- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
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Viernes 09:00 AM
Mirabas la puerta con aburrimiento y leve tristeza, sin nisiquiera haberte movido de allí por un largo rato, exactamente desde las 7, esperando impaciente la llegada del pelinegro. — Mmm~ — largaste quejidos angustiada y molesta, volviendo a ver la puerta.
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Aquel hombre de cabellos negros carbón no había regresado desde el miércoles por la mañana cuando se habían despedido dándole al chico el desayuno recién amanecía.
Oíste el leve ruido de pies pasar cerca de la puerta de la entrada, justo cuando Shigaraki pasaba a buscar archivos y un mapa, mientras maldecía molesto de no encontrar una pluma en su habitación. Levantaste la cabeza animada con una sonrisa amplia y la boca entre medio abierta de la emoción, consiguiendo el leve susto del peligrisaceo al ver como tu espalda se ponía recta en la silla mientras pataleabas emocionada.
Shigaraki se quedó viendote como si estuvieras loca, mientras mirabas la puerta de madera vieja, oyendo como los pasos pasaban de largo mientras una risa de niño se oía pasar a la lejanía. Bajaste tus hombros y dejaste de sonreír, bajando la mirada y apoyando tu barbilla en tus manos aburrida, regresando a encurvarte como antes habías estado.
Te asimiló otra vez como un perro esperando impaciente a su dueño que no llegaba en un largo rato, pero volvió de regreso a sus asuntos, caminando hacia el otro lado de la barra para buscar en uno de los pequeños cajones debajo de la mesada unos papeles importantes, además de una pluma. Al encontrarlos, dió media vuelta pero otra vez volvió a verte asustado por que apoyaste las manos en la mesa entusiasmada al oír nuevamente pasos fuera del bar. Suspiró cansado al verte como te desilusionabas una vez más, desapareciendo su gesto de irritación con la que te veía, hasta que recordó una petición tuya.
— que no faltan cosas para la cena de hoy? — abriste los ojos un poco más al oírle tranquilo, dando media vuelta en la misma silla, observando como caminaba hacia tí aún con la mirada en las hojas, leyendo atentamente cada parrafo. Tomó asiento y mientras seguía hojeando, buscando lo más importante, habló — ayer hablaste que faltaba unas cuantas cosas para la cena de hoy, puedes ir — le miraste sorprendida, levantando de manera brusca la cabeza.
