- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
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Lunes06:12 PM
Subiste tu cabeza sorprendida cuando viste la puerta abrirs de a poco — shigaraki? — susurraste esperando ilusionada la aparición del nombrado mientras te fastidiaba cada vez más la lentitud con la que abrían la puerta, sintiendo como ponían más presión sobre tu cuerpo los tres muchachos, preocupados si intentabas safarte con más fuerza, ya que la anterior vez casi tiras a los tres juntos. Al abrirse por completo, todos voltearon hacia esa dirección, notando como el peligrisáceo de su jefe bajaba su capucha mientras miraba a todos con frialdad.
— YATTA! — gritaste contenta para que cuando acabases de decir aquello, los tres compañeros suspiraran y agotados te soltaran, cayendo ahora ellos al suelo boca abajo, estando acabados gracias a las misiones, y a tí. Mientras Dabi regresaba del pasillo largo y poco iluminado, se encontró con su jefe, que lo miraba tranquilo y curioso ya que no entendía el porqué tu alegría.
Caminó de a poco hasta a tí que seguías en el suelo ahora estando boca arriba mientras agradecías a quien sabe quién entre murmuros, mirando el techo con ahora si, tranquilidad. Al llegar a tu cabeza, Shigaraki te miró con leve interés — que hacían? —
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Y se agachó para mirarte fijamente, ignorando su alrededor e incluso a las personas — no me digas que intentabas escaparte — cuestionó con su voz rasposa y lastimada de siempre mientras miraba tu rostro siendo estirado por tus manos, ya que ni siquiera sentías ésta parte, pero negaste entre unas leves quejas, para que cuando quitaras las manos de tu rostro, el de ojos rojizos se terminase topando con tus gestos un tanto entristecidos — no me dejaban ir a buscarte~ — te quejaste frustrada pero aliviada a la vez cada que le veías en el bar junto a tí luego de haber cruzado esa puerta.
Un escalofrío pequeño pero notorio en él mismo, hizo que se levantara de golpe extrañado y rascase su cuello por costumbre. Sin darte cuenta de esa pequeña reacción de él ante tus palabras, cerrando tus ojos y un tanto molesta, le gritaste a la rubia, pidiendo que contara — Toga, ya dilo~! Ya llegó! — y empezaste a levantarte a duras penas mientras dabas quejidos leves y dejabas de sentir la luz del bar encandilar tu rostro ya que estabas boca arriba mirando el techo por un buen tiempo.
