- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
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Domingo 06:00 PM
Habías recorrido todo el bar con alegría luego de aquella serie de charlas poniéndose al día contigo algunos de la UA, incluso Momo y Mina fueron a hablarle a aquel modelo sin vida, contando la emoción y nervios te tenían por los futuros exámenes.
Luego de regresar a la sala, viste curiosa a Shigaraki. Seguía con papeles en la mano mientras aún rellenaba cada papel y carta frente a sus ojos — todavía sigues con esos papeles? — te quedaste aburrida al verle también aburrido al peligrosaceo. Él simplemente te ignoró, hasta que fuiste detrás del sofá suyo y te asomaste a verle, notando que usaba sus guantes negros.
— y también con los guantes por lo que veo — le sonreíste burlona y él sólo dió un resoplido, para cerrar las hojas de golpe y girar a verte, casi chocando narices de los cercanos que se encontraban. Notaste como llevaba el ceño levemente fruncido — si vas sólo a tener charlas absurdas con tus amiguitos, vé al baño mínimo, no es necesario oírte reír cada 10 minutos por el bar entero —
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Abriste tus ojos un tanto impresionada. No lo habías notado malhumorado antes, así que te tomó desprevenida. Pero a los segundos sonreíste con leve burla, dejando tus párpados caer entre la sonrisa — qué pasa, Tomura? Te pone nerviosa mi sonrisa? O quizá estás celoso de que me río con otras personas? — él te ignoró y volvió a los papeles molesto aunque un tanto nervioso.
Decidiste abrazarlo por el cuello para reconfortarlo. Sintió tus brazos cálidos rodear su cuello con rasguños. Percibía la suavidad en cada roce. Se calmó un poco a de decir — Nee~ Nee~ es broma — dijiste cerrando tus ojos con paz, distinguiendo con facilidad el aroma del mayor mientras éste se le erizaba la piel al oírte hablarle tan bajito y calmado. — lamento haberte desconcentrado por ir rondando por todo el bar... Estaba realmente emocionada — y tus mejillas se tornaron rosadas levemente al recordar cada gesto amable de cada uno de los que te visitó en tu dormitorio.
