en la zona VIP, sino porque con él me sentía bien, sin pensar mucho en la responsabilidad y más en la diversión. Obviamente, no me pasé toda lo noche riendo, pero él hacía lo que podía para verme la mayoría de veces así o simplemente sonriendo.
Esperaba que estar con él iba a ser incómodo. Al final, no lo conozco tanto como persona, sólo su parte famosa y eso también afecta al conocer a alguien. Pero, no fue así.
Después de anoche creo que si volvemos a hablar o a vernos será diferente, que sin darme cuenta estoy comenzando una amistad con alguien que es conocido tanto en toda Argentina como en España, México u otro país.
De repente, mientras estaba metida en mis pensamientos sin dar mucha atención al capítulo que veía, el teléfono vibró en la mesa. Estiré el brazo y vi si acaso Bruno o mi hermano me mandaron algo, pero no.
Mauro.
Creo que tenés mi campera.
Sonreí porque sí, era verdad y él lo sabía. Entonces, me acordé de cuando me trajo de vuelta a casa, acompañándome hasta la puerta.

Y la tengo.
Pero ya es mía.

No bueno.
Dale.
Te dije que la quería de vuelta eh.
Igual no te acordás.

Pelotudo.
Me acuerdo perfectamente de todo.

¿Sí?

Sí.
Así que me acuerdo también de eso.

Bueno.
Entonces voy a tu casa a recuperarla.
¿O no?

Dale.
Vení si querés.
Pero ya te digo que me la quedo yo.

Y me tendrás que dar algo a cambio.

¿Una birra?
¿Fernet?

Tarada.
En una hora estoy allá más o menos.

Ok.
Acá te espero.

Y ya no me mandó más mensajes. Así que, dejé el teléfono y me quedé mirando la serie esperando a que sonase la puerta y fuese él.
Tras un largo tiempo, cuando comenzaba a quedarme de nuevo dormida en el sofá, por fin llamaron a la puerta. De un salto, me levanté y fui andando hasta allá.
- Buen día.
- Hola.- sonreí y él también.- ¿Sos el tipo de la campera?
- El mismo.
- Entonces es acá.
Sonrió de nuevo y yo me hice a un lado para que pasase adentro sin decir mucho más y eso hizo. Lentamente, caminó hasta el salón y yo detrás de él sin quitar mis ojos de él.
- ¿Te espero acá o querés que vaya a tu habitación con vos a por ella?
- Pelotudo.
Rió y se sentó tranquilamente en el sofá. Entonces, le dejé solo y fui a mi habitación para buscar su campera y llevársela de vuelta.
- ¿Ese es tu hermano?
- ¿Quién?
Busqué con la mirada donde apuntaba hasta encontrarme con una foto de nosotros de pequeños, los dos con los brazos alrededor de los hombros del otro y él con el mismo corte de pelo que ahora, aunque éramos más morenos por alguna razón.
- Sí, somos nosotros.
- Se parecen.
- Y somos mellizos, estaba claro.- puso los ojos en blanco y yo reí.- Una pena que quieras la campera, me quedaba bien.
- No te he dicho que sea la última vez que te dé una.
- Si me vas a dar otra para devolverla después...los regalos no se devuelven eh.
- Para la próxima lo sé.
Sonreímos y nos quedamos callados por unos segundos hasta que él comenzó a hablar, a contarme sobre su mañana sin yo preguntarle y esperar a que yo hiciese lo mismo, Au que estaba claro quién tenía más para hablar.
Después, nos despedimos y me dejó de nuevo sola en casa, pensando en lo rápido que había cambiado mi forma de sentirme con él al lado.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora