- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
— eh? —reaccionó Eijiro al sentir sus mejillas ellas calientes por tus manos apoyar y acariciar éstas. Te vió con un brillo de ilusión y luego bajó la mirada avergonzado— ¿qué ocurre? — preguntaste inquieta por su cara larga, pero el contrario sonrió de lado intentando aliviarte pero sus cejas se encurvaron hacia arriba levemente.
— nada, solo recordé... — oíste su voz levemente agudizada, pareciendo tener un nudo en la garganta. Sostuvo con más presión tu cintura sintiéndose solo por un momento — que no pude nisiquiera estar ahí cuando te llevaron la Liga de villanos — tomaste sus hombros lentamente mientras acariciabas su cuello con pena con una mano y él tan solo veía tus muslos sobre sus piernas calentar éstas.
— fue como cuando se llevaron a Katsuki... No pude hacer nada — pudo librarse de algo que tenía guardado hace tiempo, así que un poco aliviado, levantó la cabeza y vió como lo atraías a él, tomándolo del cuello — Eijiro... — y le viste levemente triste — n-no te desanimes. Tan solo... Lo decía y ya — intentó animarte pero tus caricias ahora subiendo a su cabello mientras él terminaba más cerca tuyo y envolviendote en sus brazos lograron que aquellos sentimientos demostradas por un corto tiempo, le tomaran importancia.
— lo siento, Eijiro... La verdad me sentí un poco estúpida al no poder nisiquiera haberme rehusado a ir, pero estaba tan... Molesta por estar en la UA encerrada que quería estar en cualquier otra parte que no fueran las clases ni mucho menos donde estuviera Nezu — bajaste la mirada deprimida y susurraste — no le presté atención a tus sentimientos... Te descuide — y lentamente miraste su barbilla disgustada contigo misma por tu egocentrismo — Eijiro... Te amo, perdón por no haberte dado la atención que necesitabas todo este tiempo —
Sin darse ninguno de los dos cuenta, el pelirrojo ya estaba sonrojado por completo, imaginando las una y mil maneras de poder expresarse frente a tí, donde una de ellas era dejarse llevar por el impulso y abalanzarse sobre tí. Al imaginar ello, tan solo tragó en seco y se sonrojo un poco más.
Con una mano tomó tu barbilla y pegó su frente con la tuya — ey... _______, no hay nada que disculparse, no podías hacer nada — tú sabías que si pudiste, pero no quisiste, por lo que disgustada apretaste los labios en silencio y tan solo te dedicaste a gozar de sus caricias tan delicadas y gentiles como él al hablarte.
