39.

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Desperté poco a poco, recordando por qué estaba de nuevo en la cama de Mauro, que ya la podía reconocer nada más me despertaba.
Resoplé y me apoyé sobre mis codos estando boca arriba, mirando como él dormía a mí lado, como siempre. Sonreí levemente viendo su pelo despeinado y su boca levemente abierta, durmiendo tranquilamente.
Después, me giré a la mesita de luz y agarré el celular para ver la hora que era y por suerte, todavía no tenía que ir al hospital, así que podía descansar tranquila los minutos que me quedaban antes de que me sonase la alarma que tenía programada.
Me volví a tumbar, dejando de nuevo el celular para tener mis manos sobre mi vientre, tan sólo mirando al techo. Poco a poco, como si notase lo aburrida que estaba, sentí como Mauro comenzaba a moverse a mí lado, girándose hasta quedar a espaldas de mí.
Sonreí levemente y entonces fue cuando su cabeza se giró levemente, llevando mis ojos a ella para ver si estaba despierto o dormido.
- Buen día.
- ¿Qué hora es?- preguntó con su voz ronca de recién despertado casi en un susurro.
- Temprano.- resopló y volvió a dejar su cabeza sobre la almohada, después, se giró para quedarse ahora mirándome.
- Buen día igual.- sonreí y él también.- ¿Tenés que ir a laburar?
- En un rato, pero ahora estoy bien.
- Bueno, entonces vamos a seguir durmiendo.
Negué con la cabeza sin dejar de sonreír mirándolo y él, en cambio, nada más terminó de hablar cerró sus ojos sin importarle si yo me iba a dormir. Aunque sólo duró unos segundos así.
- ¿Qué? ¿No tenés más sueño?
- ¿Me trajiste acá o qué.
- ¿Ayer? No, no, te emborraché.- fruncí el ceño y él negó con la cabeza.- Dale, Bri, pensaba que eras la inteligente de los dos.
- Pelotudo.
- Te quedaste dormida en el sofá y te traje acá, sí.
- Es costumbre ya eh.
- Bueno, no me gusta dormir solo.
- ¿Y qué hacías antes?
- ¿Antes de qué?
- De conocerme.- sonrió y yo también.
- Me abrazaba a la almohada y lloraba toda la noche esperando a alguien que me acompañase.
- Que triste...
- Así era yo.
- Menos mal que estoy ya acá, ¿No?
Asintió si decir nada y yo volví a sonreír. Entonces, me di vuelta hasta quedar de lado mirándolo cómo estaba él y poco a poco, me acerqué a él hasta tenerlo a una corta distancia, con sus ojos fijos en los míos como si estuviesen esperando a que hiciese algo.
Sonreí levemente ignorando alguno de los nervios que aparecieron de repente al tenerlo tan cerca. Nunca lo había tenido así. Pero me relajé y comencé a bajar hasta dejar de tener mi cabeza en la almohada para poder apoyar mi cabeza en su pecho y que me pudiese abrazar.
- Ché, Bri.
- ¿Qué?
- Después de laburar te podés quedar acá eh.
- ¿A qué?
- No sé, a dormir.
- ¿Más?
- Con vos nunca es demasiado.- sonreí levemente.- O no sé, hablar, escabiar...hay mucho por hacer.
- Igual tendría que ir a ver a mi hermano luego, ayer no me despedí.
- Si querés...
- Pero si no tengo nada que hacer puedo llamarte.
- A lo mejor entonces estoy ocupado.
- ¿Así?- me alejé de él y miré hacia arriba para poder verle mejor.- ¿Y no dejarías tus planes por mí?
- No.
- Vaya.
- Te llevaría conmigo.
Sonreí y él también, después, volví a acercarme a él para quedarnos abrazados, sintiendo como poco a poco se iba relajando su respiración hasta que pude sentir que realmente se había quedado dormido. Pero mi alarma se hizo presente cuando yo ya estaba también por dormirme con él.
- La puta madre...- susurró antes de resoplar.
- Ahora sí me tengo que ir.
- ¿Querés que te acompañe?
- Mejor no, así no te robo más tiempo.
- ¿Vos? Una completa perdida de tiempo.- le di un golpe leve y él rió.- Dale, pelotuda, si querés puedo ir.
- No, no, estoy bien, tranquilo.
- Bueno, está bien, pero si me necesitás ya sabés.
- Sí, tranquilo, yo te llamo como Batman.
- Eso, tu Batman.
Reí negando con la cabeza y él sonrió viendo cómo me levantaba de la cama y agarraba mi teléfono, despidiéndome con la mano antes de salir de su habitación.
Fui al salón para terminar de agarrar mis cosas y después salí de su casa para irme a la parada del colectivo más cercana que había, esperando hasta poder sentarme en alguno de los asientos libres e irme a mi barrio.
Me bajé y ya allí, fui a mi casa a darme una ducha rápida y cambiarme para salir corriendo a subirme a mí auto y manejar hasta la casa de mis viejos, viendo de lejos como Lautaro ha me estaba esperando fuera.
- Al fin, la desaparecida.
- Pues no me llamaste ayer.
- Porque sabía que estabas bien.- afirmó terminando de sentarse.
- ¿Así? ¿Qué sos? ¿Adivino?
- No, boluda, vi que te ibas acompañada así que...
- ¿Y si era un asesino qué?- pregunté ya manejando.
- No sé si es un asesino, decime vos qué conoces mejor a Mauro.
- Por fin le dejaste de decir Duki.
- Uh, perdón, que se ofende la novia.- fruncí el ceño y le miré por unos segundos, haciendo que comenzase a reír.- Joda, joda.
- Ché, ¿Cómo estuve ayer?
- Si no te hubieras ido...
- Dale, boludo.
- Bien, bien, casi te matas al final pero bien.
- Bueno, al menos ganamos.
- Sí, pero tenés que tener cuidado, pelotuda.
- Dale, sabés que manejo bien.
- Sí, pero si te llega a pasar algo a ver cómo le digo a Mauro que su novia se accidentó en una carrera ilegal.
- Lautaro.
- Es una joda, es una joda.- afirmó entre carcajadas.- No, en serio, tené cuidado que no quiero que te mates y menos por mí.
- Si me mato es por mí.
- No, porque es mi plan lo de las carreras ilegales.
- Pero yo manejo, es mi imprudencia.
- Que podría no estar si no estuvieras en lo de las carreras.
- Lautaro.
- ¿Qué?
- ¿No es muy temprano para que estemos hablando tanto?
Rió y yo sonreí, quedándonos en silencio durante el poco camino que nos quedaba hasta que lo dejé en el taller para irme a mi trabajo.

One Million Dollar Baby (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora