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Caminamos por el pasillo para ingresar a nuestra última clase de la mañana y algunas personas nos miran, o más bien miran a Dooley y le sonríen

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Caminamos por el pasillo para ingresar a nuestra última clase de la mañana y algunas personas nos miran, o más bien miran a Dooley y le sonríen. Para ser más específica, las chicas de último año que estaban en el juego de verdad o reto en la fiesta, ya que parecen estar bastante agradecidas de que Dooley dejara en ridículo tanto a los hombres de último año como a los de nuestro nivel, durante la fiesta del viernes.

—Nunca más me dejo convencer por ti —dice Dooley —Ahora personas con las que nunca he hablado en mi vida, me miran, además de que el sábado no aguantaba el dolor de cabeza.

—Yo no te obligué a beber —digo riendo.

—Pero pudiste haberme detenido.

—Soy tu amiga, no tu niñera —me burlo.

Solo pone los ojos en blanco y se va directo a su lugar, llevándose nuevamente algunas miradas, como ha sido durante toda la mañana.

—Relájate —le digo cuando he llegado a su lado —en unos días ya habrá otro tema de conversación que no sea Dooley.

—Como digas.

—Aparte —me giro hacia él —¿No te parece cool que todos hablen de que eres el rey de los retos? Porque escuché que en el baño dos chicas te llamaron así.

—No es cierto.

—¡Claro que es cierto! —le doy un suave empujón —¡Danna! —Llamo a la chica que está unos puestos más adelante.

Ella le dice a Robert que le dé un momento y se acerca a nosotros.

—¿Qué pasa?

—Le podrías decir a Dooley como lo nombraron las de segundo en el baño.

—¡Oh! —dice riendo —El rey de los retos —repite el nombre que di yo anteriormente —Sigo indignada por no haber presenciado eso, pero al menos tengo la satisfacción de haber visto a Seth pasear con ropa de chica.

—¿Ahora sí me crees? —digo esta vez mirando al pelirrojo.

—¡Está bien! —suspira —te creo, y quizás si es un poco cool.

—Ahora volveré con Robert para terminar el ejercicio de matemáticas —dice Danna.

Los ejercicios de matemáticas no son para esta clase, pero aun así están todos desesperados realizándolos. Yo también olvidé hacerlos durante el fin de semana, pero los hice con Dooley durante el primer receso, por lo que ahora estoy bastante tranquila.

—¡Buenos días! —entra la profesora caminando directo a su escritorio —Hoy vengo de muy buen humor.

La mujer que nos hace filosofía es algo joven, pero aun así tiene un carácter de mujer mayor cansada de la vida, por lo que me contagia su mala energía cuando la veo con su cara de amargada. De seguro le hace falta alguien que le quite el estrés. Así que es claro que eso del buen humor no es verdad.

Nuestro Eclipse #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora