Estaba sentada en el sofá, pensativa mientras miraba a un punto fijo del salón. Habían pasado dos días desde aquello y no, no habíamos terminado, pero para mí parecía que sí.
No me había vuelto a hablar y yo respeté en todo momento lo que me dijo, dándole el espacio y el tiempo que me pidió ese día. Pero, cada hora me notaba más cansada y sentía que se estaba alejando de mí.
No quería que eso pasase, obviamente. Yo no estaba molesta con él por nada, ni siquiera me acordaba ya de las veces que íbamos a encontrarnos y al final él decía que no podía. Y lo peor era que entendía por qué él estaba molesto conmigo.
Me olvidé de que habíamos dicho de ir a cenar juntos, sí, aunque lo que pasó cuando le mencioné a Bruno tenía más que ver con celos a que me olvidase de eso. Aún así, entendía que él pensará que lo olvidaba por Bruno cuando era todo lo contrario.
Tampoco me dejó explicarme bien y aunque lo hiciese de alguna forma, él no quiso escuchar, así que no me quedaba más que hacer esto.
Me tenía que quedar haciendo mi vida sin él una vez más, pensando en Mauro a pesar de todo. Yendo a laburar sin ganas para ir directa a casa, ni siquiera he ido a por mí hermano porque ni a él se lo he contado.
Suspiré y me levanté del sofá por fin, yendo a la cocina a por algo de comer. No tenía que hacer nada hoy, ya había terminado mi turno de mañana y como el auto todavía estaba en reparación, no tenía nada más que hacer.
Mis amigos estaban ocupados en el trabajo o con sus cosas personales, mi familia también y ya no me quedaba mucho más. Tan independiente que al final mi círculo era más pequeño de lo que parecía. Sólo Mauro me sacaba de ahí.
Negué con la cabeza levemente, apoyando mi espalda en la pared de la cocina mientras tenía una manzana con sólo un mordisco en mi mano, mirando hacia el suelo, volviendo a pensar en todo.
No quería que se alejara de mí, pero, ¿Qué más podía hacer? ¿Preguntarle a su hermana por él? Sabía que luego él se enteraría y que lo último que querría ahora mismo es saber algo de mí.
No podía ir a verlo, porque me ha la pedido tiempo y espacio para pensar cansado de...de mi, supongo.
Chasqueé la lengua, levantando la mirada para echar levemente la cabeza hacia atrás hasta que esta también se encontrase con la pared detrás. Miré el techo de la cocina notando como crecía un nudo en mi garganta de solo pensar en eso y de repente, alguien llamó a mi puerta.
Por un momento, me quedé quieta sin pensar en nada. ¿Quién podía ser si no había hablado con nadie? ¿Podría ser Mauro queriendo hablar por fin? Tan sólo de pensar en eso, dejé la manzana en la mesa y fui a la puerta a abrir.
- Al fin te veo.
- Lautaro.- le miré sin ninguna expresión y su sonrisa se borró.
- Si que te alegrás de verme.
- Bueno...
- Esperabas a otro, ¿No?
- Sí, mayormente sí.
- Amigo o...
- Mauro.
- Bueno, ya os veréis luego.- afirmó volviendo a sonreír, pasando a mí saca como si nada.
- Sí, luego nos veremos...
Dije bajando el tono de voz, viendo cómo se sentaba en el sofá tranquilamente y sin dejar de sonreír. Después, me miró y arqueó una ceja.
- ¿Qué pasa?
- Nada.
- Se te ve mal.
- ¿Mal cómo?
- No sé...triste.
- Triste.
- Sí, no sé, poca alegría en tu voz.
- Ya.
- ¿Pasó algo?
- ¿Qué tal Bruno?
- Bien, pero no te va a servir eso para cambiar de tema.
- No quiero cambiar de tema.
- Hay tema entonces.
Puse los ojos en blanco y volvió a sonreír, dejando caer su espalda al respaldo del sofá y mirándome mientras que yo me sentaba a su lado. Suspiré y crucé mis brazos mirándole.
- No te pongas a la defensiva eh.
- No estoy a la defensiva.
- Tenés los brazos cruzados, dale, te estás poniendo a la defensiva.
- Si vos decís.
- ¿Pasó algo?
- ¿Debería pasar algo?
- No sé, me estás evadiendo todo el tiempo el tema de que estás triste aunque luego me digas que no.
- Es que...no quiero hablar de eso.
- Ya, bueno, está bien.
- Pero a la vez sí.
- Vaya.
- Yo...bueno, sí, estoy triste.
- Pero, ¿Por qué?
- Por Mauro.
- ¿Le pasó algo?
- No, no, por favor.
- ¿Entonces?
- Nos peleamos otra vez.
- Normal en las parejas.
- Ya, pero...llevo dos días sin verle ni hablarle.
- Pero, ¿Por qué?
- Por Bruno.
- ¿Bruno?
- El día que pasó el accidente había quedado con Mauro, me olvidé al hablar con él y luego pasó todo con el auto y...bueno, no hablamos hasta el día siguiente y obviamente, estaba enojado.
- ¿Qué te dijo?
- Que me olvidé de él y por Bruno de nuevo.
- No sabía que hablabas con él, supongo.
- No, tampoco es importante, hablamos por hablar.
- Bueno, si no hubieras ido el otro día al circuito...
- Fui por mí, no porque sabía que él estaba allá.
- Lo sé, él me dijo, pero Mauro no sabe.
- No sabe nada, no.
- ¿Y le has intentado explicar las cosas?
- Sí, pero me dijo que estaba cansado, que le dejase y bueno...eso hice.
- Tiempo y espacio.- asentí y suspiró.- Pero no han terminado.
- No que yo sepa.
- ¿Y no crees que dos días es mucho?
- Los que necesite.
- ¿Y si está esperándote?
- Lo dudo.
- Bri...
La puerta sonó una vez más, desviando nuestras miradas a ella, confundidos. Me levanté del sofá y fui a ver quién era.
- Mauro.- le miré sorprendida y confundida por tenerle delante de mí.
- Hola...
- Bueno, me parece que mi visita será más corta de lo que pensaba.- Lautaro apareció detrás de mí, sonriendo.- De nada, hermana.
Le miré aún más confundida mientras que le dejábamos sitio para que se fuese y luego mis ojos volvieron a Mauro.
- ¿Puedo pasar?
Asentí sin decir nada y me hice a un lado de nuevo para que ahora él pasase adentro. Tanto tiempo pensando que decirle y al verlo me quedé sin palabras.
- ¿Que hacés acá?
- Vine ha hablar.
- Ya, lo suponía.
- Estos dos días he estado pensando y...bueno, yo...
- Querés terminar, ¿No?
- ¿Qué?
- Te cansaste de mí y decidiste terminar esto porque...no sé, por eso, porque te cansaste de mí.
- No me cansé, no lo estoy.
- ¿Entonces?
- Simplemente...no sé tampoco.- sonrió levemente mientras miraba hacia abajo, con nerviosismo.- Bri, ¿Vos me querés?
- ¿Qué si te quiero?- asintió y sonreí.- Obvio que sí, Mauro.
- ¿De verdad?
- Si lo que te preguntás es que si sos el único, sí, lo sos.
- No, te pregunto si me querés de verdad, que es distinto a sí me sos fiel.
- Te quiero de verdad.
- ¿Y confías en mí?
- Confío en vos.
- ¿Y por qué a veces siento que nos alejamos del otro?
- Pues...no lo sé.
- A veces parece que...no sé, somos pero no.
- Ya...
- ¿Vos qué pensás?
- Creo que...bueno, sí, no parece que confiemos en el otro.
- No pensamos en el otro.
- Tenés razón.
- Nos olvidamos de lo que tenemos y cuando podemos o queremos...nos hablamos. Entiendo que tengamos vidas ocupadas pero...
- A veces no somos la primera opción del otro.
- Y me duele pensar eso porque...porque yo también te quiero de verdad y confío en vos, pero siento esto y...
- Y no querés verme.
- No quiero tener que enfrentarme a otra discusión.
- ¿Entonces qué hacemos?
- Pues...
- A mí siempre me han dicho que si dos personas se quieren se tiene que intentar por encima de todo.
- ¿Incluso si se hacen daño, Brisa?- me quedé callada, mirándole y él suspiró, volviendo a bajar su mirada al suelo por unos segundos.- No quiero perderte...- susurró casi cortándose su voz.
- Ni yo te quiero perder a vos, Mauro.- me acerqué a él, rozando nuestras manos.- No quiero.
- Tenemos que arreglar esto porque...te quiero demasiado para dejarte ir.
- Lo haremos, lo arreglaremos, sabremos hacer de esto lo mejor, te lo juro.
Sus dedos comenzaban a entrelazarse con los míos mientras nuestros ojos no perdían el contacto con el otro. Cuando nuestras manos estaban completamente unidas, asintió levemente antes de acercarse a mí despacio, terminando yo con la distancia, sellando la paz entre nosotros.
ESTÁS LEYENDO
One Million Dollar Baby (Duki)
FanfictionBrisa o como le decían sus amigos, "Bri", tenía toda su vida resuelta. Su familia estaba bien y la apoyaba en todo, ayudaba a su hermano pequeño con su trabajo cuando podía, llevaba dos años con su novio y laburaba en un hospital como enfermera desp...