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—Pareces una loca mirando la puerta —dice Tommy

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—Pareces una loca mirando la puerta —dice Tommy.

—Es importante —lo miro.

El regalo de Dylan se retrasó un poco, además de que tuve que cuidar a mis hermanos, por lo que todo comenzó a volverse en mi contra. Desde que llegó mi mamá, estoy sentada en la escalera mirando la puerta principal, aunque Tommy me quiso hacer compañía y se ha comportado desde entonces.

El timbre suena y corro a la puerta. Le arrebato la caja al repartidor y firmo el papel que tiene en sus manos. Subo de manera rápida a mi habitación para poder envolver el paquete, mientras Tommy mira impresionado el regalo.

—¿Me regalas uno a mí?

—El día que Mike deje de ser tu hermano favorito —me río.

Tomo mi mochila, el regalo y el sobre blanco para poder llevarlo a casa de Dylan.

—¡Ya me voy! —le grito a mi mamá y no espero respuesta.

Espero aproximadamente unos 5 minutos hasta que pasa un taxi vacío, el cual me lleva camino a mi destino.

Sacando cálculos, Dylan debería estar saliendo o en camino a la casa del lago de Nolan, lo que significa que podré dejar el regalo tranquilamente y volver. Dooley me dio una llave de repuesto que tenía guardada, para poder entrar, ya que él estará en la fiesta con las chicas.

—Muchas gracias —le digo al señor del taxi luego de darle el dinero.

La casa está con todas las luces apagadas y no hay rastros del jeep de Dylan, eso es una buena señal. Le informé a Gloria que posiblemente hoy Dylan no iría para que ella piense bien en quién apostar.

Dejo el regalo en el suelo para sacar la llave de mi mochila pequeña, la introduzco y prendo una de las luces para no caerme de boca cuando llegue a la escalera.

Hace más de un mes que no entraba a la habitación de Dylan, así que en cuanto dejo el regalo con la carta sobre la cama, me dedico a mirar un poco sus cosas. Tiene todo en el lugar correspondiente, excepto una camiseta que hay sobre la silla de su escritorio, la cual tomo y doblo de manera correcta, pero primero la acerco a mi rostro para sentir el olor a su perfume de Antonio Banderas.

Abro la puerta para salir, pero doy un paso atrás al ver que Dylan estaba por abrir. No sé cómo no pensé en la posibilidad de verlo, si hoy ya me había salido todo mal.

—¿Qué haces aquí?

—Yo... yo... —tartamudeo —yo...

—Déjalo —mira detrás de mí y ve la caja en papel azul con puntos blancos.

—Ya me voy —murmuro.

—Espera —pasa por mi lado y mira la caja curioso.

—De verdad me tengo que ir.

Nuestro Eclipse #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora