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Los días viernes salimos a medio día, así que no hay necesidad de quedarse almorzando las extrañas salsas que preparan las cocineras del colegio

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Los días viernes salimos a medio día, así que no hay necesidad de quedarse almorzando las extrañas salsas que preparan las cocineras del colegio.

—¡Sarah!

—Dime, Danna.

—¿Ya se pensaron lo de ir a la fiesta de hoy? —pregunta.

Miro a Dooley con los ojos entrecerrados para parecer intimidante y, acepte ir conmigo a la fiesta de esta noche que, por cierto, aún no sé dónde es.

—Ya te dije que no te tenías que sentir en la obligación de invitarme —dice Dooley.

—No me siento obligada —pongo los ojos en blanco —Es solo que quiero que la pasemos bien.

—Pero... —me interrumpe.

—¡Dooley! —Chillo —Dooley, Dooley, Doo...

—Está bien —me corta antes de seguir chillando.

—¡Perfecto! —dice Danna —Te envío la dirección por mensaje y cuando lleguen me avisan —asiento —Será en la casa de Seth, ya está confirmado.

Por lo que me dijo Danna, Seth es uno de los chicos que estaba en las gradas el día que estábamos en deportes. Únicamente me habló del tal Seth, él con cara de bebé que es el rubio, aunque se suele ver como un rubio oscuro, que a la luz se ve un poco más claro, pero de vez en cuando llega a parecer castaño, o incluso hasta un poco negro si lo ves de noche, así que solo digamos que rubio, y de Mason, un chico moreno de lindos ojos. Me habló únicamente de ellos, ya que no estaba segura si la fiesta sería en casa de uno o del otro.

—Entonces nos vemos esta noche —le digo.

—Nos vemos —se despide Danna —Adiós —dice mirando a Dooley, quién solo hace un asentamiento de cabeza.

Caminamos en silencio a la salida y el pelirrojo no dice nada.

—Cambia esa cara, Theodoro —digo en tono de broma, pero Dooley me da una mirada de querer matarme —Cuando te diviertas me lo vas a agradecer.

—Es que nunca he ido a una fiesta —dice después de un rato —No sé cómo actuar.

—Si sirve de consuelo, yo no conozco las fiestas de este lugar —me encojo de hombros —Seremos novatos juntos.

—Espero divertirme —advierte —o si no me deberás una salida a comer.

—Está bien, está bien —me río —Me gustaría seguir con esta agradable conversa, pero mi mamá me espera.

Dooley le hace un gesto con la mano a mi mamá y yo corro a subirme al auto.

—Hola, mamá.

—Hola, cariño —saluda mientras el auto comienza a avanzar —¿Qué tal el día?

—Dooley aceptó ir a la fiesta —chillo.

—Eso es genial —dice mi madre sin apartar la mirada del camino —Solo te pediré que te comportes y te cuides.

Nuestro Eclipse #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora