67.

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Desperté por una llamada, no por la alarma. Resoplé y fui levantándome poco a poco hasta incorporarme y acabar sentada en mi sofá, buscando con los ojos entrecerrados el teléfono sin que este dejase de sonar.
Cuando lo encontré, la llamada terminó. Suspiré y pensé en ignorarlo, pero finalmente decidí por al menos ver quien me llamaba. Ignoré lo mucho que me quedaba hasta que sonase la alarma y me quedé despierta para ver que el que me había llamado era Mauro, así que le devolví la llamada en cuanto lo vi.
- Mauro.
- Al fin.
- Ya, perdón, cuando lo agarré ya habías colgado.
- No importa.
- ¿Pasa algo?- me fui poco a poco acostando de vuelta, pero sin quitar el teléfono de mi oreja.
- ¿Qué tal ayer en el laburo?
- Bien.
- ¿Y en el turno de tarde?
- Bien, ¿Por qué?
- Porque me han dicho que estabas en un sitio que no era el hospital.- me quedé callada, pensando en dónde estuve exactamente, suspirando al recordarlo.- No me importa si no querés quedar conmigo o si tenés otra cosa que hacer, pero al menos no me mientas y no lo vuelvas a hacer cuando te estoy preguntando por eso.
- Bueno, exactamente no preguntaste por eso.
- Ya.
- Perdón.
- No me importa, Brisa, si querés ir a las carreras ve.
- No es que quisiese ir allá y no con vos, es que no me acordaba de que tenía una carrera ayer.
- Ya.
- Y cuando me lo dijo mi hermano justo había media hora entre nuestra quedada y eso, así que...
- Tuviste que elegir.
- Lo nuestro podía esperar, ¿No?
- Sí, puede.- chasqueé la lengua y volví a sentarme en el sofá.- Lo peor es cuando me mentís.
- Pensaba que si te decía que me iba a una carrera en vez de con voz te ibas a molestar así que...
- Pensaste que era mejor mentirme, sin tener confianza en mí, sin darte cuenta de que si por uan casualidad, como ahora, me enteraba me iba a molestar más.
- No lo pensé bien, lo siento.
- Ya me di cuenta, ya.
- Mau...
Pero cuando iba a llamarlo, intentando que me perdonase, terminó la llamada. Miré la pantalla mientras se oscurecía hasta bloquearse y suspiré, echando los pocos mechones de mi pelo que quería ir a mi cara.
Dejé caer mi espalda en el respaldo y pensé en lo que había hecho. Sabía que había hecho mal, tendría que haberle dicho la verdad porque tampoco era gran cosa si podía explicarle mejor. Pero, ahora no podía explicar nada porque estaba molesto y con razón.
Había tenido la poca suerte de que seguramente alguien que lo conociese me viese ayer y se lo contase, por lo que él ya supo toda la verdad mientras que yo le mentía pensando que me había salido bien la jugada. Pero no y ahora tenía que pensar en cómo arreglarlo.
Chasqueé de nuevo la lengua y miré la hora, quitando la alarma para decidir ir a su casa en vez de a por Lautaro hoy que no tenía turno ni de tarde ni de noche. Quizás, viendo que voy a decirle la verdad y a pedirle perdón, deje de estar molesto conmigo.
- Lautaro.
- Dime.
- Tenés que irte en colectivo hoy a casa.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque tengo que ir a un sitio.
- Un sitio.
- Sí, un sitio.
- Bri, tu vida es muy normal para tener un secreto llamado "un sitio", ¿Qué sos ahora? ¿Una asesina en serie y tenés que matar de imprevisto?
- ¿Qué?
- ¿Qué a dónde vas?
- ¿Y no es más fácil preguntar eso directamente?
- Y ahora era fácil que respondieses en vez de hacer otra pregunta.
- Pelotudo.
- ¿A dónde vas, Bri?
- A ver a Mauro.
- ¿Es urgente? Porque para dejarme acá solo en contra del mundo.
- Dramático.- no podía verlo, pero sabía que estaba sonriendo ahora mismo.- Sí, es urgente.
- ¿Pasó algo?
- Nos peleamos, bueno...
- ¿Vos?
- Ayer le mentí.
- ¿Con qué?
- Le dije que no podía quedar con él porque tenía que laburar, pero me fui a la carrera.
- Y se enteró.
- Alguien me vio seguramente.
- Ya...bueno, no creo que sea muy grave, pero sí, ve a verlo.
- Mañana te llevo, ¿Vale?
- Sin problemas, vos arreglálo con él y listo.
- Chao.
- Chao.
Terminé la llamada y me levanté para ir a la habitación a cambiarme de ropa antes de agarrar mis cosas y salir de mi casa para subirme a mi auto, manejando hasta su casa sin saber ni siquiera si estaba allá, pero intenté llegar lo más rápido posible por si justo cuando llegaba yo se iba él. Tenía tan mala suerte que todo podía pasar.
Cuando llegué, aparqué cerca de su casa, bajándome lo más rápido que podía para ir hacia su puerta y llamar, esperando que estuviese allá dentro para abrirme. Esperé por unos segundos que parecían minutos, llamando un par de veces más pero sin recibir respuesta.
Suspiré y me di por vencido, girándome sobre mi misma para comenzar a caminar hacia mi auto, pensando en que le tendría que mandar un mensaje para saber dónde está porque no puedo dejar que esté molesto todo el día. Pero, de repente, oí la puerta abrirse detrás de mí, girándome de nuevo para verlo.
- Pensé que no estabas en casa.
- Y yo que no vendrías.
- Mauro...perdóname.- dije mientras me volvía a acercar poco a poco.- Lo pensé mal pensé que era la solución más fácil y sí, lo era, pero no era la mejor y ha quedado bastante claro.
- Si no lo llego a saber me hubieses mentido sin más, después vendrían otras y...
- Eso es pensar mucho en el futuro.
- ¿Qué quieres que piense cuando me has engañado con algo así? Imagínate por algo importante.
- Fue...una pelotudez, no tendría que haberlo hecho, lo siento.
- A mi no me molesta que vayas  las carreras, que hagas tu vida, porque yo no tengo derecho sobre ella. Pero, al menos, no me mientas.
- Lo sé, Mauro, yo sólo...pensé en la vía fácil, no en lo demás.
- Ya...
- Perdón, de verdad.
Chasqueó su lengua, resopló, echó su cabeza levemente hacia atrás y terminó por comenzar a caminar hacia mí poco a poco, mirándome sin ninguna expresión en su rostro. Nos quedamos quietos, mirándonos a los ojos hasta que sonrió levemente.
- Tampoco podía aguantar mucho mas.
Susurró antes de acercarse para terminar con la distancia entre nosotros por un lento beso que también terminaba con nuestro problema, sonriendo entre el beso mientras tenía su cara entre mis manos al no poder llevarlas a su pelo por la capucha que tenía puesta de su buzo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora