49.

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Manejaba tranquilamente, volviendo de mi laburo a casa ya de noche. Había quedado con Mauro más tarde en vernos en su casa a pesar de que mañana tuviese turno de mañana y seguramente acabase durmiendo con él, pero ya era casi rutina despertarse antes e irse a mi casa antes de al hospital.
Bajé el volumen de la radio y la ventanilla, apoyando mi brazo para seguir el ritmo de la música con pequeños golpes de mis dedos en la parte de fuera de la puerta, no muy visible para los demás.
Poco a poco, bajé también la velocidad y fui preparándome hasta poder aparcar en frente de la puerta del taller, esperando ahí a mi hermano.
Saqué mi celular y comencé a responder y hablar por mensajes con Thiago, que me había hablado mientras aún seguía en el hospital y no podía decirle nada.
- Brisa.- levanté mi mirada confundida y al verle me sorprendí.- Si buscás a tu hermano ya se fue.
- Ah, ¿Solo o...?
- No, con un pibe.
- Ya...gracias.
Asintió sonriendo levemente y se giró para ir a su auto, que estaba aparcado a mi lado. Durante todo el momento, hasta que se fue, no pude apartar la mirada de él aún sabiendo que posiblemente se estaría dando cuenta.
Después de todo, me había pasado dos años de mi vida con él, siendo feliz hasta las últimas semanas. Así que, no podía evitar quedarme mirándolo a pesar de que todo acabase de la forma en que lo hice, no podía olvidar lo que pasó por mucho que el final no fuese como quería.
Moví levemente mi cabeza para salir de mi pequeño trance y acabé por dejar mi teléfono en el asiento de copiloto, arrancando rápido para manejar de vuelta a mí casa, subiendo más el volumen de la radio para evitar pensar mucho gracias a la música.
Llegué por fin y fui directa a cambiarme después de una ducha y a cenar ligeramente antes de agarrar un par de cosas, guardarlas en un pequeño bolso y salir de nuevo para ir ahora a casa de Mauro, de nuevo manejando. Se podía decir que me pasaba el día en mi auto o en otro, pero siempre así.
Minutos después, pude aparcar y salir, avisando a Mauro de que ya estaba antes de ir a su casa y llamar a la puerta, esperando sólo unos segundos antes de verlo.
- Al fin.- dijo nada más me vio, sonriendo.- Ya pensaba que te perdías o algo.
- Difícil.
Respondí, también sonriendo, antes de saludarlo con un corto beso y entrar en su casa con él detrás. Fuimos juntos al salón y de la misma forma nos sentamos.
- ¿Y por qué tardaste tanto?
- Fui a por mí hermano, pero no estaba.
- Ah y te quedaste esperando como una pelotuda a que alguien saliese.
- No, no, alguien me avisó.
- El jefe.
- Bruno.- afirmé, haciendo que frunciese el ceño por unos segundos.
- ¿Bruno? ¿Tu ex?
- Siguen laburando juntos así que...parece que Lautaro se fue antes y me avisó cuando me vio.
- Ya...
- Pero nada más.
- No importa, está todo bien.- sonrió y yo asentí.- Yo confío en vos.
- Y yo en vos, sino no sé para qué estaríamos juntos.
Asintió sin dejar de sonreír y se acercó más a mí, haciéndome sonreír a mí segundos antes de besarnos de nuevo.
Poco a poco, parecía que se había olvidado del plan de ver una película y fuimos cayendo hasta quedar tumbados en el sofá con él encima de mí, sin dejar de besarnos.
Hacía días que ya había dejado de sentirse tan extraño y que no me sentía en un nube de confusión por todo en lo que me estaba metiendo, así que no estaba tan insegura como al principio, por mucho que intentaba que pareciese lo contrario.
Pero, de repente, cuando él comenzaba a subir mi buzo lentamente, mi teléfono comenzó a sonar en mi bolso y yo no pude hacer otra cosa que separarme de él levemente.
- Ya fue, no contestes, que siga sonando.- susurró rozando sus labios con los míos y yo sonreí.
- Puede ser mi hermano.
- ¿Y?
- Puede haberle pasado algo.
Chasqueó su lengua y fue apartándose lentamente a la vez que yo me iba incorporando hasta poder agarrar mejor el teléfono en la mesa y contestar.
- ¿Sí?
- Bri, ¿Estás haciendo algo?
- Iba a hacerlo.
- Ya... tenés que venir.
- ¿Eh? ¿A dónde?
- Digamos que me he metido en problemas.
- Lautaro.
- No quise.
- Lautaro.
- Perdón.
- ¿Me podés decir dónde ya?
- Entrá en el barrio, cuando estés me llamás y te digo, pero vení en auto.
- Sí, sí, tranquilo, voy.
- Rápido.
Y terminó la llamada. Miré confundida el teléfono y de la misma forma a Mauro, que se estaba comenzando a liar un cigarro.
- No te lo vas a creer.
- ¿Qué?- me miró mientras pegaba el papelillo de liar.
- Me tengo que ir.
- ¿Ahora qué?
- Mi hermano.
- Dios...
- Perdón, de verdad, pero dice que está en problema y...y es muy pelotudo.
- Ya, ya, no hace falta que me digas.
- Cuando termine te aviso.
- Este bien, Bri, la familia es la familia, si me necesitás decime.
- Sí, sí, tranquilo.- me levanté rápido, agarrando mis cosas antes de acercarme a él y besarlo de nuevo.- Perdona
- No pasa nada, vamos, que te estará esperando.
Asentí sonriendo y fui a la puerta rápido, saliendo de su casa para subirme a mí auto y manejar al barrio donde había crecido y vivido toda mi vida hasta que decidí mudarme sola.
- ¿Lautaro?
- ¿Estás ya acá?
- Sí, acabo de llegar.- afirmé, parando en mitad de la calle.
- Vale, te envío ubi.
- Lautaro...
Terminó la llamada y unos segundos después me envió un mensaje con su ubicación. Puse el celular donde podía verlo y comencé a manejar a donde me marcaba hasta verme en el principio de un callejón oscuro. Chasqueé la lengua y lo llamé de nuevo.
- ¿Sos vos el auto de fuera?
- ¿El qué está al principio del callejón? Sí, soy yo.
- Dale, voy.
Terminó la llamada y resoplé, dejando el teléfono en mis piernas para, al levantar la mirada, ver cómo entraba corriendo y con torpeza a mí auto.
- ¿Ahora qué?
- Vámonos de acá, dale.
- Seguís con la ropa del taller.
Afirmé mirándolo de reojo a la vez que arrancaba y me iba de allá. Estaba nervioso, lo notaba por la forma en que miraba todos los lados.
- ¿Estás bien?
- Sí, sí, yo sí.
- ¿Ahora qué hiciste?
- ¿Fuiste al taller a por mí?
- Sí y Bruno me dijo que te fuiste con un chico.
- Ya, bueno, digamos que sin darme cuenta me metí en una pelea.
- ¿Otra?
- Acabó peor.
- Lautaro...
- No hice nada, lo juro.
- Ya, pero estabas allá.- chasqueé de nuevo la lengua y negué con la cabeza sin dejar de mirar la carretera, saliendo del barrio.- ¿Qué ha pasado?
- Ese pibe sabe de las carreras y es bueno en eso, en organizar y demás, tiene contactos y bueno, hablé con él.
- ¿Y?
- Nada, es buen tipo, pero sus amigos no.
- Ya...
- Después de hablar con él y quedar en un par de cosas, me llevó a estar con sus amigos en una casa y no sé, cómo era del barrio pensaba que todo estaría bien.
- Y fuiste.
- Sí y luego salimos de la casa y no sé, de repente un grupo apareció por un lado y comenzaron a pegarse, no sé por qué.
- Y vos ahí en medio.
- Bueno, el pibe me protegió un poco, ya que tampoco tenía mucho que ver.
- Pero...
- Bueno, digamos que tuvimos que salir corriendo porque uno de ellos quedó bastante inconsciente en el suelo.
- ¿Bastante?
- No respondía.
- La puta madre, Lautaro...- frené de repente, mirando hacia atrás para ver si había algún auto detrás de nosotros.- ¿Sos boludo? ¿Te das cuenta de que si algo salió mal ese pibe puede estar muerto ahora?
- No seas dramática, tampoco es eso.
- No sabés la gente que se muere por una mala caída en una pelea, de verdad.
- No fue nada, de verdad.
- No respondía.
- Ya, pero seguro que no fue nada.
- Si te hace sentir mejor eso...
- Brisa, por favor, no puedo ir a casa de nuestros padres así, imagínate si me han seguido.
- Por eso estabas escondido.
- No era por gusto, la verdad.
- Dios... está bien, vámonos.
Asintió y yo volví a arrancar para manejar hacia mi casa. Al llegar, los dos bajamos del auto y mientras él entraba en casa yo avisé a mis padres que nos habíamos ido los dos juntos a cenar fuera y que al final se quedaba a dormir a mi casa, así no sospechaban nada.
- Brisa.
- ¿Qué?- pregunté mientras me acostaba en mi cama, viendo cómo estaba apoyado en el marco de la puerta.
- ¿Dónde estabas cuando te llamé?
- Con Mauro.
- Ya...
- Pero nada, ya nada.
- Bueno, mañana creo que querían hacer una comida familiar así que... podés invitarlo.
- Vos ahora andate a dormir y dejá de joder más de lo que ya has hecho, ¿Sí? Ya veremos qué pasa después de lo de hoy.
Asintió y lentamente se fue, dejándome suspirar intranquila por todo lo que había hecho cuando yo no estaba. Al final, nunca cambió.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora