Aún faltan 20 minutos para que inicie mi primera clase y los pasillos están bastante vacíos, lo que deja en claro que estos chicos llegan justo al toque de campana. Por lo que no tengo a quién preguntarle ni por dónde se encuentra el baño, ni por mi salón de clases.
Hace una semana comenzaron las clases, pero como con mi familia aún estábamos con lo de la mudanza de una ciudad a otra, me perdí toda la primera semana y por eso estoy totalmente perdida, en todos los ámbitos posibles.
Doblo por un pasillo y veo a tres tipos, a los cuales no creo que sea muy favorable pedirles ayuda. Uno es delgado con el cabello rojizo y está estampado en un casillero, uno robusto de cabello negro está a punto de golpearlo y el otro, alto y con el cabello castaño oscuro, está amenazando al robusto. Parecen un eclipse, la tierra y la luna siempre cerca, mientras que el sol un poco más alejado, pero imponente y en estos momentos todo siendo parte de la misma escena.
—Más te vale soltarlo si no quieres que te reviente la puta cara —dice el más alto.
—¿Acaso el pequeño bebé no se puede defender solo? —dice el robusto con tono de burla.
—No hagas que te lo vuelva a repetir —dice el castaño con una pizca más de enojo que la vez anterior.
Doy un paso hacia atrás para alejarme de ellos sin que me vean, pero la llave que corresponde a mi casillero se cae provocando un ruido en el silencio que se había formado.
—¿Y tú, qué? —dice el alto —¿No tienes otra cosa que hacer que espiar donde no te llaman?
—Lo... lo siento —tartamudeo —Yo solo buscaba el baño —digo en voz baja y un poco avergonzada.
—A la vuelta de ese pasillo —habla por primera vez el chico al que tienen estampado en el casillero.
—Gracias —intento sonreír en la incómoda situación.
Me doy la media vuelta y camino directo al baño. La verdad es que me siento un poco mal por dejar al chico ahí, pero al parecer ya tenía quién lo defendiera. Y quizás el tipo alto tenía razón al insinuar que ese no era mi asunto.
Termino de lavar mis manos y salgo del baño para volver al pasillo donde estaban los tres chicos, pero esta vez solo se encuentra el pelirrojo con la mirada un poco perdida.
—Eh... disculpa —digo llamando su atención y me mira —No pienses que estaba de chismosa viendo lo anterior, es solo que...
—No te preocupes —me corta —Se nota que eres nueva —sonríe.
—¿Te molestaría ayudarme a buscar mi salón? —digo un poco avergonzada —Aún no conozco nada de este lugar.
—Claro —sonríe cálido —¿Cuál es?
—Hmm... —miro el papel con indicaciones y mi horario —Este —decido mostrarle el papel.
—Es tu día de suerte —vuelve a sonreír —Es mi salón.
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Nuestro Eclipse #1
Teen FictionSiempre fui una amante del cliché, pero no lo había notado hasta que él me lo dijo. -Eres todo un cliché, enana -solía decir con una sonrisa un tanto burlona. A él le parecían tonterías, pero cada vez se fue enamorando más de las cosas básicas y c...