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Les dejo esto aquí, para que acompañen un poco la lectura...

Les dejo esto aquí, para que acompañen un poco la lectura

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—Pienso qué, si seguimos con esta amistad voy a subir bastante de peso —miro el plato lleno de golosinas que Dooley dejó sobre la pequeña mesa de centro.

Hace unos años mi mayor inseguridad era mi peso, no me sentía bien con ello, sentía que todos me miraban y me juzgaban. Incluso tenía pesadillas en las que me veía en el colegio y todos se burlaban por mi físico, por lo que tuve que ir por un tiempo con una psicóloga. Eso ocurrió cuando tenía 12 años, recién entrando a la adolescente donde estás en la mira de todos. Cuando me cambié de ciudad por primera vez, me dediqué a bajar de peso durante todo el verano y me sentí más segura cuando volví a entrar a mi nuevo colegio. Pero ahora que lo pienso, no debí dejarme caer por eso, tener un cuerpo un poco más rellenito que otras personas no me hace ni más, ni menos humana. Sea como sea soy Sarah y ahora estoy entendiendo un poco que a pesar de todo seguiré siendo Sarah y tengo que intentar amar todo de mí.

—Mi abuela dice que el día que estemos bajo tierra nos comerán los gusanos y es mejor que coman algo bueno a que solo huesos —dice Dooley encogiéndose de hombros.

—Vaya, que perturbadora filosofía de vida —me río.

—¿Qué tal las cosas Xavier?

No me esperaba esa pregunta y después de hoy ya no sé muy bien cómo responder. Aparte Dooley sabe que con Xavier nos besamos, así que eso lo complica un poco.

—Supongo que bien —tomo una golosina —Seguimos hablando bien.

Seguíamos usando los segundos recesos para conversar solos, salimos el día jueves luego de clases a dar un rápido paseo, no nos besamos, porque lo estuve esquivando con poco, ya que no quería que llegara Dylan diciendo que nos vio besarnos y ahora con mayor razón.

—Entonces ¿Te gusta?

—No lo sé —confieso —Me agrada y me gusta pasar tiempo con él, pero no estoy segura de que me guste —tuerzo el gesto —quizás solo es una atracción.

—¿Confundida?

—Al parecer —me río —pero olvidémonos de Xavier y comamos.

Ponemos de fondo un canal de música y le subimos el volumen mientras tarareamos algunas letras. Nos peleamos el paquete de gomitas de ositos de colores que quedaba en el plato que trajo Dooley hace unos minutos atrás, pero terminamos compartiendo como los buenos amigos que somos.

Pasan unos cuantos minutos en los que vamos por la cuarta canción y mi celular vibra sobre mis piernas. Lo miro disimuladamente y es el único mensaje que estuve esperando durante la tarde.

Nuestro Eclipse #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora