- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
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Domingo 05:27 PM
Touya dormía en tu cama. Podía oler y sentir tus sabanas con tu olor impregnado en él por completo. Lo que jamás creyó que pudiese suceder, estaba sucediendo. Quizás era solo una siesta por la tarde para descansar de tantos problemas fuera de ese departamento. Se despertó y sintió tu suave respiración en su espalda debajo de su nuca.
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Giró poco a poco para no despertartey luego apoyó su cabeza sobre la palma de su mano acomodada para que se levantara un poco con su codo. Corrió mechones de tu cabello en tu cara y los pasó por detrás de tu frente. Miró a su alrededor. Estaba más ordenado y mejor cuidado que aquella vez que fue con Toga a irrumpir en tu propiedad. Ahora tu rostro era más calmado, más disfrutable de ver a su parecer, por lo que siguió acariciando tu cabello hacia atrás, dejando tu frente descubierta.
Sonrió ahora sí libre de saber que no lo verías. Miró por la ventana y oyó la televisión del comedor a lo lejos.
— ahora mismo ya son reportados tres villanos que intentaron destruir la agencia de Endeavour hoy en la madrugada, parecían ser reconocidos por un ciudadano que pasaba... — y luego te volvió a ver. Ahora las noticias no importaban. No importaban los villanos, las agencias, Endeavour, nada.
Ahora se sentía un joven disfrutando de estar descansado después de un tedioso día con la chica que tanto lo apreciaba, que sabía lo que valía, que lo atesoraba, no como otras personas en su vida pasada.
Ya no era Dabi, en ese instante se convirtió en Touya, un muchacho normal, sin ningún problema. Nadie lo perseguía, no tenía problemas con los héroes, nadie lo culpaba ni lo aclamaba, no tenía seguidores ni enemigos, no tenía familia ni conocidos, solo a tí. Te tenía a tí y eso era suficiente para él.
Tan sólo te acurrucaste en su pecho y él rodó los ojos con una torpe sonrisa. Abriste de a poco tus ojos, hasta reconocer su mano que llevaba tus mechones de cabello detrás de tu frente. Sus ojos azules llegaban hasta lo más profundo de tu alma, quizás nadie se dió cuenta, pero estos podían indagar por horas en lo que realmente le interesaba y tú eras una de esas cosas que le interesaban.
