Epílogo

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Sus labios, sus labios se convirtieron en unos de mis mayores vicios incluso antes de poder tocarlos

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Sus labios, sus labios se convirtieron en unos de mis mayores vicios incluso antes de poder tocarlos. Su mirada sobre mí me transportaba a otra dimensión, una dimensión solo para nosotros y nuestro amor. Sus dedos rozando mi piel desnuda me daban mil corrientes eléctricas, segundos antes de que nos fusionáramos cuerpo con cuerpo para ser una sola alma. Su tono pálido, junto al mío un poco más dorado, era como la hermosa mezcla de café con leche en invierno. Sentir sus abrazos todos los días, me transmitía un aura cálida, ni siquiera necesitaba de la luz del sol para sentir el verano, porque él iluminaba mis días. Pero...

Un mes. Un mes en el que mi mundo ya no tiene la misma luz que tenía. Es como si se me hubiera agotado la tinta de color y solo pudiera ver blanco y negro.

He intentado ser fuerte, porque él me enseñó a ser fuerte, pero hay veces en las que no puedo. Aún recuerdo el día de su funeral, cuando me derrumbé en los brazos de Nonna, se supone que yo tenía que ser quien la sostuviera a ella, sin embargo no pude, sentí como si la mitad de mi cuerpo estuviera enterrada junto a él, mi lado fuerte.

Volver al colegio me hizo ser el centro de atención, y no porque éramos "las nuevas populares", sino porque yo era la chica que perdió a su novio.

El primer día de clases, cuando entré al salón, Xavier me dijo "si me hubieras elegido a mí, quizás él seguiría vivo" y la rabia me inundó ¿Cómo podía decir algo así? Le di un puñetazo tan fuerte que dejé sangrando su nariz y por primera vez sentí lo que Dylan intentaba decirme que sentía cuando estaba en las peleas clandestinas, ese sentimiento de adrenalina que te ayuda a botar el estrés, te hace sentir dolor y te recuerda que estás vivo.

Salgo del colegio junto a Dooley, ya que Neels nos esperaba afuera. Me subo en el lugar del copiloto y el pelirrojo atrás, para ir al cementerio juntos. Solo íbamos los tres, porque Mason, Seth y Nolan vendrían el fin de semana.

Compré unas rosas azules, como las que le regalé para san Valentín y las dejé en el florero que había junto a la lápida con su nombre, la lápida que tenía un sol junto a su nombre.

Dylan era el sol que iluminó mis mejores días. Soy de las personas que les gusta creer que después de la vida en la tierra te encuentras con tus seres queridos en la otra vida, por lo que tengo la esperanza de volver a verlo y escuchar como me dice enana una vez más. Él era el sol y yo la luna, compartimos un mismo cielo y nos fusionamos en un hermoso lapso, pero ahora miro el cielo y veo a la luna y al sol observarse desde lejos. Espero que él me esté observando desde donde sea que esté.

Una lágrima corre por mi rostro y me dejo caer de rodillas frente a su lápida. Paso mis dedos suavemente por ella, como si así pudiera sentir a Dylan cerca de mí una vez más.

—¿Quieres que te demos un momento a solas? —pregunta Dooley y asiento.

Cuando el rubio y el pelirrojo se alejan a una distancia considerable, suelto el sollozo que tenía contenido en mi interior desde que pise el cementerio.

Nuestro Eclipse #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora